domingo, 27 de septiembre de 2009

ATARDECER CAPITULO 2

Bueno, hola a tod@s, por fin aki les dejo el capi 2 de la vision de lucas jejjejeje, siento haber tardado tanto, pero por fin aki lo tienen, espero q les guste,
Besos.

Capítulo 2: El comienzo

Me desperté de sopetón, desconcertado y desorientado, mi respiración estaba alterada hasta límites insospechados, mi corazón latía aprisa y muy fuerte dentro de mi pecho, el cual parecía tener vida propia donde los huesos estaban dispuestos a salir por su propia cuenta de mi cuerpo. Cuando conseguí tranquilizarme un poco, me volví a sobresaltar, las voces se escuchaban por todas partes, fuertes y claras, me levanté de un salto arrojando la manta con la que me había cubierto al suelo, mi postura era tensa, estaba a la defensiva, esperando un ataque, escrutando cada palmo de terreno que me rodeaba, aquella era zona de guerra y no podía bajar la guardia, sin embargo, tras varios minutos de tensión, me relajé al darme cuenta de que los ruidos que oía y las voces provenían de la entrada de Medianoche, en donde se estaban concentrando un gran número de personas con coches lujosos y mucho equipaje. Me sacudí el jersey y los pantalones del uniforme y me los acomodé de un modo adecuado, agarré la manta, la metí en la mochila antes de colgármela al hombro, cogí el petate y me dirigí con paso firme y decidido hacia mi nueva “casa”, al menos lo sería durante el tiempo que aguantara aquí.
Cuando me encontraba a menos de dos metros de la entrada me quedé petrificado al encontrarme cara a cara con la Sra. Bethany, directora del Internado, la ira y la rabia crecían en mí al verla, tan arrogante e imponente como siempre, pero con esa falsa actitud que había lucido el día que me había entrevistado para comunicarme que estaba aceptado en este sitio y darme las normas que estaban impuestas en él.
- Buenos días señor Ross – me saludó con una sonrisa completamente falsa, aunque perfectamente disimulada. Bueno a ese juego podían jugar dos.
- Buenos días Sra. Bethany – le contesté cortésmente con otra sonrisa fingida en mi cara.
- ¿No ha venido su madre con usted?
- No, he venido solo. Mi madre se encuentra en viajes de negocios.
- Qué lástima, me hubiese gustado saludarla de nuevo – si ya eso seguro, pero antes de que pudiera contestarle algo sarcástico, se dirigió hacia otra familia de nuevos alumnos para saludarles y darles la bienvenida.
La miré durante algunos minutos interpretar su falsa, parecía que nadie se daba cuenta de ella, claro que el terror y el nerviosismo tanto de alumnos como de padres ante la visión de la monstruosa construcción era evidentemente algo que jugaba a su favor. Las ganas de arrancarle el cuello volvieron a mí de la misma forma que el día en que la conocí, en ese momento solo mi madre fue capaz de pararme con una sola mirada, esta vez, fue mi consciencia y el estar rodeado de tanta gente lo que estuvo a su favor, la muy escurridiza tenía suerte, pues, por desgracia para mí, tenía prohibido ir o hacer nada en contra de ella hasta que no supiera la verdadera razón del porqué de la nueva “política de admisión” de la Academia Medianoche. Suspiré frustrado y me dirigí directamente hacia el cuarto que me habían asignado en la torre norte.
Al poner un pie en el primer escalón, el nerviosismo comenzó a adueñarse de mí, pero no eran los típicos nervios por conocer a mi compañero nuevo, el cual, según la hoja que me habían dado, se llamaba Victor Stanford, ni por el hecho de que estuviera solo en aquel lugar para llevar a cabo una misión que puede ser suicida si me descubren, no, mi nerviosismo tenía otro carisma, uno que ni siquiera comprendía, pero del cual estaba claro el motivo, era a consecuencia de ella, de la chica pelirroja. Su imagen me inundó conforme mis pies subían uno tras otro los desvencijados escalones de la torre, su rostro, el calor de su cuerpo, el latido de su corazón, sus desconcertantes ojos, … Sacudí mi cabeza con frustración, mi cuerpo deseaba verla de nuevo, e incluso, tenerla y estrecharla otra vez contra él, el exquisito calor de su piel, su olor, el tono de su voz…. No, no y no, pero ¿qué demonios me estaba pasando? No me la podía quitar de la cabeza, pero lo que más me preocupaba era lo que me había contado con respecto a sus padres ¿cómo serían? Me lo preguntaba una y otra vez. Recordé y analicé cada momento que había pasado con ella, cada palabra y cada gesto, sonreí, seguro que en estos momentos estaría asustada ante la presencia de tanta gente, su cara de seguro se encontraba de una tonalidad roja haciendo sus rasgos aún más atractivos, estaría ansiosa y yo la vería, iría hacia ella, la rodearía entre mis brazos, cogería su mano, rozaría sus mejillas y la tranquilizaría antes de…, ¡¡No, no y no y mil veces no!! De verdad tenía que dejar de pensar en ella de esa forma.
Con esa tortura me encontraba delante de la que sería mi habitación por ese curso. Abrí la puerta esperando encontrarme con mi nuevo compañero, pero estaba vacía, “mejor” pensé, no quería que nadie me viera en aquellos momentos de esa guisa. Elegí la cama de la derecha, dejé caer mi mochila y mi petate en el suelo a los pies de ésta y me tumbé sobre ella, la verdad es que era bastante cómoda a comparación de los camastros sobre los que solía dormir. Cerré los ojos, mi pulso aún estaba acelerado, aunque mi respiración se mantenía tranquila, el recuerdo de aquella chica me había perturbado demasiado y sin razón, no la conocía y, por su bien, debía mantenerme tan alejado como pudiera de ella, al menos, hasta que supiera mejor hasta que punto era o no parte del enemigo. Enemigo, sonreí ante la idea de que aquella frágil, asustadiza y tímida chica pudiera formar parte de la amenaza que suponía Medianoche y la gente legítima que habitaba en ella, pero, aunque no lo fuera, quedaba por tener en cuenta saber en qué equipo jugaban sus padres, lo cual podía ser decisivo para ser o no su amigo, al fin y al cabo estaba en una misión y mi vida se podría poner en juego.
De nuevo me encontré respirando entrecortadamente y con el pulso a mil por hora a causa del recuerdo de su rostro, de sus gestos, de su persona en sí, pero la apertura de la puerta de la habitación y un “¡WUAU!” me sacaron de mis ensoñaciones. Me incorporé para ver con satisfacción como un chico rubio, alto aunque más bajo que yo, con un moreno de playa y con divertidas modificaciones sobre el uniforme reglamentario de la Academia, entraba con cara de asombro y burla dentro de la habitación portando una enorme maleta con ruedas, una mochila y un pequeño baúl que cargaban dos hombres detrás de él.
- ¡Hey! – me saludó mientras dejaba sus cosas al lado de su cama – Supongo que tú eres Lucas Ross ¿no? – asentí - ¡Wuay tío! Yo soy Vic, encantado - me tendió la mano que estreché, él me devolvió el apretón con entusiasmo al mismo tiempo que hacía un gesto con la cabeza a los dos hombres para que dejaran el baúl al lado de lo demás – Gracias Robin, Paul, ya podéis marcharos y decidle a mi madre que se largue antes de que suba aquí y me arrastre a su lado. Decidle que esto… - echó un vistazo a su alrededor haciendo un gesto que abarcaba por completo la habitación – está genial, un poco tétrico, pero que estaré bien ¿de acuerdo tíos?
- Si chaval – contestó el que parecía ser el mayor de ellos, tras lo cual y después de hacerme un saludo con la cabeza, cerraron la puerta al salir.
- Bueno y ¿qué? – Vic me miró con una sonrisa en su redondeada cara.
- ¿Qué de qué? – le pregunté confuso.
- Pues que qué te parece todo esto, siniestro ¿no es verdad?
- Un poco, – reconocí divertido – pero lo terrorífico comienza mañana.
- Sip, estoy de acuerdo colega – dijo con demasiado entusiasmo, más del que podía haber imaginado en nadie que hubiese entrado en aquel sitio.
Me alegró reconocer que Vic no era un alumno legítimo de Medianoche, sino que pertenecía, al igual que yo, al nuevo alumnado de ésta. Estuvimos más de diez minutos hablando sobre nuestras vidas y qué hacíamos o, más bien, Vic estuvo hablando de ello, pues casi no me dejó abrir la boca, lo que, por otra parte era estupendo pues no me gustaba hablar de ella. Transcurrido ese tiempo, alguien llamó a nuestra puerta para advertirnos de que la presentación iba a comenzar en dos minutos. De nuevo mis nervios florecieron tan rápido que una suave sacudida me recorrió el cuerpo de los pies a la cabeza, haciendo que ésta me diera vueltas, solo la perspectiva de volver a verla me hizo hiperventilar durante un segundo.
- Bueno qué – Vic me palmeó el hombro haciéndome recupera un poco el control de nuevo sobre mí mismo – Vamos a ver qué tal están las chavalas de este lugar – nos sonreímos mutuamente, aunque yo lo estaba haciendo más por mantener la farsa que por otra cosa, pues ahora los nervios que me atacaban hasta hacía unos momentos por todas partes, ahora se habían concentrado en mi estómago – Vamos o qué tío – insistió, me había quedado petrificado en el sitio pensando de nuevo en ella.
- Sí, ve tú delante ¿ok? – me miró desconcertado, pero asintió y salió segundos después por la puerta cerrándola tras de sí.
Aún no estaba listo para bajar y enfrentarla, no entendía que narices me estaba pasando, nunca me había sentido así y mucho menos por una chica.
Tardé varios minutos más en conseguir tener la cabeza lo suficientemente fría como para mantenerme sereno y bajar a la presentación del curso. Mientras lo hacía me encontré con algunos alumnos legítimos que me miraron de reojo y se apresuraron para llegar lo antes posible. La ira de nuevo hizo presencia en mí, haciéndome olvidar todo lo demás, me entraron ganas de agarrarme a golpes con ellos, lo que me hubiese venido bien pues así hubiera descargado la adrenalina que se estaba acumulando en mi interior junto con los malditos nervios, pero tenía que contenerme, no podía llamar la atención desde el primer momento, aunque ya sabía yo que eso era casi imposible, el odio y el asco que me producían aquellos que formaban parte de Medianoche era superior a mis propias fuerzas, por eso no podía acercarme a Bianca, Vic no tenía remedio, era mi compañero y esperaba sinceramente levarme bien con él, pero yo no venía a hacer amistades, solo quería conseguir la información que necesitábamos y largarme de allí cuanto antes mejor.
