viernes, 23 de octubre de 2009

YA ESTOY DE VUELTA

Hola a tod@s, que sepais que ya por fin estoy en casa, me han dado hoy el alta y bueno, aunque no este recuperada del todo de todas formas ya estoy mejor, os agradezco todos los mensajes y la preocupacion aun asi tardare unos dias en poner algo pues mi novio me ha castigado y me ha dicho que hasta q no este del todo bien no me deja levantarme de la cama jejejejejeje soy una mimada total.
bueno os vere pronto ok?
besitos y muchas gracias

domingo, 18 de octubre de 2009

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL - PAULA

Bueno chic@s lo siento he tenido problemas con internet pero por fin parece q se ha arreglado y aki os dejo el 5ºcapi de pau el mio intentare ponerlo lo antes posible pero tengo un catarro del copon asi q depende de como este y si puedo terminarlo ok? bueno aqui os dejo el capi pa q os entretengais mientras
Besos

Capítulo 5

Nos sentamos en una de las mesas de fuera, en la terraza de la heladería. Me puse a mirar la carta de helado, había varios que me gustaban, pero como iba a compartirlo con él, no sabía cual preferiría.
- ¿Cuál te gusta más? – le pregunté. Esperé por su respuesta, pero no me contestó, lo cual me pareció de lo más extraño. Bajé la carta para encontrarme a un Denzil pensativo y consumido por el dolor, aunque su rostro estaba sereno, en sus ojos se podía palpar claramente todo aquello que Edur me había contado. - ¿Denzil? – le llamé. Levantó la mirada hacia donde me encontraba y me sonrió, pero sus ojos seguían vacíos de alegría.
- Lo siento ¿decías?
- ¿Qué te pasa? – no pude aguantar más, necesitaba que me lo contara por él mismo, no quería admitir que mi hermano me lo había dicho y mucho menos el porqué lo había hecho, pero si debía hacerlo para que me lo contara lo haría. No respondió, pero sus labios se curvaron un poco hacia abajo – Venga Denzil cuéntamelo, por favor – le supliqué.
- No es nada, de verdad, es solo que… .- pero no escuché más, mis tripas se revolvieron en ese momento, pero no por pena o por agonía como me había pasado antes, sino que se habían llenado de mariposas, millones de mariposas me revoloteaban en el estómago de una forma en que mi corazón se inflaba de felicidad y amor por todos lados, notaba como cada poro de mi cuerpo se ensanchaba dejando que penetrara por cada uno de ellos una sensación tan nueva y tan hermosa para mí que no sabría describirla, la felicidad inundó mi cabeza, mi cuerpo y mi alma por completo, estaba tan radiantemente dichosa que mi sonrisa se hizo más que ancha, algo me había agarrado por completo y, tras experimentarlo, era yo la que no quería soltarlo. Miré de nuevo hacia donde se encontraba mi novio, pero lo que vi me desconcertó aunque no aminoró las sensaciones que me embargaban – Maya – dijo preocupado - ¿estás bien? – me preguntó, esa pregunta se estaba convirtiendo en algo habitual aquel día.
- Si ¿por?
- Porque te has puesto…, no sé rara de repente
- ¿Sí? – vacilé, me encontraba bastante normal, muy feliz, pero normal al fin y al cabo - ¿por qué lo dices?
- Porque … – bajó la voz y se puso un poco serio - porque te estaba contando que mi madre ha empeorado y tú vas y comienzas a sonreír y te pones más feliz que unas pascuas – estaba enfado, lo notaba, pero no lo estaba exteriorizando, lo ocultaba muy bien bajo una pequeña máscara de preocupación, aunque su tono lo delataba del todo - ¿se puede saber por qué? – me quedé un momento con cara seria, no sabía cómo explicarle lo que me estaba pasando, solo sabía que me encontraba completamente feliz por todo, pero no por lo que le estaba sucediendo a su madre, eso no era real, pero él pensaba que era por eso, ¡Mierda!.
- No es eso Denzil - ¿por qué no podía borrar aquella estúpida sonrisa de mi cara? – es que no sé explicarte lo que me está pasando, es algo muy raro – vale, si antes pensaba que me estaba burlando de él y de la situación que estaba viviendo ahora pensaba que estaba loca, eso seguro.
- Pues inténtalo – dijo algo brusco. Me retiré de él por la repentina agresividad que emanaba hacia mí, nunca me había imaginado algo así de su parte. nos miramos un buen rato hasta que nuestro contacto visual fue interrumpido, lo cual agradecí, por el mesero de la heladería.
- Buenas tardes ¿qué van a tomar?
- Pues… - miré a Denzil de nuevo, el cual tenía puesta su falsa máscara de tranquilidad en el rostro, de nuevo su mirada lo traicionaba profundamente - ¿qué te apetece? – le pregunté un poco compungida por toda aquella situación
- Lo que tú quieras estará bien – me respondió secamente.
- Ummm … a ver… sí, creo…, creo …, - no tenía ni idea de en qué me estaba fijando de lo que había en la carta, lo único de lo que era consciente era de la enorme energía negativa que mi acompañante emanaba hacia mi persona – un helado seven choc con sirope de nata, por favor – pedí, pero cuando me dispuse a mirar al camarero para entregarle la carta, algo en mi interior se desmoronó de nuevo, las mariposas comenzaron a revolotear, no solo por mi estómago, sino por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer de un modo que ni el propio Denzil lo había hecho, mi cuerpo respondió de una forma que no había experimentado con nadie, ni siquiera con él, o al menos, no aún. Me puse roja como un tomate, mi respiración se alteró un poco junto con el ritmo de mi corazón, pero conseguí controlarla, mi cuerpo se calentó al igual que lo hacía cuando tomaba el sol en la playa, pero con un nuevo matiz de calor que no conocía, pues la radiación que provenía del chico me inundó hasta alcanzar zonas de mi cuerpo que nadie había explorado todavía, me perdí en un sueño con él aún estando despierta al mirar unos profundos y alegres ojos color arena, mientras una magnífica sonrisa aparecía en su rostro. No sé lo que me detuvo en el sitio, ni porqué me comporté como lo hice, lo único que sé es que al devolverle la carta mi mano rozó la suya y un rayo recorrió mi cuerpo de una manera bastante violenta haciendo que mi interior se derritiera como la mantequilla encima de un fuego. El camarero se sorprendió ante mi roce y me miró confundido, pero sonriente, miró entonces a Denzil y automáticamente mi mirada se desvió en su dirección también, pero él no estaba pendiente de lo que estaba pasando, de nuevo se hallaba lejos de la heladería, dentro de su propia casa. Miré de nuevo a los ojos de aquella persona y me derretí con su contacto, no entendía que me estaba pasando, pero la alegría se había convertido en euforia y toda ella emanaba de aquel chico al que ni siquiera conocía ¿qué estaba mal conmigo?
- De acuerdo, lo traeré en unos minutos – dijo el chico y su voz sonó en mis oídos como si fuera música celestial, como si los mismísimos ángeles hubieran venido a darme un concierto gratis y abrirme las puertas del cielo para que entrara por ellas haciendo que su sonido fuera maravilloso. Retiró su mano de la mía, se giró y se marchó al interior de la heladería. Al irse el vacío que dejó me llenó de penuria y de un vacío que no supe identificar.
- Maya – me llamo Denzil
- ¿Sí? – le dije girándome hacia él con una expresión que no era muy alegre en aquellos instantes.
- Lo siento
- ¿Por qué?
- Por haberte acusado injustamente, sé que no debía haberlo hecho, pero tu repentina alegría me enfadó y supuse…. que…, que….
- Me estaba riendo de ti y de la situación de tu familia – terminé por él. Asintió agachando la cabeza al mismo tiempo. Su pena me traspasó de una forma que su dolor se acopló al vacío que sentía tras la marcha del camarero. – De verdad que no lo estaba haciendo es solo que, no sé porque, de pronto me he sentido muy feliz de encontrarme en este lugar y… - yo también bajé la mirada hacia mis pies – y la verdad es que te dejé de escuchar por unos momentos, lo siento mucho – sentí como sus manos se deslizaban por mi cara haciendo que le mirara a los ojos, los cuales estaban llenos de una profunda conmoción, por lo que supuse, le habían causado mis palabras, pero no pude hablarle, ni decirle nada más, pues sus labios se estrecharon contra los míos de una forma febril y apasionada, pero el beso me supo amargo, doloroso, insípido por alguna extraña razón, un beso que hubiera disfrutado en todo su aplomo ahora lo sentía vacío y sin sentimiento, aunque notaba como Denzil ponía toda su ternura en él. Entonces lo sentí de nuevo, la euforia, la alegría sin límites, la libertad para expresarla, todo, de un modo aún más intenso que antes. Me aferré a los labios que me besaban de una forma enloquecida y apremiante, los besé con ternura, con deseo, agradeciendo cada toque, cada movimiento, cada deslizarse sobre los míos. Estaba soñando de nuevo como lo estaba hacía unos momentos.
- Disculpen, aquí tienen – la voz del camarero nos sacó de nuestro momento íntimo y a mí de mi trance, de mi sueño, con él, pero al separarme y darme cuenta de con quién realmente había pasado todo aquello, me encogí por dentro, estaba besando a Denzil, mientras pensaba en que se lo hacía a otra persona ¿en qué me convierte eso? En una persona despreciable, así me sentía.
- Gracias – articulé un poco jadeante y sintiendo el ardor en mis mejillas. El camarero asintió y se marcho instaurando de nuevo aquella horrible sensación en mi pecho ¿sería posible que alguien a quien no conocía me hiciera sentir de esa manera solo con su presencia? Algo estaba cambiando en mí, lo notaba, pero no reconocía el qué aún, no estaba preparada para ello y mi mente aún no lo aceptaba.
Cuando hubimos terminado el helado en un silencio un poco incómodo, pero que nadie rompió, me alegré de alejarme de la heladería y de aquel chico que me hacía sentir tan desmesuradamente contenta sin saber porqué. Denzil siguió muy callado hasta que nos encontramos en la puerta de mi casa.
- Esto…, bueno hasta mañana – le dije un poco dudosa de cómo comportarme en aquellos momentos. Levantó la mirada, estaba triste de nuevo. – Denzil de verdad cuéntame que te pasa, por favor – le volvía suplicar. Su mirada me atravesó, como si quisiera decirme algo muy profundo y quisiera encontrar mi respuesta en el interior de mis ojos.
- Te quiero – me soltó susurrándomelo al oído mientras me atrapaba con sus brazos y me acercaba a su cuerpo peligrosamente – te quiero mucho Maya, no sabes hasta que punto estás siendo mi salvación en estos duros momentos para mí, pero espero algún día saber explicarte y que me perdones por todo lo que te estoy haciendo – me quedé petrificada con sus palabras ¿qué le podía responder? Nada coherente por lo que decidí abrazarle fuertemente para consolarlo. Después de unos minutos abrazados el uno junto al otro, se separó de mí, - Gracias por todo, buenas noches – se despidió dándome otro pequeño, pero intenso beso en los labios.
- Buenas noches Denzil, intenta descansar ¿ok? – asintió y con una sonrisa se alejó por mi calle hacia su casa.
Me quedé parada en el porche unos minutos viendo como se alejaba de mi vista, pero, aunque mis ojos seguían su figura, mi mente estaba completamente absorta en otra persona, el camarero de la heladería.