Terminé de bajar las escaleras con ese pensamiento, sería cordial con ella, pero la alejaría todo lo que pudiera de mí, no comenzaría una amistad que no pudiese mantener, además sólo la perjudicaría y ella me lo haría a mí. Estaba convencido de todo ello y era firme sobre mi decisión de mantenerme alejado y ser distante, sin dejar de ser cortés con ella, pero todo ello se desmoronó cuando llegué al último escalón de la escalera, cuando solo me quedaba el último paso para alcanzar el vestíbulo, ella apareció por mi izquierda, al parecer bajaba de su habitación al igual que yo, estaba tan guapa, aunque supuse que no todo el mundo la veía así pues varias personas se giraron y la miraron con un poco de desdén, lo cual me hizo enfurecerme, pero me concentré en ella para calmarme. Se la veía ansiosa, abochornada hasta la médula, sentí la necesidad de ir hacia ella y tranquilizarla de nuevo, de hecho, mi cuerpo comenzó a moverse en su dirección conforme ella miraba a su alrededor ¿buscándome? Parecía buscar algo o a alguien eso seguro, ¿pero a mí? No, no podía ser. Me forcé a quedarme en el sitio, quieto, incluso subí un par de escalones más, sabía que desde allí tendría una visión bastante buena de toda la estancia, pero sin ser descubierto. Me obligué a dejar de mirarla, de mirar en su dirección y me concentré en todo lo demás. Como imaginaba, los alumnos legítimos de Medianoche se encontraban en el centro del vestíbulo, enfrente del podio donde se encontraba la Sra. Bethany lista para comenzar a hablar y los demás profesores. Mi atención se centró rápidamente en ella, arrogante y presuntuosa así se la veía ahora, quería parecer simpática y atenta, pero bajo toda esa fachada se encontraba un ser vil y cruel en esencia, la manipulación era su mejor amiga y la falsedad su mejor arma, sin duda era el ser más peligroso al que me iba a enfrentar en aquel lugar y al que más debía temer y estudiar, pues la reputación de su ferocidad era legendaria.
- ¡Atención! – me sorprendí como con solo aquella palabra aquella mujer había conseguido lo que quería, silencio y atención absolutos de todos, incluso los nuevos alumnos la respetaban aún sin conocerla en ese momento.
Me fijé más detenidamente en todos los que se encontraban en aquella sala, comencé por el extremo opuesto al mío, allí se encontraban varios alumnos a los que distinguí como nuevos, todos separados, pero cercanos unos de otros, como sin saberlo, intentaran protegerse mutuamente del peligro que acechaba bajo la perfecta fachada de aquellos que tenían enfrente, incluyendo, como no, a la directora. Siguiendo el borde del grupo principal y pegados a la pared se distribuían todos los alumnos nuevos que habían llegado este año, delante de la directora, pero cerca de la pared, estaba Vic junto a una chica morena que más bien parecía un chico y cuyo aspecto desgarbado y más bien desastroso, desentonaba en aquella multitud. Sonreí para mí mismo, pues Vic llevaba una camisa hawaiana debajo del jersey del uniforme, pero encima de la camisa, la chica del pelo corto llevaba un uniforme varias tallas más grandes que ella, otro de los chicos nuevos llevaba puestas unas deportivas azules que no eran “aptas” para aquella vestimenta, en fin, se podría decir que los alumnos nuevos desentonaban a favor para que se les distinguieran de los legítimos, lo cual me venía de perlas, pues eso me hacía las cosas más fáciles, pues, aunque para mí distinguirlos era sencillo, podría encontrarme más casos como los de Bianca que me lo pusieran difícil. Al pensar en ella mi mirada se desvió automáticamente hacia el lugar donde se encontraba, estaba tan adorable, aunque por su postura encogida, su cara sonrojada y el miedo que reflejaba su rostro, supe que estaba muerta de pánico. Mientras la contemplaba capté una conversación sin palabras entre ella y alguien que estaba en el podio donde la directora estaba dando su discurso, me fijé entonces en todos aquellos que se encontraban a cada lado de la directora y vi a las personas que habían captado su atención. En el extremo más cercano a donde me encontraba, una pareja le sonreía fraternalmente a la chica, pero en vez de centrarme en ellos, primero me dediqué a estudiar a todos los demás. “Como no”, maldije frustrado, todos ellos se ajustaban al prototipo de Medianoche a la perfección, todos ellos eran legítimos miembros de la Academia, no había ninguno que se ajustara al nuevo perfil de admisiones. Entonces me centré en los dos que tenía más cerca, los que parecían ser los padres de Bianca, pero para mi disgusto, me di cuenta de que ellos eran exactamente iguales a los demás profesores, lo cual me sorprendió, me cabreó, me frustró y, por último, me puso ansioso, pues no concebía como unos padres como aquellos podían tener una hija como la que tenían, caliente, suave y cuyo corazón latía con fuerza en su pecho. Secuestro, rapto, adopción,…, fueron algunas de las cosas, junto con la palabra “asesinato”, que me vinieron a la cabeza en aquel momento y, que de algún modo, conseguirían explicar, en parte, el miedo y la impresión que aquella chica tenía esta mañana sobre aquel lugar. Sonreí de nuevo mirándola otra vez, era intuitiva eso sin duda, guapa, inteligente, divertida, afectuosa… No, no y no, tenía que dejar de verla de esa manera o me iba a volver loco, ahora más que nunca, sabiendo como son sus padres debo alejarla de mí, por su bien y por el mío, no creo que ellos acepten a alguien como yo junto a su hija y yo no puedo aceptarlos siendo lo que son, los odiaba, a ellos y a todos los de su clase, por desgracia eso incluía también a Bianca, lo que no era reconfortante para mí.
Desarmado y con un vacío desconocido en mi pecho subí pesadamente las escaleras de nuevo a mi habitación en cuanto la Sra. Bethany terminó su discurso, pero antes de hacerlo le eché una última mirada, seguía allí, moviéndose nerviosa de un lado a otro, seguía busca que te busca, pero sin encontrar lo que fuese que buscaba, si era a mí ya no importaba, entre ella y yo ya no podría haber nada, su mundo y el mío eran lo opuesto, enemigos, y eso nos separaba. Cuando me di la vuelta el hecho de que la tenía que alejar se hizo más palpable que nunca, por mucho que me molestara y, no sabía porqué exactamente, tenía que pasar de ella como si no la conociera, por mucho que deseara estar cerca de ella no podía ser y no sería su amigo, mi misión era clara y certera, no podía encariñarme con nadie y mucho menos con alguien que estaba en las filas enemigas, o al menos, entre las suyas y las mías. El día de mañana sería una dura prueba, el verla iba a ser duro, pero si conseguía mantenerme firme, la podría olvidar fácilmente, deshacerme del anhelo que me embargaba sería menos duro y el tratar con ella cordialmente, si se daba el caso, no sería tan arduo. Pero las cosas nunca son como uno quiere, ni suceden de la forma que uno espera, por mucho que me duela admitirlo el Sr. Wuatanabe tenía razón “el tiempo aminora el dolor, pero no lo borra del todo, lo que hace que uno sea feliz puede convertirse en infierno si no se puede conseguir, ver a personas que te importan y no poder ayudarlas aunque sea lo que más deseas es una tarea demasiado ardua y que al final siempre conlleva a la misma cosa, errores, errores que traen trágicas consecuencias que al final llevan por el camino del dolor y la desesperación”, solo ahora comenzaba a comprender esas palabras suyas que habían sido tan desconcertantes para mí, hasta hoy no las había comprendido ninguna de las veces que él las había dicho, pero desde el mismo momento en el que esa chica entró en mi vida y deseé protegerla con todo mi ser, sus palabras, en la situación actual, se habían hecho tan tangibles en mí, que, para mi desesperación, pesaban como una losa.
Me tumbé en la cama derrotado y ansioso porque todo aquello solo fuera una pesadilla, una maldita pesadilla, seguía sin entender como ella podía ser hija de esos dos personajes, como podía vivir rodeada de ellos y no darse cuenta de lo que eran, pero debía dejar de pensar en ella, la decisión estaba tomada y ya no había marcha atrás. Mientras me ahogaba en mi desesperación Vic entró como una ráfaga de viento alegre y fresco, sacándome de mis cavilaciones, intentó mantener una conversación conmigo, pero yo no estaba para fingir que estaba bien y mucho menos poder fingir que estaba bien. Le pedí perdón y salí de la habitación dejándolo con una cara que manifestaba su creencia de que me consideraba un “raro”, pero no me paré para preguntarle, solo quería salir de allí, respirar aire y pasear para vaciar la mente.
Me adentré en el bosque corriendo, lo necesitaba, necesitaba cansarme, sacar fuera de mi cuerpo aquella adrenalina que me consumía, sacar la pena que me acechaba y cansarme para no sentir otra cosa que no fuera agotamiento, para no sentir la pena que me oprimía el pecho. Corrí y corrí haciendo círculos por los alrededores de la Academia. Me paré cuando comencé a escuchar voces muy cerca de donde me encontraba, me puse en actitud defensiva mientras me acercaba lentamente, delante de mí había un pequeño grupo de alumnos legítimos de Medianoche, pero aunque las ganas de meterme en una pelea me invadía cada vez más no podía hacerlo, no debía y no iba a hacerlo a no ser que me provocaran. Con los músculos tensos, los puños cerrados sobre ellos y respirando fuertemente a causa del esfuerzo por mantenerme sereno y alejado de aquellos seres despreciables, me dirigí en dirección contraria a donde se encontraban. Me encontraba bordeando la orilla del lago de los terrenos del Internado cuando oí su voz, quedé petrificado en el sitio, no podía ser, no podía tener tan mala suerte, estaba intentando escapar de ella y ella me perseguía hasta allí, no, esto no podía ser verdad, debía ser un broma del destino u obra de mi imaginación, pero no lo era, la estaba oyendo hablar una y otra vez. Me escondí detrás de un árbol para que no me viera, escuché que no estaba sola, al parecer su padre estaba con ella. De nuevo la ira me puso rígido, pero me obligué a no moverme de donde estaba, sentí la necesidad de acercarme y pedir explicaciones, de preguntar, gritar y acusar a su padre de sus actos con respeto a aquella chica, pero ¿quién era yo para hacer aquello? ¿qué lograría con ello? Nada, absolutamente nada, eso es lo que iba a conseguir, solo exponerme y poner mi vida en peligro. Oí como se marchaban directos hacia el Internado, me resbalé hasta que me topé con el suelo, perplejo y confundido así me quedé sobre la húmeda tierra que quedaba bajo mi cuerpo. No recuerdo cuanto tiempo estuve allí, lo único que sé es que parte de mí se quedó junto aquel árbol, dejando atrás todo lo sentido en aquel día, ya solo podía mirar hacia delante, ya solo me concentraría en mi misión, ya no pensaría más en ella, sus recuerdos y mis posibles sentimientos hacia ella se quedaron allí, sobre las raíces de aquel árbol.


Fin del capítulo.

Espero lo hayan disfrutado, intentare no tardar mucho en colgar el tercero.
Besos y gracias por estar ahi. Espero sus comentarios.

jueves, 17 de septiembre de 2009

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL (PAULA)

Bueno aki les dejo el 3er y ultimo capi q obra en mi poder del libro de Paula jejejejeje, espero q disfruten.
Besos.

Capitulo 3

Baje corriendo las escaleras, chequé como estaba en el espejo y me di cuenta de que lo que no había podido arreglar antes no lo iba a arreglar ahora, abrí la puerta con toda la tranquilidad del mundo, y ahí estaba él con esa sonrisa tan hermosa, esos ojos que me hacían querer hundirme en el océano, automáticamente le sonreí y me hice a un lado.
- Hola, pasa por favor.
- Gracias, tengo que decirte que estás muy linda. - Me sonrojé y se me soltó una risita tonta, seguro que Edur estaría muy atento a la situación, así que en mi mente grite “Métete en tus asuntos”, logré escuchar la risa de Edur.
Lo conduje hasta la cocina donde estaba mi mamá.
- Mamá, él es Denzil.
Mi mamá se lo quedó mirando y me miraba a mí y luego a él, miraba mi ropa y seguramente nuestras auras.
- Hola Sra. Ellande es un honor conocerla.
Mi mamá se rió y dijo – No Denzil el honor es mió, ¿Tienes algún don?
- Sí, puedo hacer que las personas vean lo que yo quiera.
- Que interesante, ¿puedes mostrarme algo?. - La miré con mala cara, lo único que falta es que mi madre no dejara de molestar a Denzil.
- Si claro, no hay problema. – puso una sonrisa pícara en su cara que me hizo sonreír a mí también.
Después de un rato mi mamá dijo - Asombroso, gracias por hacerme conocer Brasil Denzil.

- De nada Sra. Ellande.
- Em… Bueno, nosotros nos vamos a mi cuarto, antes de que esto se ponga más raro. – Susurré, mi mamá me miró con una mirada de perdón, subimos y al fin entramos a mi cuarto, me había olvidado de levantar toda la ropa que me probé así que rápidamente dije - Está un poco desordenada - Mientras que iba como un rayo agarrando todo y luego lo tiré al armario, él simplemente se rió y se sentó en mi sillón rosa. Esperó pacientemente y me miraba mientras que yo trataba de arreglarme de nuevo el pelo, lo miré y le dije - Bueno, ¿Qué quieres hacer? - vaciló unos momentos hasta que me respondió.
- Vayamos a caminar mejor, ¿qué te parece al paseo de la costa?.
- Bueno, espero que el viento del mar no nos traiga mucho frió. - Pero que comentario más estúpido había hecho, parecía una vieja preocupándose por el clima, él se rió.
- No te preocupes, no lo creo. Si quieres puedo llevarnos a un lugar más cálido.

- Ah claro, tú tienes tu don.
- Mm... Ya sé que temas no sacar contigo.
Estaba pareciendo una amarga, rencorosa de no tener don. - No, podemos hablar de eso, sólo que me afecta un poco ya que por lo que ves no tengo don.
- De vuelta a lo mismo Maya, si vas a tener, pero si te empeñas en decir que no, la respuesta va a ser no, simple.
- Ojala, pero no te preocupes estoy siguiendo tu consejo.
De repente lo tenía muy cerca de mí, se había levantado tan rápido y caminado el espacio que nos separaba que casi no me había dado cuenta de cómo lo había hecho, su cara quedó tan cerca que su aliento me rozaba, me tomó de las manos y me miró a los ojos.
- Maya yo no quiero que seas infeliz, si vos me dejas yo te puedo ayudar y juntos ser felices, que dices ¿Me lo permites?
No tenía ni idea de qué responderle ya que ésta era nuestra primera cita, pero ¿qué le pasaba a este chico?, por lo visto esperaba mi respuesta, pero bueno, no me haría nada malo salir con alguien que encima tenía un grandioso don y que todos lo adoraban, me dije ”Maya se feliz”
- Sí, te permito.
- Gracias.
Se acercó poco a poco y me besó, fue un beso dulce y largo, muy lindo para ser mi primer beso, no me quería separar nunca más de sus labios, pero como él lo empezó, él lo cortó, me faltaba el aire, me miraba fijo y me tomó de la mano y empezamos a caminar.
Toda la tarde hablamos de nosotros y de nuestros gustos, hasta que comenzó a oscurecer, me acompaño hasta mi casa y nos despedimos con otro beso tierno y hermoso, entre a mi casa con toda la felicidad reflejada en cada célula de mi cara y de mi cuerpo y, supongo, que también de mi alma, pues mi mamá estaba en la cocina y me miró con cara divertida.
- ¿Cómo te fue hijita?
- Espectacular mamá.
Se rió, mientras que yo subía las escaleras directa a mi cuarto, llegué y me tiré en la cama, no podía entenderlo, de miles de chicas Denzil me había elegido a mí para que fuera su novia, él era tan perfecto, tan bueno, tan único.
- Así que mi pequeña hermanita tiene novio.
- Aléjate de mis pensamientos.
- Es que gritan por ser escuchados.
- ¡Ja! Eso crees tú.
- Más vale que no te lastime ese pequeño, sino se las verá conmigo.
- No lo hará, él me quiere – dije segura de lo que había dicho, mucho más de lo que yo creía.
- Si tú lo dices, te creo, - se encogió de hombros - entonces lo veremos seguido por aquí, ¿verdad?
- Eso espero.
Me fui a dormir después de cenar, y todo mi sueño fue sobre mi nuevo amor, mi sueño recorría cada rasgo de su persona, cada sonrisa, todo.
Me levanté contenta y me fui al colegio sabiendo que lo vería, apenas entré a clases de español, estaba sentado junto a mi banco, le sonreí y me senté.
- ¿Cómo amaneciste hoy?
- Perfecto y ¿vos?
- También, tengo unas nuevas ideas para ver que don puedes llegar a tener.
- Ah… Bueno, ¿tipo a un entrenamiento?
- Exacto
- Bueno después de clases, ¿Dale?
- OK.
Entró el profesor y para cuando empezó a hablar y todo el mundo se calló para atender, yo estaba llena de dudas, tontas, pero al fin y al cabo dudas sobre mi recién adquirido novio. Tras las palabras que me había dicho Denzil una sola idea me rondó la cabeza ¿y si él sólo se interesaba por mí para poder descubrir mi don, sólo para decir que él lo dio a conocer y me ayudó después de un largo y duro entrenamiento diseñado para ello? ¿Y si, como yo había creído desde siempre, al final no tenía don y al darse cuenta de que era verdad que no lo tenía, que no era común, me dejaría contradiciendo lo que me había dicho antes?. No podía evitar sentirme insegura, las dudas me habían acechado con dureza, tenía que hablar con Edur para hacer algo malo, entrar en la cabeza de mi novio y saber si las palabras que me había regalado durante todo el día de ayer habían sido reales.

Fin del capítulo

Jejejejee, bueno los capis no son muy largos pero no tienes desperdicio ¿no creen?
Espero hayan disfrutado. Cuando tenga el 4º capi q está escribiendo Paula lo pondré ok? no desesperen.
Besitos.