Fin del capítulo


Bueno pues aki teneis, tanto Pau como yo os pedimos q nos comenteis q os parece ok? muchas gracias por estar ahi siguiendo nuestras historias, gracias
besos

viernes, 9 de octubre de 2009

ATARDECER CAPITULO 3

bueno pues aki os dejo el esperado capi jejejejeje, espero q os guste y q cumpla las expectativas de tod@s ok?
besos

Capítulo 3: Indiferencia

Me dirigía hacia aquella terrorífica trampa desolado y dolorido de una forma en la que nunca lo había estado ¿qué era lo que me estaba pasando? No lo entendía, solo la conocía de unas horas, pero la cercanía que habíamos compartido había sido suficiente para crear entre nosotros un enlace muy fuerte, o por lo menos, por mi parte lo era, estaba atraído hacia ella como si ella fuese un fuerte imán y yo un trozo de hierro irremediablemente arrastrado a su lado, no la podía apartar de mis pensamientos, su imagen estaba en mi mente labrada como si se tratara de una marca hecha con fuego en ella, pero tenía que hacerlo, tenía que olvidarme de ella o, al menos, alejarme lo más posible que pudiera soportar.
Entré en el centro destrozado, pero intenté recomponerme al llegar a la puerta de mi cuarto, Vic era un tío genial y yo no debía fastidiarle por nada del mundo, no sería un buen compañero si arruinaba su esplendido humor.
Abrí la puerta despacio, era un poco tarde y no estaba muy seguro de si él estaría ya durmiendo, aunque no me sorprendió verlo con los ojos cerrados, tumbado en su cama con los cascos puestos oyendo música con un i-pod y moviendo nerviosamente sus pies al ritmo de ésta. Sonreí al verlo así, al menos alguien parece disfrutar de su encierro en este sitio de alguna manera.
Me dirigí a mi cama, pegó un respingo al notar mi presencia.
- ¡Jo tío, ya te vale casi me matas del susto! – puse los ojos en blanco
- Tranquilízate Vic, no creo que nadie nos ataque esta noche – “al menos no estando yo aquí”, añadí en mi fuero interno. Vic me miró ceñudo al parecer mi comentario no le había gustado nada - ¿qué pasa colega? – intenté sonar despreocupado, pero la verdad es que ver su expresión estaba consiguiendo que me pusiera a alerta.
- Pues yo creo que si podría pasar – me dijo muy serio
- ¿A sí? ¿y eso? – le pregunté divertido, pero con más seriedad de la que había pretendido.
- ¿De verdad no lo has oído?
- ¿El qué? – ya estaba bastante alarmado, esperaba que ninguno de los alumnos legítimos de aquel lugar se le hubiese ocurrido atacar a alguno de los que no lo eran, pero si era así…..
- Tío, pero ¿tú donde te has metido? ¿No has oído lo que ha pasado con el grupo de Erich y dos de los alumnos nuevos? – negué con la cabeza – Vaya tío de verdad que estás en las nubes – me miró acusadoramente, pero no me dijo nada, por el contrario me contó lo que había pasado dentro de la Academia. Al parecer un tipo llamado Erich había insultado a los otros dos chicos porque uno de ellos se había chocado con él y, aunque éste se disculpó, el legítimo le dijo que él no debería estar aquí, pero que se andara con ojo pues su vida podía correr peligro dentro de estas paredes – … y sabes lo más raro chico, es que parecía que ese matón lo decía en serio, menos mal que el profesor Jonson, el que da trigonometría, apareció, porque te juro que parecía que Erich iba a saltar sobre los dos muchachos a la vez
- Ummmmmm – esto se estaba poniendo interesante, no sabía quién era ese tal Erich, pero de seguro que no tardaríamos en enfrentarnos, no le iba a permitir meterse con nadie, no lo podía tocar, esas eran las normas que mi madre me había impuesto, pero eso no quería decir que no pudiera defender a los indefensos de los capullos como él. Esa idea me hizo sonreír.
- ¿De qué te ríes tío? – Vic estaba atento a cada gesto que yo hacía.
- No es nada, solo es que estaba pensando en quién es ese Erich, me gustaría encontrarme con él.
- Es mejor pasar de las movidas, mientras que no se meta conmigo ni con mi gente, no habrá bronca, al menos por mi parte – asentí, aunque yo estaba deseando justo lo contrario.
Nos cambiamos y nos metimos en la cama. Me dormí pensando en cómo sería una trifulca entre ese tipo y yo, de seguro no podría poner en práctica todo lo que sabía y seguramente tendría que dejarme ganar para no ser descubierto, pero aún así ver de qué pie cojeaba mi enemigo y ver la mejor forma de atacarlo era muy atrayente, pero el sueño se cernió sobre mí y de nuevo su rostro captó toda mi atención, mi subconsciente seguía fijo en ella….
Me levanté sofocado, mi cuerpo estaba acalorado y aún podía sentir su cuerpo contra el mío. Miré a mi compañero que no parecía haberse enterado de nada, aún era de noche, pero yo ya estaba desvelado, además no quería volver a dormirme, el sueño había sido tan real que no podía dejar envolverme por él sino mi determinación hacia ella flaquearía en cuanto la viera.
Tras unos minutos peleando con mi mente para no recordar y que mi cuerpo se calmara por completo, decidí darme una ducha antes de que nadie me viera de esa guisa. Recogí mis cosas y salí de la habitación a hurtadillas, me metí en la ducha y el agua relajó mi cuerpo, aunque mi mente me quiso jugar una última jugada, a la cual yo no accedí caer.
Me vestí y volví a mi habitación, estaba amaneciendo para entonces y la Academia parecía despertar. No pude mantenerme dentro de la habitación viendo como Vic dormía, ya que el silencio de la estancia y la claridad lo único que hacía era hacerme recordar el día en que la había conocido, ayer.
Bajé al vestíbulo y me encontré con algunos alumnos que ya estaban esperando para recoger la lista de las asignaturas, en aquel lugar nada había cambiado en 200 años. ¡Arg! Me estremecí solo con pensar en que ellos y nosotros comiéramos en el mismo comedor, Vic se había percatado de lo raro que era que en el siglo en el que estábamos aún se comiera en las habitaciones, pero de seguro que no querría saber cual era el menú principal de los legítimos de Medianoche, de eso estaba seguro.
No pasó mucho tiempo cuando un hombre moreno, corpulento, aparentaba tener solo unos 30 – 35 años a lo sumo, pero bien sabía yo que de seguro tenía muchos más, nos llamó al orden, se colocó tras la mesa en donde se repartían los horarios y comenzó a darlos a los alumnos. Me puse en la fila rodeado de todos aquello a los que odiaba tanto, pero me tragué mi orgullo, hasta que un chico moreno, más o menos igual de alto que yo, pero con una mirada malvada, comenzó a empujar a los pocos alumnos nuevos que habían bajado ya diciéndoles – “quitad primero estamos los que somos realmente de aquí” – tras lo cual empujaba a la gente sacándola de la fila y metiéndose él con sus amigos en su lugar. Ver eso y que el profesor no dijera nada me sacó de quicio. Cuando me llegó el turno de que los asquerosos alumnos llegaron hasta a mí, el moreno se llevó una sorpresa, pues cuando se adelantó para empujarme, se inclinó para darse impulso para tirarme al suelo como habían hecho los demás, lo que no pudo evitar fue el que cuando se fue a echar sobre mí, me retiré de su camino haciéndole perder el equilibrio y darse de bruces en el suelo.
- ¡Ay! – gritó.