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL (PAULA)

Bueno aki les dejo el 2º capi de Paula, espero les guste sé q lo hizo con mucho cariño y mil gracias por su apoyo, las kiero,
Besos

Capitulo 2

Era ya fin de semana, me había quedado pensando todo el viernes porqué Denzil nunca había venido, no podía entenderlo, se había mostrado tan atento conmigo que no lo veía como esos chicos que te dejan colgada, algo le pudo haber pasado, pero no tenía aún siquiera su número de teléfono… Todo esto pensaba mientras estaba acostada en el sillón mirando la televisión y era zona peligrosa, me pude dar cuenta rápidamente.
- ¿Quién es Denzil?
- ¿Qué?, ¡¡¡NO TE METAS EN MIS PENSAMIENTOS EDUR!!!
- ¿Crees que soy feliz sabiendo que mi hermana tiene novio?. Tendría que matarlo por lo que te hizo.
- ¿Qué le hizo? - Preguntó mi papá.
- La invito a salir y la dejó plantada. Estuvo más de una hora esperándolo.
- ¡¡Mentira!! Déjenme en paz, ¡¡¡¿Por qué no podemos ser una familia normal donde nadie se mete en mis pensamientos?!!! - Me fui a mi cuarto y cerré con todas mis fuerzas la puerta, estaba tan enojada de que se metan en mi vida, ya tenía mucho con que ellos tuvieran dones y yo no, ahora también tenían que saber de lo patético que era mi poca vida amorosa, ¡odiaba no ser común, odiaba ser una marginada!.
- No eres una margina hermanita - Dijo Edur, entrando a mi cuarto con cara de tristeza. No lo pude evitar mis lágrimas empezaron a derramarse por mis mejillas, estaba tan avergonzada, nunca me había permitido pensar esas cosas en mi casa, solo lo hacía cuando él no estaba. Pero ahora sabía como me sentía y seguro que le diría a mis padres y me darían el discurso de que no importaba que ellos me iban a querer igual, lo cual lo hacía todo peor.- No les voy a contar nada a mamá y papá, pero quiero que hables conmigo.
- Es que tú nunca vas a entender lo que me pasa, porque nunca lo viviste.
- Te puedes sorprender de ver lo comprensivo que soy. – me contestó con una media sonrisa en los labios.
- Puedes ser comprensivo pero nunca entenderlo, lo siento Edur.
- No, el que lo siente yo porque no puedas confiar en mí Maya, no te cierres, no tienes que vivir todo esto tú sola.
- Por favor tienes que aceptar que cuando sea una marginada no podré vivir con ustedes, no sabiendo que soy la oveja negra.
- Pero todo esto de común y marginado no cambia lo que sentimos por vos, y date cuenta de que soy tu hermano no te tendría que decir estas cosas, te tendría que pelear y hacerte la vida imposible - Se rió, entonces me di cuenta de cuanta verdad había en sus palabras, un hermano común no haría estas cosas, cuanta felicidad me daba que se interese por mí, al fin tendría a alguien que tratara de entenderme en lugar de mentirme.- Para lo que tú quieras hermanita, te dejo sola, sólo porque tú lo quieres, cualquier cosa llámame.- Se levantó y se fue cerrando la puerta.
Ahora no estaba tan mal, no es que haya cambiado algo en mi vida, pero sabía que alguien me apoyaba y me entendía o al menos lo intentaba, pero estaba dolida de que una persona como Denzil me hiciera una broma como esa, porque caí en la cuenta de que seguro que era una broma, un chico tan popular como él no iba a querer salir con una marginada, aunque nadie supiera todavía que lo era, pero no se esperaba algo diferente, me prometí a mí misma que nunca más le hablaría, ni lo miraría, ni me haría falsas esperanzas.
Mi fin de semana paso rápido, hable mucho con Edur, y entendí muchas cosas que antes no, eso me subió un poco el ánimo, pero no tanto porque ya era lunes y eso significaba ir a la escuela y en ella estaba Denzil, que lamentablemente estaba conmigo en la mayoría de las clases.

Cuando llegué a la escuela, lo primero que hice fue ir directa a mi banco en la clase de Historia, me senté y miré fijamente a mi mesa sin levantar la mirada en ningún momento, hasta que escuché una voz muy entusiasta. Era de esperar que mi presencia no le pasara por alto a mi mejor amiga.
- ¡Maya! Te llamé todo el fin de semana ¿qué pasó que no me contestaste?
- Estuve ocupada, Libia perdón.
- ¿Haciendo?
- Poniéndome al día con las tareas que nunca hice.
- ¡Cuánto me alegro de escuchar eso! - Titubeó unos segundos. - ¿Y se puede saber quién te hizo cambiar de opinión? - una pequeña sonrisa se le dibujo en la cara.
- Edur - Le dije muy secamente.
- ¡Ah! - Pudo decir, ya que el profesor de historia había entrado.
Levanté la vista para saludarlo y mi mirada se cruzó con la de Denzil que me estaba mirando, le puse mala cara y bajé la mirada para enfocarme en la música de mi IPOD que me estaba poniendo en los oídos. La clase pasó rápido, sonó la campana y me levanté para ir al descanso, no esperé a Libia solo caminé hacia el patio, quería sentarme sola y tratar de pensar un poco en mi vida, en que debía de hacer ahora, en mi futuro y en cómo encontrar mi poder, porque creía tener esperanza, una pequeña, pero al fin y al cabo una esperanza de tener un don, todo esto lo pensaba mientras estaba sentada sola en el último banco del patio.

Estaba tan concentrada en la letra de “Lovebug” que no me di cuenta de que estaba acompañada hasta que me tocaron el brazo, di un salto asustada hasta que vi quien era, Denzil, me miraba con una mirada muy rara, no sé si de miedo o tristeza, pero era indescifrable. Lo miré de arriba abajo y me di la vuelta para enfocarme de nuevo en lo que hacía, sintiéndome muy culpable, pero recordaba mi promesa de no hablarle, entonces vi como se acomodaba al lado mío y no apartaba esa extraña mirada de mí, me puse de un modo que le daba la espalda completamente, pero él me tocaba una y otra vez el brazo para que lo mirara y supongo que para que me sacara el IPOD. Era tan frágil que me di vuelta y dejé el IPOD, lo miré y esperé, yo no pensaba hablar.
- Maya, perdón, sé que piensas que soy un idiota, pero no te dejé plantada a propósito, tuve un problema con mi familia y me tuve que ir urgentemente sin poder avisarte, pensé que lo entenderías - De repente veía las imágenes de cómo lo habían llamado por teléfono, que la madre estaba depresiva y que él se sentía muy mal por dejarme cuando no quería hacerlo. Todas estas imágenes podían ser mentira, pero no sé como, yo sabía que no lo era y, por un lado, me sentía feliz de que no lo haya echo a propósito, me sentí feliz de repente, volvieron todas esas ilusiones de estar juntos, entonces cometí un grave error, se lo hice saber.
Le sonreí y le dije.
- Lo entiendo. Perdón por ser tan paranoica e ignorante.
- No importa, estabas en todo tu derecho, pero quiero que sepas algo Maya, yo nunca te dejaría plantada porque sí, sé que es pronto, pero tú eres importante para mí y a mí no me importa si tienes o no don, a mí me importas tú, tu persona. - No podía creer que él me estuviera diciendo eso, simplemente como si nada, cuando habíamos hablado dos veces, que nos conectaron bastante, pero en fin, eran sólo dos veces. Éste era un chico ideal, yo lo sabía, nunca encontraría alguien como él, él me quería sin importar que haga o no.
-Gracias, me hace bien saber eso, - Me dedicó su sonrisa más hermosa y se me acercó, pero se paró justo a pocos centímetros de mi cara, mi corazón me avergonzaba parecía que se iba a salir de mi pecho.
-Tenemos que entrar, va a sonar la campana. - Apenas nos levantamos la campana sonó, fuimos corriendo hacia el aula.
Nunca en mi vida me había sentido tan feliz como en ese momentos y todo gracias a él, mi felicidad dependía de una sola persona, Denzil, eso me alegraba, pero a la vez me asustaba, no tendrá que pasar mucho tiempo para que él se dé cuenta de que no soy lo bastante buena y me dejará por otra, que lo haga más feliz y sea más digna de él. Pero por otro lado sentía que lo tenía que aprovechar al máximo que capaz que la suerte existía para mi también.
El día en el colegio se me pasó rápido, estaba esperando con muchas ansias llegar a mi casa. Cuando al fin llegué, mi mamá me recibió con un gran saludo, seguro que veía mi aura llena de felicidad, porque no se le salía esa risa tontona con nada. Pasé por al frente de el cuarto de mi hermano y se escuchó su risa, debía de saber el motivo de mi felicidad, entre a mi cuarto y empecé a buscar ropa más digna para mí, cuando entró Edur sonriendo.

- Ahí el amor.
- No empieces, ayúdame a encontrar algo lindo
- ¿Qué te crees que soy, una chica? No, ponte algo y yo te doy mi opinión.
Así fue como me probé millones de cosas, y al fin dio su aprobación a un vestido blanco con turquesa, dijo que hacía resaltar mis ojos, pero para mí él no tenía ni idea, lo decía para molestarme no más.
- Hermanita no te quiero romper la burbuja de felicidad, pero ¿estás segura que este chico no te hará daño?

- Edur, agradezco tu preocupación, pero si la gente viviera preocupándose por eso no existirían las relaciones, además Denzil me hace sentir… como especial, siento que con él no hace falta hablar, con solo mirarnos nos comprendemos. ¿Me entiendes?
- Por suerte no, porque sonaste como una tonta enamorada. - Le tiré un almohadón y se fue de mi cuarto cantando “El amor está en el aire…” una y otra vez.
Me acosté en mi cuarto a su espera, hasta que escuché el timbre, el momento al fin había llegado, íbamos a poder estar prácticamente solos.

Fin del capítulo

Espero q lo hayan disfrutado jejejejeje, espero comentarios ok?
besitos

miércoles, 16 de septiembre de 2009

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL (POR PAULA)

Bueno, hola a tod@s, jejejejeejeje, como aun no he podido terminar mis capis aki les dejo el comienzo de una historia q se q les va a gustar, es de mi amiga Paula a kien conocereis del foro purple rose por paaucullen, espero q les guste y espero comentarios sinceros por favor. besitos.




Prólogo

En un mundo cambiado por los cambios en la medicina, en donde los seres humanos poseen dones que los hacen aptos para la sociedad, todavía hay quien no los tiene y solo sirven en esta nueva sociedad para trabajos que son marginados al igual que ellos. Entre medias, una joven enamorada sufre por la marginación de no tener don hasta que descubre que si lo tiene, pero para entonces es tarde, pues su vida está completa y es más feliz de lo que lo había sido en años junto con el amor de su vida, un marginado que la ha hecho feliz. Ahora el dilema está en luchar por un amor prohibido en una sociedad clasista, en esconder el secreto de su don e intentar seguir siendo feliz ¿lo podrá conseguir?

Capitulo 1.