- Eso te pasa por intentar hacer algo que no sabes hacer – me reí de él. Disfruté al ver su cara, primero de confusión ante mis palabras y luego de compresión y odio hacia mí. Sonreí más cuando su cara se puso roja de irritación.
- Te vas a enterar – se levantó de un salto perdiendo las formas delante de alumnos que no veían lo que era como yo lo hacía. Se dirigió hacia mí con formación de ataque con sus amigos flanqueándole las espaldas, pero el profesor que estaba repartiendo las hojas vino hacia nosotros
- ¿Qué está pasando aquí chicos?
- Nada Sr. Jonson – dijo el repelente niñato, el profesor asintió y me miró, le asentí de igual forma, pero cuando el profesor se dio la vuelta articuló con sus labios mirándome con furia – Estás muerto.
- Cuando quieras – le contesté en voz baja, sonriéndole.
Todavía me iba riendo cuando recogí mi horario. Aún faltaban algunos minutos para que comenzaran las clases así que podía ir a investigar más sobre aquel espeluznante lugar y de camino conocer un poco más a mi enemigo.
Cuando me dirigía de nuevo a mi cuarto para coger las cosas y no tener que volver a subir antes de las clases, un escalofrío me recorrió la columna y sentí un calor extraño dentro de mí. Me volví y miré al vestíbulo, allí estaba ella, tan hermosa, no es que el uniforme de la academia la agraciara, pero aún así estaba tan bella. Me la quedé mirando embobado durante algún tiempo, parecía nerviosa, pero entonces me fijé en la persona que iba a su lado “¡Mierda! No podía ser otra que Patrice Devereaux, ¡Mierda!”, no se separaba de ella, ¿será que se conocen desde hace tiempo? Eso era lo que parecía. “¡Mierda!”.
Indignado y preocupado por ella, fui a mi habitación a coger mis cosas, no había visto a Vic, pero de seguro él ya estaba en camino. Caminaba hacia mi primera clase cuando de nuevo la vi, seguía con aquella mimada. El odio me invadió cuando la vi agarrándola del brazo para que la siguiera. Mis pies comenzaron a andar en su dirección, pero me obligué a pararme. Anduve lo más rápido posible, pasando muy cerca de ella, el calor me invadió de nuevo, pero lo ignoré, ahora sí que tenía que poner en práctica mi estrategia de tratarla como uno más, pues parecía que pertenecía al grupo de los legítimos más que al mío. Así era como debería ser. Me di cuenta de que ella iba en la dirección contraria a la mía lo que fue un alivio para mí.
Pero cuando parecía que podría seguir el día sin que su recuerdo me golpeara, oí su voz llamándome. Al principio no me di la vuelta pues tenía que ser una mala jugada del destino, ella parecía muy íntima con la hipócrita de Patrice, pero de nuevo mi nombre retumbó en el pasillo.
¡Lucas! – me llamó esta vez más alto que la anterior.
¿Qué iba a hacer ahora? Lo pensé unos segundos antes de actuar, “me ceñiré al plan, la trataré con vehemencia, pero la intentaré ignorar”. Ella se acercó más a mí, al final no pude ignorarla más y me giré para mirarla, aún así miré a mi alrededor, no quería que nadie la relacionara conmigo, por su seguridad y la mía.
Eh, ¿qué tal? – le dije por cortesía, me moría de ganas de hablar más con ella, pero no era conveniente.
Ella se quedó parada ante mi frialdad, me comportaba como si no la conociera, pero eso era lo mejor, así que le hice un gesto con la cabeza y la saludé con la mano, como si solo fuera una conocida, tan pronto como lo hice me volví, no podía mirarla con esa mirada de dolor en su cara y su postura estática por mi comportamiento, aún así no pude evitar pararme tras dar unos pasos más y girarme para verla. El alma se me cayó a los pies cuando la vi correr hacia un baño que estaba cerca, parecía estar tan dolorida y afectada como lo estaba yo ahora mismo, estuve a punto de salir detrás de ella, pero me convencí de que eso era lo mejor, lo mejor para los dos, por mucho que me doliera, ignorarla era lo mejor, aunque me flagelara por ello , pero debía hacerlo por nuestra seguridad, mejor que ella sufriera unos días a que nos encontráramos o se metiera en problemas por mi culpa. Eso era lo mejor que podía hacer. Resignado me dirigí hacia mi primera clase, “¡Me cago en diez!”, mi primera clase era con el “padre” de Bianca, “¡Genial! Ahora sí que sería tan fácil no pensar en ella!”, me resigné.
Tal como había pensado la clase me pasó lenta, y no es que el padre de Bianca no fuese un buen profesor, todo lo contrario, tenía que reconocer que al hombre se le daba bastante bien, sin embargo, en su hija había más rasgos de él de los que esperaba y al final me encontré pensando de nuevo en ella y reviviendo los sueños de la noche anterior.
Las demás clases de ese día pasaron rápido, así que me dirigía a mi habitación para comer, los alumnos del Internado comían en sus respectivas habitaciones, Vic ya estaba allí.
La verdad es que no sé como una Academia como ésta de prestigiosa no tiene un comedor donde comer, no es que me importe comer aquí, pero lo cierto es que no me apetece recoger. – se quejaba de nuevo Vic mientras sacaba sus alimentos.
Sí, pero no creo que aquí se haya cambiado una regla desde que se abrió este sitio.
Estoy de acuerdo tío – me dio una palmada en el hombro y siguió calentando su comida en un microondas que se había traído consigo, lo cual me vino de perlas.
El martes tuve la primera clase con ella, pensé que quizás el destino sería algo más amable conmigo y no coincidiría con ella así todo sería más fácil, pero no, el destino siempre es cruel aunque nosotros queramos pensar que no. Estaba ya sentado en mi sitio en la clase de Química del profesor Iwerebon, cuando de nuevo comencé a sentir el calor, los escalofríos recorriendo mi cuerpo como una corriente eléctrica que emanara de ella y me atrajera hacia su persona. Me tensé en mi sitio cuando la vi acercarse a la puerta del aula, sé que me miró, pues sentí sus ojos clavados en mí, pero no pude levantar la cabeza, ni dejar de mirar mi mesa mientras pasaba a mi lado, sabía que con solo una vez que la mirara mi determinación caería en picado, había estado toda la mañana observándola de lejos, deseando con todas mis fuerzas que se alejara de la gente con la que se juntaba, pero ella no lo hacía y parecía no querer hacerlo, aún así, si la clase de su padre había pasado lenta, ésta se me hizo eterna, la sentía tan cerca, su calor me llegaba aunque físicamente estábamos lo suficientemente alejados como para que tuviera que hacerlo, mi cuerpo clamaba una y otra vez porque me levantara, porque fuera hasta ella y la abrazara, la besara, …. Una voz a mi lado me sacó de mi trance. Era un chico de pelo castaño llamado Jonh, con el cual comencé a hablar durante la clase, lo cual me distrajo y pude pasarla un poco mejor. Este chico era bastante más tímido que Vic y llamaba mucho menos la atención, pero era agradable y tenía una buena conversación. Cuando la clase acabó salí pitando de allí, si me quedaba y ella pasaba de nuevo por mi lado, de seguro no sería capaz de no decirle nada.