En el mundo actual hoy en día se pueden observar muchas cosas pero para poder entender lo que sucede tendremos que ir solamente diez años atrás, en solo diez años cambio todo un mundo que llevaba siglos siendo prácticamente igual, pero la introducción de las terapias genéticas para solventar los problemas de reproducción, el embarazo a la carta y el tratamiento de enfermedades desde la barriga materna modificando los genes de la gente, cambiaron aquella situación radicalmente. Hasta hacía diez años el mundo solo conocía algún bicho raro con algún don raro al que se le machacaba y marginaba o se le explotaba sin descanso, sin embargo, hace diez años entre la gente “común” comenzaron a encontrarse muy pocos “especiales” a los que se los denominaba así por el echo de que tuvieran “dones”, entonces cuando se dieron a conocer y las causas por las que parecían tener aquellos dones, se los acepto en la sociedad, admirándolos y comprendiendo que se había echo una nueva especie que eran superiores a los humanos comunes pero en sí humanos.
Después de un tiempo tratando de todos convivir con estos nuevos descubrimientos se empezó a observar que cada vez mas gente tenia “dones” entonces la gente se empezó a preocupar de que cada vez hubiera menos “comunes” y más especiales hasta que se formó otro gobierno idéntico al de comunes pero de especiales y se llegó a al acuerdo de que los especiales fuesen los que gobernaran y de que no se discriminaría a los comunes y se pusieron nuevos términos, los “ comunes” ya no se llamaban así se les llamaban “marginados” y los especiales ahora se llamaban “comunes” ya que no se podía llamar a medio mundo especial, de esa forma la gente ya no era clasificada por su color, su raza o su religión, sino que se pasó a ser simplemente especial o marginado y, estos últimos, como antaño lo habían sido aquellos que poseían algún don, eran tratados por la sociedad como algo que existe, pero no está.
Entonces uno se daba cuenta si era un marginado o un común a la edad como mucho de los 16 años, ése era el límite para saberlo, eran muy pocos los casos que se podían dar después, entonces durante esos 16 años uno entrena para ir viendo cual es su don, de cada 10 chicos uno no tiene don, y a esa gente se le daban trabajos marginados, no se podía esperar más de su vida, además de que no eran muy bien tratados, ya que no eran nada importante, entonces en pocas palabras yo lo clasifico así, si eres común y encuentras tu don tu vida es prácticamente perfecta siempre para algo vas a servir, ahora si eres un marginado ve arreglándotela para que te menosprecien y no importa cuánto sepas o cuanto te esfuerces nunca vas a lograr más, es así, no tienes don, no eres común, no importa si toda tu familia tiene don y vos no, no importa que tengas amigos con don, que sería muy poco probable, ya que es de mala reputación juntarse con los marginados, entonces para mí este mundo es una mierda, pero solo por el hecho de que tengo 15 años y todavía no doy muestras de tener algún don, todo esto obviamente me preocupa, la mayoría de mis amigas ya estaban descubriendo sus dones, pero me decían “Maya no te preocupes ya va a llegar mas viniendo de una familia con tantos dones y tan famosa”.
Lo mió era lamentable, además de que todavía no encontraba mis dones mis padres, junto a mi hermano Edur, fueron de los primeros en tener dones, mi mamá Ariadna Ellande podía ver las auras, mi papá Eldo Ellande podía “transportarse ”al lugar que quiera con solo pensarlo y mi hermano era el peor, por que era el mejor, con su don podía saber que pensaban las personas solamente si se proponía escuchar a esa persona, al principio escuchaba todos los pensamientos pero con tanto entrenamiento logro manejarlo y ya que era uno de los primeros humanos que tenia dones junto al resto de mi familia, son los que más respeto y dominación tienen sobre sus dones y acá estoy yo, la hija “fallada” , la que todos esperan que tenga un gran don, ¡cómo me encantaría decirles que no viene por genes, que realmente no se descubrió todavía porqué tenemos o no dones!, al menos, no de forma segura aún. Todo esto forma parte de mi patética vida.
Todo esto pensaba en mi clase de “descubrimiento de los dones” donde todos ya los utilizaban o veían como tratar de descubrirlo, al cambio, yo ya estaba resignada, no lo tenía estaba segura, obviamente me deprimía, yo sé que no tenia don.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por mi mejor amiga Libia, la mayoría de la gente se cambió el nombre a nombres griegos al descubrir sus dones.
- Maya, ¿no piensas hacer nada? Así vas a suspender – me recriminó.
- ¿Qué importa si hago algo o no?, si total, no descubrí mi don.
- Pero así no lo descubrirás, yo me di cuenta de un día para el otro que podía manejar el aire, así que no seas negativa.
- No soy negativa soy realista, pero dejemos de hablar de lo que no tengo, ¿cómo lo estás llevando?.
- Por ahora sólo puedo hacer una pequeña brisa, nada importante.
- Yo no diría nada importante - Dijo una voz atrás nuestro.
Las dos nos dimos la vuelta y ahí estaba hermoso como siempre, con esa sonrisa tan hermosa que te quedas atónita y te derrite por dentro nada más encontrarla mirándote, Denzil, si él era rebelde, todos con nombres griegos y él eligió uno inglés muy actual. Obviamente me quede sin hablar, pero Libia no era tan pasmada como yo.
- ¿A no?, ¿qué diríais vos?
- Manejar el aire es un don muy admirable, con el tiempo lo vas a saber manejar mejor y te va a ser de mucho uso.
- Eso espero. Igual no es nada comparado con tu don, ¿quién puede hacer ver lo que uno quiere que vean? Definitivamente eso es mucho mejor.
Se rió y dijo – Lo que tú digas, no es nada del otro mundo, pero te lo puedo demostrar.
En ese momento me vi caminando por la playa en bikini de la mano con Denzil y nos reíamos, y de repente, estaba de vuelta en la escuela con Libia y él , los dos mirándome, entonces me di cuenta de cómo funcionaba su don y lo peor es que tenia que hablar.
- Sorprendente - dije.
- ¿Qué viste? - Me dijo Libia.
¿Qué le tenía que decir?,¡ qué vergüenza! A Libia le gustaba Denzil, estaba segura, pero ¿a quién no le gustaba él? Era muy lindo y buena persona, encima tenía un don genial y era muy importante, hasta a mí me gustaba un poco, pero ¿por qué me mostró eso?, seguro fue solo una broma, con estos chicos nunca se sabe.
- Le mostré la jungla de Brasil, cuando yo viaje y como una serpiente le subía por sus pies – dijo Denzil mirándome de reojo de forma que mi respiración se vio interrumpida por sus ojos. Noté como su pie rozaba levemente el mío y me quedé aún más perpleja.
- Con razón quedo sin habla.
- Sí, fue horrible – balbucí casi sin aliento, no me recuperaba todavía.
Mal comentario, en ese momento sentí como se hacía una mueca de dolor en la cara de Denzil, seguro que me había malinterpretado.