El resto de la semana fue similar, la vigilaba desde la lejanía, admirándola en silencio, no parecía nada cómoda con las compañías con las que se juntaba, pero no pasaba mucho tiempo separada de Patrice lo cual me irritaba en exceso. Un día vi como era capaz de congeniar con otras personas, de hecho estuvo hablando con la chica morena que parecía un chico que vi el primer día, sabía que se llamaba Raquel, estaba con ella en una de las clases, eso me alegró, hasta que me enteré de que durante el fin de semana habría una fiesta de los legítimos y ella era una de las invitadas, lo cual me volvió a poner de muy mal humor. De hecho, casi siempre lo estaba, aunque intentaba que no se me notara, pero cargaba mi frustración contra aquellos que osaban intentar reírse de las desgracias ajenas y, cómo no, ese honor parecían tenerlo solo aquellos que pertenecían a aquel lugar como Patrice, una chica que apenas se despegaba de ella y, por consiguiente de Bianca, llamada Courtney y, por supuesto, el chico con el que tuve el rifirrafe al recoger los horarios, que para mi sorpresa y diversión resultó ser el tal Erich del que me había hablado Vic.
Al tercer día de clase quedó patente que no soportaba a los legítimos, pero sin embargo me llevaba bastante bien con los demás alumnos. Las trifulcas entre Erich, sus amiguitos y yo no se hicieron esperar, de hecho no había día que no nos enfrentáramos por algo, bueno en realidad no eran enfrentamientos como tal, ya me hubiera gustado, pero si les paraba los pies cuando los sacaban del tiesto solo para molestar a los alumnos nuevos, me había prometido no hacerlo y no los dejaría hacerlo a ellos.
Una mañana cuando me dirigía a las duchas comencé a escuchar voces desde detrás de la puerta, cuando la abrí me encontré a Erich y algunos de sus matones rodeando a uno de los muchachos nuevos, al verlo lo reconocí como Jonh, el chico que se sentaba a mi lado en la clase de Química, Erich estaba riéndose de él diciéndole que como no saliera de la ducha lleno de jabón y se paseara por todo el pasillo le metería la cabeza en uno de los retretes antes de que consiguiera chillar “ay”. En cuanto lo oí me dirigí hacia él antes de que consiguiera ponerle una mano encima al chico.
¿Por qué no lo haces tú primero y así le dices como hacerlo? – le espeté haciéndole girarse para que centrara su atención sobre mí. Tanto Erich como sus amigos se giraron haciendo una mueca.
¡Tú no te metas maldito, ya ajustaré las cuentas contigo … eh…!
Lucas Ross - le recordé - y más te vale no olvidarlo si no quieres que sea yo quien te meta la cabeza en el retrete ¿ok?
¿Pero quién te has creído que eres capullo? – me contestó irritado. Ummm, esto me gustaba si él comenzaba siempre podía responder, lo cual era bastante embriagador.
Si tú quieres puedo ser el que te haga mucho daño – le amenacé. Él se adelantó con el puño en alto, dejaría que me pegara y se creyera más fuerte que yo, no me interesaba que más gente estuviera cuando desplegara mis aptitudes para el combate, pero eso no lo libraría más tarde.
Te vas a enterar – se lanzó, pero justo cuando me preparaba para esquivarlo uno de los profesores entró por la puerta
¿Qué narices está pasando aquí señores? – tanto Erich como yo hicimos como que no pasaba nada
Nada – respondió él – solo estábamos discutiendo sobre el turno de las duchas. – el profesor nos miró con desconfianza, no se había tragado nada de lo que el capullo éste le había dicho, pero aún así asintió y se fue.
Esto no quedará así Lucas Ross, acabas de sentenciarte en este lugar.
Eso ya me lo habías dicho antes – le recordé, el se irritó aún más.
Para su sorpresa le sonreí y le asentí cuando volvió a decirme que mis días estaban contados en aquel lugar, realmente no sabía con quien se estaba metiendo. Con ese pensamiento me metí en la ducha. Cuando terminé me fui a mi cuarto y entre risas con Vic reviví el encontronazo con Erich, pues mi compañero me dijo que el chico al que estaban molestando salió disparado y se encerró en su cuarto nada más los legítimos centraron su atención en mí. Por un lado me alegraba por el chico, pero por otro sabía que eso me iba a traer más consecuencias de las que quería, pero me importaba un pito la verdad, ya era duro tener que quedarme aquí como para encima tener que reírle las gracias a esos malditos cabrones, eso no lo iba a consentir. Más tarde hablaría con Jonh, no merecía la pena que se encerrara por esos malditos.
Cogí mis cosas y salí junto con Vic de la habitación para dirigirnos a nuestras clases de ese día. Antes de separarnos me preguntó:
¿Sabes de qué me he dado cuenta? – su tono era misterioso, pero a la vez pensativo.
¿De qué tío?
De que si no fuera porque sé que estoy en el siglo XX diría que nos hallamos en el siglo XVIII – me quedé un poco asombrado por su comentario, pero tras unos segundos y mirarnos mutuamente comenzamos a reírnos, algunos alumnos legítimos nos dedicaron una mirada despectiva a la cual respondimos con una sonrisa al pasar a su lado. Debía reconocer que Vic era bastante perspicaz, menos mal que no sabía que había dado del todo en el clavo.
Sí, eso parece, aunque por lo que fanfarronean éstos, de seguro se comportan como tal – nos volvimos a reír. Seguimos hablando hasta que nos tocó separarnos para llegar a nuestras respectivas clases.
Ese mismo día por la tarde, comencé a andar por los prados en otra ronda de reconocimiento del lugar, quería acercarme a estudiar los alrededores de la cochera, el lugar donde vivía la directora, pero en mi camino me encontré de nuevo con Erich y un amigo de su misma calaña riéndose de una chica por haber tropezado con una bolsa que llevaba en las manos, me dirigí hacia ellos y con el mismo despotismo con el que habían tratado a la chica les dije:
Qué irónico – les miré seriamente y con odio
¿El qué? – preguntó Erich repelentemente - ¿Qué ahora también dejen entrar pardillos en esta escuela? – dijo sintiéndose como un dios en aquel lugar. Miré a la chica y le guiñé un ojo antes de responder.
Aunque fuera cierto, eso no sería una ironía. – le provoqué – Ironía es el contraste entre lo que se dice y lo que ocurre.
Pero ¿qué dices? – preguntó Erich haciendo una mueca de no haberse enterado de nada. “Normal” pensé “eres un estúpido”
Os habéis reído de ella por haber tropezado justo antes de que vosotros os dierais de morros – con un movimiento rápido conseguí tumbarle en el suelo después de empujarlo un poco para que tropezara con mi pie y cayera vertiginosamente. - ¿Ves? Eso es una ironía – le dije sonriéndole mientras sus amigos me lanzaban miradas asesinas, sabía que era oficialmente el más odiado por los legítimos de aquel lugar, pero no me pude quedar más, pues nada más decir aquello sentí de nuevo su presencia, no quise mirar donde se hallaba, pero por la intensidad con la que su calor ardía en mi piel podría decir que muy cerca. Me giré y seguí mi camino hacia la casa de la directora intentando no ser visto, necesitaba entrar en ella, pues en la torre donde al parecer se guardaban los archivos, a la que había estado yendo cada día, no me ayudaba en nada en mi misión pues allí solo había datos de alumnos antiguos lo que no era nada interesante, pero antes de allanar su casa debía saber más de ella y de por dónde podría entrar. Necesitaba la información lo antes posible.

El viernes al termino de las clases casi no pude dormir, no es que no estuviera cansado, entre las clases y las rondas de vigilancia sin que los profesores me pillaran, estaba exhausto, pero el solo hecho de pensar que mañana ellos harían una fiesta y Bianca estuviera allí me hacía hervir la sangre, de hecho, cuando al final conseguí pillar el sueño, soñé con que la sacaba de la fiesta llevándome por delante a algunos de ellos, la mantenía a mi lado, escapando junto a ella de aquel lugar, juntos, sin que nadie nos separara y ella estaba tan feliz de aquel hecho como yo lo estaba, lo cual aumento mi felicidad. Tras escapar nos encontrábamos en un motel, una habitación no muy lujosa, pero al menos limpia con dos camas apareció y, en ella, nos encontrábamos Bianca y yo, acostados en la misma cama. Sus besos, sus caricias…. De nuevo me desperté al alba, sudando, con la respiración entrecortada y los latidos de mi corazón a mil por hora, pero ¿qué tenía esa chica que me ponía así?. Me duché y vestí y salí al frío de la mañana sin ser visto. Mientras vagaba por el bosque en misión de reconocimiento me encontré con uno de los legítimos tomando un piscolabis si es que se le podía llamar así, me quedé parado al verlo, pero lo más gracioso fue su expresión al ver que no me aterrorizaba, sino más puse cara de asco.
La verdad aún no entiendo como los de tu clase podéis comer eso – le dije como si no importara lo que se llevaba a cabo delante de mí.
¿Cómo sabes…? – se cayó, pero se puso a la defensiva y me miró directamente por primera vez. Lo reconocí como uno de los amigos de Erich, esto se iba a poner interesante.
¿El qué? – le reté – lo asquerosos que sois la mayoría de los que estáis aquí, mírate, solo hay que verte – me reí. No tardó más de un segundo en responder con los puños a mis insultos, pero no me superaba en rapidez, siempre me divertía al ver que los de su clase se asombraban al ver que alguien como yo pudiera igualarlos y, en algunos casos, superarlos en rapidez, eran tan hipócritas los muy cabrones, me reí para mis adentros de nuevo.
La lucha fue bastante reñida, la verdad es que una pequeña parte de mí estaba asustado y alerta a lo que pasaba a mi alrededor por si aparecía alguien más que no fuera bienvenido, pero tras varios minutos de golpes, patadas, empujones y caídas al final conseguí tumbarle.
Al parecer no eres tan bueno como fanfarroneas con tus amigos ¿verdad?
¿Quién eres tú? – me preguntó con el terror en su rostro al ver lo que portaba en mis manos.
Un cruz negra – lo último que vi fueron sus ojos abriéndose de par en par antes de que la pelea terminara.
Me fui del lugar con paso firme, pero sin correr para no levantar sospechas si me veían. Sacudí mis ropas y me dirigí a mi habitación de nuevo, el enfrentamiento había conseguido darme sueño otra vez, por lo que volví a la cama mucho más calmado y con menos adrenalina recorriendo mis venas.
El día no fue muy interesante que digamos. Seguí vigilándola de lejos, hubo un momento en que casi pierdo la determinación cuando se puso a pasear sola por el bosque y la seguí con intención de hablar con ella, disculparme por todo lo que había pasado en esta semana y abrazarla, era lo que más deseaba, pero cuando casi la alcanzaba tuve que esconderme, la repelente de Patrice apareció para recordarle lo de la fiesta que iban a hacer algunos alumnos esta noche. Me reproché a mí mismo por haberlo olvidado y me dispuse a prepararme para asistir a ella sin que nadie lo supiera.
¿A dónde vas chaval vestido de esa forma? – Vic me miraba ceñudo. Estaba terminando de ponerme la camiseta negra y de esconder de su vista los prismáticos que usaría para ver lo que hacían los de la fiesta desde una distancia prudente.
A dar una vuelta, necesito un poco de aire – le dije inocentemente
Si ya, como todas las noches ¿no? – “mierda, pues si que era observador este chico” – ¿y no será que hay por ahí una tía buena con la que te ves y a la que no me quieres presentar? – me acusó. Bufé ante su comentario y salí de la habitación a hurtadillas como cada día.
La noche era bastante fría por lo que me alegré de haber escogido una camiseta de manga larga. Sabía desde donde conseguiría la mejor vista del lugar donde se celebraría la fiesta, el cenador, así que fui corriendo por las sombras hasta que llegué allí. Cogí mis prismáticos y comencé a escudriñar a todos los que se movían a los alrededores de una pequeña fogata que estaba encendida, no era lo suficiente como para ver con excesiva claridad, pero ya estaba acostumbrado a patrullar de noche, por lo que mi visión se adaptó rápido captando más de lo que debería. Entonces la vi llegar de nuevo con Patrice, parecía que ellas nunca se separaban ¡Arg! Eso no me gustaba para nada. La mimada la dejó sola en un lado y se fue con los demás, ella se quedó allí parada sin saber qué hacer al parecer, un sentimiento de alivio apareció en mí, si ella estaba así quizás no fueran tan amigas como yo creía, eso me hizo sonreír, pero entonces de nuevo me tensé y el odio corrió por mis vasos sanguíneos, un chico alto y robusto se acercó a ella, entablando conversación, incluso parecía estar interesado en ella y la hizo sonreír. Los celos casi me hacen dirigirme hasta allí para arrancarle el pescuezo a aquel maldito que se atrevía a intimar con ella, lo odiaba. Al mirar más fijamente me fijé que se trataba de Balthazar Moore, era un legítimo, pero para serlo, tenía que reconocer que era uno de los pocos “legales” que se encontraban entre ellos. Tras unos minutos peleándome conmigo mismo sobre mi necesidad de sacarla de allí mientras veía como el tipejo ese flirteaba claramente con ella, me alegré por una vez en la vida de la presencia de la irritante de Courtney, ya que interrumpió el bonito momento por el que pasaban ellos dos. Tras llevarse a Balthazar con ella, Bianca comenzó a alejarse de aquel lugar, lo cual me tranquilizó, me dieron ganas de salir detrás de ella, buscarla y comenzar allí donde lo dejamos el primer día en el bosque olvidando todo lo que había pasado en estos siete días, pero no podía hacer eso, no quería darle esperanzas para después hacerla sufrir como lo hice el primer día de clase. Me concentré en vigilar y analizar a cada uno de los integrantes de aquel grupo, esperaba que observar su comportamiento me sirviera más adelante. Vi como Balthazar la buscaba y me alegré de que su hubiera ido.
Una fragancia dulce y enloquecedora me sobrecogió de golpe y el fuego comenzó a arder en mi interior, sabía que era su presencia lo que me provocaba aquello.
¿Lucas? – preguntó tímidamente, casi con miedo.
Eh, hola, Bianca – le dije, me tomé unos segundos centrándome en aquellos a los que odiaba para no abalanzarme sobre ella desde el primer momento – Bonita noche para una fiesta. – le dije apartando los prismáticos y quedándome sin habla al ver su rostro de reojo a la luz de la luna, se veía esplendorosamente guapa con ropa normal. “Debes tratarla como si fuera uno más, simple y llanamente” me recordé.
¿Qué haces? - preguntó con acusación en la voz.
¿Tú qué crees? Estoy espiando a los de la fiesta – le dije mucho más déspota de lo que intentaba ser. Alcé la mirada para verla de nuevo, esta vez de frente, el dolor y la desolación recorrieron su rostro ante mi brusquedad de nuevo, el dolor me inflamó la garganta - ¿Estás bien? – le pregunté más suave, la preocupación por ella había arrastrado consigo cualquier sentimiento adverso o de alejamiento hacia ella.
Sí, no pasa nada. Soy una pringada, pero estoy bien – dijo con la voz compungida aún por el daño que le había infligido, pero aún así me reí de sus palabras ¿ella una pringada por haberse ido de aquella fiesta? Eso sí que era gracioso.
Ya he visto que te ha faltado tiempo para irte ¿Te ha molestado alguien? – la preocupación aumentó de nuevo, si alguien lo había hecho…
No, la verdad es que no, - me respondió recuperándose un poco – pero es que estaba un poco… agobiada. Ya sabes lo que me pasa con los extraños.
Pues has hecho bien, no pegas con ellos – le reproché un poco.
No me digas. – se quedó mirándome un momento, lo cual me puso un poco nervioso - ¿Por qué estás vigilando la fiesta?
Estoy controlando que nadie se emborrache, se ponga tontorrón o le dé por ir a pasear al bosque – le dije en vez de “es que estaba preocupado por ti y por lo que te podrían hacer ésos y he venido a ver que estabas bien y de camino a estudiar a mis enemigos” sí de seguro eso le iba a gustar más ¡Ja!
¿Es qué ahora eres monitor de pasillo de la señora Bethany o qué? – me preguntó con cara de estar molesta con mi comportamiento.
Ni de coña – le contesté con frustración. Me di cuenta de que aún sostenía los prismáticos en alto como si fuera a centrar de nuevo mi atención en la fiesta estando ella allí, “como si eso fuera posible” – Me preguntaba qué narices hacían esos tíos cuando no están metiéndose con los demás, pavoneándose o haciéndole la pelota a alguien – la miré a los ojos, pero éstos estaban ¿recorriéndome? Sonreí un poquito y la miré curioso a su vez por su curiosidad, antes de decirle – Parece que te gustan – necesitaba saber porqué narices andaba siempre con ellos si no se sentía cómoda en su presencia, lo cual había podido observar durante toda la semana y hoy me lo había confirmado al irse de la fiesta, pero aún así quería saberlo.
¡¿Qué?! – dijo más que asombrada por mi afirmación
Siempre andas con esa gente – le dije encogiéndome de hombros
¡Eso es mentira! – me gritó, lo que me gusto bastante – Patrice es mi compañera de habitación, por eso paso tiempo con ella, y sus amigos vienen a visitarla cada dos por tres, no puedo ignorarlos. Es decir, hay un par que se salvan, pero a los demás les tengo pavor.
No se salva ninguno, créeme – le dije con una mueca, al parecer ella todavía no sabía lo que eran o no parecía saberlo por su actitud.
Un momento, - dijo rompiendo el pequeño silencio que se instauró entre nosotros - ¿por eso te has mostrado tan frío conmigo? ¿Por qué te comportabas como si no nos conociéramos? – el asombro y el dolor aparecieron en su rostro de nuevo haciéndome sentir como un traidor de la peor calaña al haberla dejado sola a merced de esa gente.