- ¿Y cómo van tus prácticas? – preguntó como si le interesara de verdad la respuesta.
Qué le podía decir, “no tengo prácticas porque no ahí don, así que escapa mientras puedas”, vacilé un momento.
- Mal, todavía no encontré don.
- Además vale acotar que no practica tampoco como para encontrarlo.
Ahí estaba mi amiga siempre apoyándome, se podría decir que disfrutaba decir que me había dado por vencida.
- ¡Ya lo encontrarás, estoy seguro!, tú tienes pinta de ser única.
¡¡¡¿Qué?!!! ¿Me había dicho única?, ¿qué le pasaba? Estaba loco seguro, era mi imaginación o ¿estaba coqueteando conmigo?, seguro imaginación, 100% imaginación.
- Además, si no practicas tampoco lo vas a descubrir – continuó.
- Gracias supongo, practicaré.
- Mucho mejor. Se dio la vuelta y se fue.
- ¡No lo puedo creer! - grito Libia.
- ¿Qué?
- Te coqueteo y te dio un cumplido.
- ¿Vos crees?
- Queda más que obvio, ¡Dios maya, este chico esta muerto por vos!.
- Pero si es la primera vez que hablamos, además no sueñes, puede tener millones de chicas y me va a elegir justo a mí que no soy nada especial – le dije un poco abatida.
Digamos que yo no era hermosa pero tampoco fea, era de estatura media, ojos verdes con mezcla color miel, y mi pelo era castaño claro muy tirando al rubio, lo tenía largo hasta la cintura y era lacio menos las puntas que hacían como bucles, todos pensaban que eran de peluquería pero por suerte no , se me salían naturalmente, lo que más amaba era mi pelo.
- No importa lo que digas, lo que vi y escuche, son bastante pruebas, así que deja de tirarte abajo y conquístalo o aprovéchalo.
- ¿Vos decís?
- Sí, a la salida habla con él, por favor no arruines esto con tu mala onda.
- ¡Yo no soy mala onda!.
- ¿A no?, estás media cambiada este año, encima en vano porque ya te dije que vas a tener don estoy segurísima, puedo sentirlo.
- ¡Lo que vos digáis!.
En ese momento la profesora nos interrumpió diciendo que nos iba a tomar prueba teórica sobre cuales son los primeros pasos que tienes que hacer al descubrir tu don. ¡Aburrido! Los sabía todos, ya que para ver si podía notar alguno en mí.
Bien, ahora tenía que juntar un poco de coraje e ir a hablarle a Denzil, sé ve que él pensaba hacer algo parecido o era mi imaginación, ya que se quedó sentado leyendo. Salieron todos del aula, esperé hasta que se fue el último alumno y fui y me senté al frente de él, lo miré, no levantaba la vista de lo que leía. Carraspeé para que me viera, no funcionó, ¡ah! ya sabía, se hacía el difícil, entonces tendría que hablar, solo esperaba que Libia no estuviera equivocada.
- Emm – vacilé - Hola, ¿no sales?
Levantó la vista y me quedé mirando esos hermosos ojos color agua, porque era como si estuvieras metida en el océano, pero creo que con la simple descripción de azules estaría bien.
Se rió.
- Hola por segunda vez.
¡Diablos soy una idiota, no pude decir algo mejor que “hola”!.
- No salgo porque tengo que estudiar para la próxima hora.
- ¡Ah!, ¿qué te toman?
- Francés, no soy muy bueno.
- Pero si es opcional, ¿por qué lo elegiste sino eres bueno?
- Porque con la práctica se mejora.
- Aaa… Si quieres te dejo estudiar en paz - ofrecí.
Me levanté, me di cuenta de que era un estorbo, ¡qué mala que era para estas cosas!.
- Me puedes ayudar, si quieres, obvio – lo dijo tímidamente, lo cual me hizo casi sonreír.
- Te ayudaría si supiera francés, pero yo evito las clases opcionales - Me reí finalmente.
- No es difícil, solo escúchame y si ves que no se entiende mucho lo que pronuncio me decís.
- Bueno haré el intento.
Le sonreí, esto iba mejor de lo que podía esperar, pero gracias a él no a mí, era un cero a la izquierda con chicos y más con Denzil que era un chico que me sacaba el aliento con solo mirarlo.
Entonces él empezó a hablar y hablaba muy bien, ósea para lo poco que sabía de francés, gracias a mirar películas francesas, no parecía que estuviera diciendo cualquier cosa. No lo paré hasta que terminó, ¡era genial!. Paró y me miró con aquellos ojos aguados esperando la crítica, hasta que pude hablar.
- No eres malo, en realidad eres muy bueno, nunca pareció que estuvieras diciendo cualquier cosa – le dije un poco cohibida.
- Gracias, espero que mi profesora piense igual cuando le dé la lección.
- Seguro que te va a ir bien.
- Bueno ahora estoy libre, ¿quieres hacer algo en especial?
¡¿Algo en especial?!, ¿qué me estaba diciendo?, no lo podía creer era como una indirecta.
- No sé ¿Qué propones? – traté un poco de hacerme la interesante, no quería ceder tan fácilmente aunque lo deseaba.
- Bueno ahora nada ya que en 5 minutos va a sonar la campana, pero después de la escuela podríamos hacer algo, ir a tomar un helado tal vez, ¿te gustaría?
- Sí, claro.
- ¡Excelente! Cuando salga de francés te busco en tu clase, ¿Cuál tienes ahora?.
Vacile por un momento.
- Terapia - dije en un susurro.
- ¿Terapia? – enarcó una ceja, lo cual le dio a su rostro un punto divertido, pero atractivo al mismo tiempo.
- Sip, creen que estoy de mal humor y deprimida porque no encontré mi don .
- ¿Y lo estás?
- ¡No! Ya lo tengo asumido.
- ¿Qué tienes asumido?
- Que no tengo don.
- ¿Y cómo sabes que no tienes don?
- Me parece un poco obvio, ¿no?, no muestro indicios de tenerlo.
- Yo creo que si tienes, pero como no te esfuerzas y estás tan obstinada diciendo que no tienes, no lo descubriste todavía.
- Al menos alguien tiene fe.
- Y siempre la tendré.
- Gracias.
Justo sonó la campana, me tenía que ir a la terapia, pero ¿por qué me resultaba tan fácil hablar con él ahora? Hasta hace un rato no podía casi decir palabra alguna en su presencia y, sin embargo ahora, parecía lo más natural del mundo, como si fuera tan amigo mío como lo es Libia.
- Me tengo que ir - me dijo.
- Si yo también.
- Gracias por ayudarme.
- No gracias a vos por darme fuerzas - le sonreí.
Me sonrió en respuesta y se fue. Salí al pasillo y me gritó desde el otro lado - ¡Estoy esperando con ansias el helado! - Me reí, ¡era tan fácil reír con él!.
Cuando entre a terapia iba más feliz, no me la iba a pasar mal, iba a hacer que fuese productiva en algo. Cuando llego a su fin, salí y me quedé esperando afuera a Denzil, ya tendría que estar acá, capaz de haberse retrasado.
Espere unos 10 minutos, ya no había nadie en el pasillo, entonces me di por vencida, me fui caminando a casa pensando que era muy bueno para ser verdad, que nunca más me engañaría así a mí misma, que no tenía tiempo para chicos, aunque honestamente me hubiera gustado salir con Denzil, sería como un escape.
Fin del capitulo
Bueno espero q les haya gustado, los capis son un poco cortitos pero la historia esta muy bien, subiré otros dos capis en estos dias y luego segun me los vaya dando Paula, pero ya veran, la historia esta bastante bien.
Espero sus sinceros comentarios y sus animos para esta nueva escritora.
Besitos