No quería quedarme a ver cómo caías en las garras de esa gente, una chica tan dulce como tú. Sobre todo sin poder hacer nada al respecto – dije sincerándome casi por competo, “además no podía estar cerca de ti sin tener pensamientos oscenos contigo y morirme por besarte y tenerte entre mis brazos” añadí para mí antes de continuar al recordar su huida – Cuando te vi salir corriendo, comprendí que no todo estaba perdido. – me agarré a una de las volutas que decoraban el pasamanos del cenador, me había sincerado demasiado con ella, pero lo necesitaba y las ganas de abrazarla, tocarla y besarla aparecieron de nuevo con más intensidad, como si la carga que llevaba encima se hubiera desprendido haciendo que el muro que estaba construyendo entre ella y yo se derrumbara de golpe haciendo salir todos los sentimientos que había enterrado en el árbol mi primera noche aquí. La miré de soslayo y vi que había agarrado otra de las volutas, muy cerca de mí, me encaramé con más fuerza al verla desolada, la necesidad de consolarla era muy grande, pero me contuve – He herido tus sentimientos, ¿verdad? – le pregunté casi en un susurro.
Más o menos – me dijo también casi en un suspiro, me golpeé por haberle hecho eso. – Es decir, … ya sé que solo hemos hablado una vez …
Pero para ti fue importante – la interrumpí casi sin darme cuenta. La miré y por un momento me perdí en sus maravillosos ojos marrones oscuros – También lo fue para mí, - me sinceré del todo ¿ya qué más me daba? Necesitaba hacerlo y después de todo lo que le había hecho, se lo debía – pero no me había dado cuenta de que… - uff cómo decírselo – Bueno, creía que solo me había pasado a mí – y ahí estaba yo, sincerándome más de lo que me hubiese gustado esperando por su respuesta ansioso.
Pero si me acerqué a hablar contigo el primer día de clase…
Sí, y justo antes de eso andabas paseando y charlando con Patrice Deveraux, que no puede ser más de aquí. – dije un poco duro – Los de su clase y los de la mía… admitámoslo, no se mezclan – ni se deberían mezclar – Me dijiste que apenas hablabas con extraños, por eso pensé que debíais de ser muy amigas – le dije más calmado.
Es mi compañera de cuarto. Más me vale ser capaz de comunicarme con ella si quiero ir tirando – me espetó irritada.
Vale, me equivoqué. Lo siento – le dije, solo lo sentía por haberme hecho ideas preconcebidas, pero no sentía para nada mis palabras sobre su compañera y los suyos.
Nos quedamos en silencio admirando la noche, no fue para nada incómodo, al contrario, me pareció que éste se llevaba todo los malos royos que se habían interpuesto entre nosotros. La seguía mirando de vez en cuando, parecía cómoda al igual que yo, lo cual me hizo sentirme por una vez desde hace mucho tiempo tranquilo conmigo mismo y bien por dentro. De nuevo un futuro con ella, al menos, como amiga, se abrió ante mí. Entonces rompió el silencio preguntándome por mi relación con mi compañero de habitación, al cual, pareció identificar al decirle que era un poco <<>>, pero cuando le dije que algún día podíamos salir todos juntos, me sorprendió más de lo que me esperaba
No estaría mal, pero … preferiría pasar más tiempo contigo – tuve que mirarla de nuevo ¿ella quería pasar más tiempo conmigo a solas? No me lo podía creer después de haber estado toda la semana con gente que me odiaba a muerte, esto no podía ser real, pero cuando me perdí de nuevo en sus ojos me di cuenta de que ella también sentía por mí lo que yo por ella, no sabía si con la misma intensidad, pero de seguro era el mismo sentimiento.
Podríamos … - ¿el qué? ¿salir? ¿cómo novios? Eso era imposible, al menos para mí, pero deseaba tanto tenerla cerca y alejarla de los otros – Pero… - ¿qué me pasaba? ¿por qué no se lo decía? No puedo, no soportaría que alguien le hiciera o le dijera algo que la dañara por mi culpa y no quería ser descubierto, al menos, aún no – Bianca, espero que seamos amigos. Me gustas, pero no es buena idea que pases demasiado tiempo conmigo. Ya has visto que no soy precisamente el chico más popular del campus. No estoy aquí para hacer amigos. – quería que lo entendiera, no quería lastimarla más de lo que lo había hecho.
¿Y estás para hacer enemigos? Por cómo os peleáis Erich y tú, a veces lo parece
¿Preferirías que fuera amigo de Erich? – le pregunté entre divertido y molesto, como si una relación entre él y yo pudiera darse fuera de los puños.
No, claro que no. Solo es que a veces parece que, no sé, que vas buscando pelea. Es decir, ¿de verdad los odias tanto? No es que a mí me gusten, pero es que a ti… es como si ni siquiera pudieras soportar respirar el mismo aire. – chica inteligente sí señor y muy observadora, algo más que añadir a las cosas que ya me encantaban de ella.
Confío en mi instinto – le dije sin más
Es mejor no tenerlos en contra si puedes evitarlo
Bianca, si tú y yo… Si nosotros … - me callé, quería decirle tantas cosas y a la vez, sentía que no podía decírselas, eso sería alimentar sus fantasías y, de camino las mías y no podía permitirme eso, no podía ¿o sí?. La miré, de nuevo sus ojos marrones estaban clavados en los míos. Nos perdimos el uno en el otro sin remedio. Estudié cada parte de su rostro imaginándome cómo sería acariciarlo, sostenerlo entre mis manos, besar cada palmo de él, perderme en esos ojos desde más cerca de lo que ya lo estábamos, era tan grande la tentación, pero no podía dejarme llevar, eso sería un error, no podría verla sufrir por un fallo por mi parte – No podría soportar que te hicieran la vida imposible por mi culpa. Y habrían acabado haciéndolo – “incluso hacer que fueras como ellos” terminé en mi mente, lo cual me dolería más que la propia muerte.
¿Sabes? No creo que tenga ninguna credibilidad social que puedas echar por tierra – respondió. Vaya eso si era gracioso, si ella supiera…
No estés tan segura
No seas tozudo
“Tozudo” eso era exactamente lo que era, un maldito y gran tozudo que no se arriesgaba para ¿no sufrir? En realidad ya no sabía si era tanto por ella como por mí, si me descubrían, tendría que desaparecer sin tiempo para despedidas, sin tiempo para un adiós y ¿entonces qué? La dejaría otra vez triste si me enredo más con ella, pero por otro lado, yo no quería venir aquí, no quería esta misión y se me impuso ¿acaso no debía disfrutar de la experiencia de tener al menos una vida normal por algún tiempo? hace tiempo la había tenido, pero llevaba años sin saber qué era eso ¿no me merecía un respiro?
Lo he enredado todo, ¿verdad? – estaba azorado y nervioso ante el dilema en mi mente, además llevaba mucho tiempo sin estar con una chica, había perdido práctica – No estoy acostumbrado
¿A hablar con chicas? – me preguntó levantando una de sus cejas y mirándome un poco ceñuda, como si no pudiera creer que eso le pasara a alguien como yo. Asentí con la cabeza simplemente.
Le conté como mis viajes hacen que me sienta muy solitario y no pueda entablar relaciones de ningún tipo con nadie, por lo que me he ido distanciando de la gente con el tiempo para no sufrir. Una vez más me hizo saber lo mal que le había hecho sentir y le pedí que no lo hiciera, que el problema era mío y de nadie más. Parecía que ella me entendía a la perfección por la expresión de su cara.
¿No estás cansado de esconderte? – preguntó sacándome de mis pensamientos – Yo sí – dijo firmemente.
Yo no me escondo – pero entonces me di cuenta de que era eso exactamente lo que hacía, la había vigilado por días por no saber cómo actuar con ella, por cómo me hacía sentir y por quién eran sus compañías – Bueno, mierda.
Podría equivocarme – dijo rectificándose a sí misma al ver mi expresión.
No te equivocas – mis ojos no podían despegarse de ella, me tenía cautivado hasta la médula, comprendí que llegados a este punto no podría estar lejos de ella, al menos el tiempo que estuviera aquí – No debería hacer esto.
¿El qué? – preguntó con sorpresa y ¿esperanza?. Sonreí ante ese pensamiento, sacudí mi cabeza para quitar el pesar que me había dominado y le sonreí de forma pícara, me encantaba como se le iluminaba el rostro cuando le sonreía así – Cuando la cosa se complique, no digas que no te avisé – le advertí.
Tal vez la complicada sea yo – sonreí aún más ante su comentario, esta chica de verdad…
Ya veo que esto va a llevarnos un rato – comenté, pasar tiempo con ella y que ella quisiera pasar tiempo conmigo hizo que me llenara de una alegría que nunca antes había experimentado, ella había conseguido todo eso y solo con hacer acto de presencia en mi vida. Entonces escuché como la puerta de la entrada principal se abría pesadamente, moví mi cabeza un poco en su dirección para oír mejor - ¿Has oído eso?
¿El qué? – preguntó, pero entonces se concentró y se dio cuenta de a qué me refería, al parecer no había sido el único que estaba en las nubes -¡Van a hacer una redada en la fiesta!
No me gustaría ser Courtney – le dije sonriendo – Esto nos da la oportunidad de volver dentro – le dije enmascarando el pesar que me provocaba la separación de ella con la diversión de la situación.
Corrimos como dos posesos perseguidos por un depredador hasta que llegamos a la puerta, donde nos sonreímos mientras la atravesábamos atentos a cualquier sonido proveniente de la fiesta. Al final no habíamos sido pillados. Solté su brazo, el cual había agarrado para sacarla del cenador, ya que a ella parecía apetecerle tan poco como a mí irse de allí, cuando llegamos al final del vestíbulo.
Hasta pronto – le susurré un poco más cerca, de nuevo el calor de su cuerpo quemaba, pero me obligué a separarme y a seguir corriendo hasta que llegué a mi habitación, casi me pilla el profesor Jonson, pero no me vio.
Me cambié rápidamente y me metí en la cama con una sonrisa en la cara, de seguro ese iba a ser uno de mis mejores recuerdos de aquel lugar. Al fin la barrera entre nosotros había caído y, lo mejor de todo, ella quería estar conmigo. Con esos pensamientos y otros más subidos de tono, me dormí feliz

Fin del capítulo.

bueno pues hasta aki jejejjee, ya se q soy una pesada, pero de verdad q entre lo q toy tardando en escribir los capis pq es algo dificil jejejejej y mis problemas con los ordenadores e internet les pido paciencia, de todas formas les digo q hasta la semana q viene no podre ponerme a escribir asi q tardare un pokito no se deseperen,
besos

sábado, 3 de octubre de 2009

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL (PAULA)

Bueno tras muchos ruegos y peticiones y alguna q otra amenaza (jejejejeje casi todas por parte de yvette DX) aqui os dejo el 4º capi de Paula, os puedo asegurar q esta superbien y seguro q os gusta asi podeis leer algo mientras acabo mi capi jejejejeje, besos.

Capitulo 4

Denzil vino a mi casa de nuevo, teníamos otra cita, él y yo solos por tercera vez esta semana, pero realmente no me importaba, deseaba y disfrutaba de cada momento que pasaba con él. Su mano aferró la mía conforme nos alejábamos de mi casa, caminando lentamente, regodeándonos en cada paso que dabamos el uno junto al otro, sin rumbo ni dirección pero no importaba, nada importaba, solo estar él y yo, eso era lo único importante.
- ¿Qué te apetece hacer?- me preguntó sacándome de mis dulces y felices pensamientos.
- Nada en especial- le constesté con una sonrisa en mis labios.
De repente tiró de mi fuertemente, haciéndome parar en seco,
- ¡Ay!-dije al notar su tirón.
Lo miré, pero no me dijo nada solo me miro con la lujuria en su mirada, nunca me había mirado así y eso me hizo ruborizar y sentir algo sumamente extraño, pero el calor de mi cuerpo se intensificó cuando sus labios encontraron con los míos, me quedé rígida ante la acción, pero me deje llevar por su deseo interiorizandolo como mío.
Los besos comenzaron algo dulces ,lentos y armoniosos, pero luego, conforme el deseo se disparaba, en algo más profundo e incluso un poco brusco. No sé en que momento comencé a sentirme mareada, ni porqué, me entraron nauseas, tampoco supe cuando me separé de él jadeando como una loca y acalorada por los momentos vividos, de lo único que tengo alguna certeza es de lo mal que me sentí, de la angustia y del dolor que me invadieron, pero supe inmediatamente que esos sentimientos no eran míos sino que provenían de Denzil, él estaba sufriendo por algo que no me quería contar, algo de lo que no se sentía orgulloso, algo que le hería, pero lo cual le estaba prohibido confiar a nadie. Le miré a los ojos y vi en ellos aún la lujuria que estaba brillando antes de comenzar con nuestro acalorado momento, pero en ellos también lucía ahora la preocupación. Mis miedos, que había tenido sobre Denzil, salieron en mi mente de nuevo.
- ¿Estás bien Maya? ¿He hecho algo que no haya sido apropiado? – me preguntó como un completo caballero. Negué con la cabeza, aún estaba jadeando y las nauseas no me habían abandonado por completo - Entonces, ¿te sientes mal?
- Un poco – reconocí - ¿Te pasa algo? ¿Estás bien? – mis preguntas le cogieron con la guardia baja lo pude ver en la expresión de su cara.
- No que yo sepa – me dijo con una sonrisa, pero la alegría no alcanzó sus ojos, además había tardado mucho en contestar y eso no me gustaba para nada, esto era más serio de lo que había pensado. Mi cuerpo se tensó y el pánico me atravesó como una daga en el pecho ¿quería cortar conmigo y no sabía cómo decírmelo?¿era eso lo que le pasaba? Ahora sí que tenía que poner en práctica aquello que había pensado hacía unos días y que al final no había hecho, debía pedirle ayuda a mi hermano para que le leyera el pensamiento a Denzil y me confirmara o me negara las suposiciones que me estaban golpeando fuertemente en la cabeza, pero el problema era que si mis miedos eran confirmados ¿qué debería hacer yo?, ¿debería dejarlo o esperar que me deje él?. – Maya me estás asustando ¿qué te pasa?
- No…, no es nada – le contesté vacilante, - solo es que se me olvidó hacer algo en casa y creo… creo que me voy a llevar una buena reprimenda cuando llegue – le mentí titubeando, pero necesitaba llegar a casa y pedirle a mi hermano que fuera malo por mí, no sabía si me había creido o no. – Tengo que volver, lo siento.
- No pasa nada – me sonrió con confianza. “Mala, mala y más que mala, eso no se hace” me golpeé mentalmente por lo que estaba haciendo, a veces me arrepentía y quería confesarle la verdad, pero entonces me decía que si no solucionaba esto, al final, iba a sufrir más de lo que lo hacía en aquel momento.
Llegamos a mi casa en menos tiempo del que nos había llevado el paseo anterior, antes de cruzar la puerta grité muy fuerte en mi mente “¡¡Edur si estás en casa te necesito!!”, pero justo antes de terminar la frase mi hermano abrió la puerta con cara de desconcierto y sorpresa en su rostro, le dejé vagar fácilmente por mis pensamientos y el plan que quería llevar a cabo en menos del segundo que nos llevó atravesar la puerta de mi casa. Cuando Denzil y yo estábamos dentro mi hermano sonrió y dijo:
- Así que, por fin te acordaste de que no habías hecho todas tus tareas ¿eh? – su sonrisa se ensanchó cuando le asentí con fingido arrepentimiento y encogiéndome de hombros, - pero no te preocupes hermanita, te hubiera cubierto las espaldas. – me guiñó un ojo haciéndome saber que me iba a ayudar en todo.
- Gracias – suspiré de alivio aunque en realidad lo hice sonar como un pesar.
- De nada, ahora más vale que subas y lo hagas antes de que regresen nuestros padres. – de nuevo asentí.
- Denzil, no te importa quedarte un rato solo ¿verdad? Solo hasta que termine de hacer mi tarea.
- No pasa nada, te esperaré ¿o prefieres que me marche y regrese más tarde?
- ¡¡NO!! – grité a voz en pleno pulmón. Edur se carcajeó mientras se sujetaba las costillas – quiero decir – dije más serena “Edur por favor, necesito que hagas esto, por favor no me falles” le supliqué a mi hermano mentalmente, él me guiñó un ojo en signo de aprobación – quédate tardaré solo un momento ¿Si? – asintió y se acomodó en el sofá.
Subí las escaleras hacia mi habitación, ahora era el turno de Edur, esperaba que no lo hiciese bruscamente. Dejé la puerta un poco entreabierta para poder escuchar un poco lo que decían en el piso de abajo, lo primero que escuché fue la risa de mi hermano, supongo que al ver mis intenciones.
- Oye Denzil – comenzó mi hermano
- ¿Si?
- ¿Te preocupa algo? – el tono de mi hermano disminuyó hasta convertirse en un susurro apenas audible donde me encontraba, pero lo escuché de todas formas.
- ¿A qué viene esa pregunta? – Denzil parecía un poco asombrado, pero también irritado.
- No, no es nada – se le daba tan bien fingir, sonreí para mí misma le iba a deber mucho a mi hermano– es solo que, bueno, no he podido evitar oír la preocupación en tu cabeza… pero si no quieres contármelo…, bueno…, no es asunto mío ¿no? – pude oír como mi hermano se acercaba a la cocina, dejándole espacio para pensar en lo que le había dicho y leyendo sus cavilaciones, mi hermano era un ser malvado cuando se lo proponía. Pasaron los minutos y yo ya estaba de los nervios cuando escuché a Denzil.
- Edur
- ¿Si?
- Puedo serte sincero
- Pues claro, para que están los compadres – los dos chicos se rieron mientras que mis nervios saltaban en mi cuerpo queriendo escaparse de él.
- Es solo que…, que no sé si estoy haciendo las cosas bien con Maya
- ¿Y eso?
- No me malinterpretes, tu hermana me gusta y le tengo mucho cariño – “oh, oh” – es solo que a veces creo que ella no quiere estar conmigo – “¿Cómo?” – y eso me está abrumando – de repente el silencio se instauró, mi corazón latía a mil por hora haciendo que su sonido me retumbara en los oídos, ¿Por qué Denzil creía aquello? ¿qué había hecho yo para que lo creyera? Mi cabeza comenzó a dolerme de tanto pensar sobre las posibles causas que le habían llevado a aquella conclusión, entonces, la risa divertida de mi hermano llenó el silencio haciéndome brincar del susto.
- De verdad tío que estás loquito por ella ¿verdad? – no oí la respuesta de Denzil, por lo que me imaginé solo habría asentido o lo contrario, lo cual hizo que mi corazón se encogiera, - pero no te tienes que preocupar por eso, Maya solo está pasando un mal momento por lo de que no encuentra aún su don y…
- ¿Y eso le preocupa tanto? – le interrumpió Denzil con voz compungida
- Si, ella está convencida de que no lo tiene y que al no tenerlo tendrá que alejarse de todos nosotros, incluido tú, porque ya no será una común sino una marginada y eso la está atormentando, y … - hubo un momento de silencio – debo añadir que últimamente está haciendo un gran esfuerzo por encontrarlo y todo gracias a ti.
- ¿A mí? – la voz de mi novio parecía ahora esperanzada.
- Si tío, a ti. Desde que comenzaste a salir con ella Maya ha estado más optimista que nunca sobre ello y todo gracias a ti.
- Gracias tío. – aunque parezca extraño me sentí raramente aliviada por la conversación que habían mantenido y más al descubrir que Denzil se preocupaba por mí y que estaba tan pendiente de mi persona como yo lo estaba de la suya.
- De nada, para cuando quieras – Edur comenzó a reírse – voy a ver cómo va mi hermana y ayudarla si puedo, no quiero que te la pases esperándola toda la tarde. Subió las escaleras riéndose al ver donde me encontraba, aún así llamó a la puerta para que pareciera que estaba dentro, le sonreí – Maya ¿puedo entrar? – asentí y le dejé entrar, se dirigió a mi cama y se sentó con aire arrogante en el rostro - ¿Y?
- ¿Y qué?
- ¿Te ha gustado la conversación? – me sonrojé un poco y asentí – debo decir que esta situación me ha parecido muy divertida, pero … - se calló mirándome expectante.
- ¿Pero qué? ¡Vamos Edur no seas ¿ok?! ¡¡DÍMELO!! – le exigí furiosamente.
- Calma, calma hermanita – comenzó a reírse mientras me hacía señas con los brazos para que me sentara y bajara la voz – no querrás que Denzil te oiga ¿verdad? – le hice caso, frustrada y derrotada – así está mejor, y ahora – mis ojos penetraron los suyos queriendo obtener la información de ellos directamente, se rió de nuevo – ahora te diré que tus miedos son infundados, como siempre, Denzil está loquito por ti, pero eso ya lo has oído y, sí, si es verdad que está preocupado, muy preocupado, pero no solo por ti, - mi estómago se contrajo en un doloroso movimiento – también lo está por su madre, está peor y no sabe cómo afrontarlo, está muy triste por ello, pero cuando está contigo se le pasa, pero a veces se siente afligido por pasar el tiempo contigo y dejarla en su casa al cuidado de otros cuando sabe que ella le necesita más a él que a ninguna otra persona, eso lo atormenta, pero también lo hace el tener que dejarte y no verte – me quedé cayada y arrepentida ante aquella revelación, no tenía ni idea de que Denzil se sintiera de esa forma, y yo pensando que era porque no tenía don y que me iba a dejar por ello – No, de eso estoy seguro, le daría igual si tuvieras tres ojos, te lo aseguro, le gustas de verdad, pero lo de su madre lo está atormentando muchísimo y eso junto a que tú no es que pongas mucho por tu parte…. lo está haciendo todo más difícil para él, solo es eso.
- Gracias – le dije tras mirarle directamente a los ojos muy agradecida – te quiero mucho hermanito, eres genial ¿lo sabías?
- Sí, para lo que quieras, ya te lo dije – se rió – y ahora será mejor que bajes y te lleves a pasear a tu novio, se está comiendo de nuevo la cabeza con lo de su madre y me está poniendo enfermo – puso los ojos en blanco y se agarró el estómago para dramatizar aún más la situación. Le besé rápidamente en la mejilla y salí disparada hacia la planta de abajo. Denzil me estaba esperando sentado en el sillón, cuando me vio sonrió.
- ¿Ya has terminado?
- No, - le sonreí al ver la confusión en su cara – pero Edur lo hará por mí, dice que estás un poco triste y me ha sugerido que mi compañía te alegraría así que… ¡Aquí estoy!! – le respondí botando en mis propios pies.
- Ya veo – se rió de mi entusiasmo, me agarró de la cintura y me atrajo hacia él - ¿Y qué te gustaría hacer ahora? – me dijo con sus labios pegados a mi oreja lo que me hizo estremecer.
- Bueno yo…, yo… - estaba a punto de juntar mis labios con los suyos cuando mi querido hermano carraspeó desde la parte de arriba.
- Chicos si no os importa prefiero no tener pesadillas – le gruñí internamente, pero Denzil comenzó a reírse, me cogió de la mano y me susurró:
- Más vale que le hagamos caso si no queremos que nos vomite encima – su humor me animó y se me pasó de pronto el enfado.
- Tienes razón. ¡¡Lo siento, ya nos vamos!! – le grité a mi hermano “y gracias por todo, te debo una”
- Ok – fue su respuesta.
Salimos de la casa de nuevo paseando lentamente por las calles hasta que llegamos al parque por donde solíamos pasear, los alrededores estaban llenos de cafeterías y tiendas, a lo mejor le apetecía hacer algo diferente. Entonces vi una heladería a la que me encantaba ir con Libia, pues en ella hacían los mejores helados de todo el país.
- ¿Te apetece un helado?
- ¿Ahora?
- Si, ahora.
- Ummmmmmmm – vaciló – vale, pero solo si compartes conmigo – me sonrojé, pero asentí – de acuerdo ¿a cuál quieres que vayamos?
- A aquella, es la mejor – le dije señalando la heladería Mama Mía. Sonrió, me cogió de la mano y juntos atravesamos el parque para comernos un helado juntos. Sonreí. No tenía de que preocuparme, Denzil era perfecto, me quería y yo a él nada estaba mal entre nosotros.


Fin del capítulo

Bueno espero les haya gustado jejejejeje, pero en los capis siguientes se pone de lo mejor ¿a que si Paula? jejejejeje, besitos.