lunes, 7 de septiembre de 2009

ATARDECER


Bueno hola a tod@s de nuevo, jejjejjeje,
aki les dejo el principio de Atardecer, el prefacio y el primer capi, espero q les guste, jejejejeje
besos

Prólogo

En la Academia Medianoche nada es lo que parece, pero él busca la verdad, pero en vez de encontrarla hallará el amor, una atracción peligrosa que le llevará por el camino del dolor, el odio y la desesperación. La lucha contra el lado oscuro de la Academia le hará encontrarse con un secreto que hará suyo. La mentira y el amor se mezclarán peligrosamente en su búsqueda.
Medianoche desde la visión de Lucas.

Capitulo 1: El primer encuentro

Estábamos en septiembre, pero mi cuerpo estaba ya caliente a causa de que llevaba toda la noche andando de un lado a otro. El plan era sencillo, entrar, descubrir, no ser descubierto y salir, eso en teoría, pero no iba a ser tan fácil, de eso estaba seguro, mi temperamento y el odio que les tengo son un gran factor en mi contra, lo más seguro es que tenga que huir y por ello era mejor saber por dónde sin vacilar y sin que me pille desprovisto de toda la información para hacerlo. Me tiré toda la tarde de ayer estudiándome los diferentes planos que tenía en mi poder, me los sabía de memoria. No había muchos sitios habitables a los alrededores, la gente parece ser lista, escapa siempre de aquello que es peligroso aunque sea inconscientemente y ese era el caso precisamente. El pueblo más cercano era Riverton, no es que fuese más grande que una aldea, pero al menos estaba lo suficientemente bien comunicado como para servir en caso de necesitar una huida rápida, eso sumado a que estaba situado al otro lado del río, me daba una ligera ventaja si había que salir de forma abrupta de aquel lugar.
El cansancio aún no se había apoderado de mi ser, aunque si sentía cierta debilidad en las piernas por la enorme caminata, había hecho los mismos caminos una y otra vez, hasta que estuve seguro de que en una situación de estrés supiera encontrar los caminos sin problemas.
Me adentré al alba en el agreste bosque que rodeaba el internado por su lado suroeste. La niebla lo cubría todo con su manto, aún así la silueta del la Academia Medianoche se alzaba imponente detrás de ésta como un espectro vigilante y acechante. Me arrebujé más en mi abrigo pues el frío de la mañana parecía aún más gélido en aquel lugar.
Todo estaba muy solitario, ni siquiera se oía sonido de algún animal, todo era de lo más tétrico y deprimente. A partir de ahora estaría solo, aquel sitio era sin duda el lugar más aislado de tantos donde he estado y, por supuesto, el más peligroso siendo mi persona.
Me acerqué despacio a la terrorífica construcción de estilo gótico, doscientos años después de su construcción y todavía conservaba ese lado oscuro al igual que el fin para el que fue hecha. La fachada era, sin embargo, algo digno de ver, las gárgolas que vigilaban la entrada y cualquier lado de ésta parecían estar vivas dentro de la piedra, la enorme puerta de la entrada que dejaba paso a el horror del interior estaba bastante ornamentada, pero en sí era bastante artística.
Me la quedé mirando largo rato dejando las dudas y los posibles miedos ocultos entre el follaje de aquel bosque, de ahora en adelante no se me permitiría dudar ni temer, solo averiguar y actuar.
En ello estaba cuando una de las pesadas puertas se abrió, sin quererlo todo mi cuerpo se tensó en un instante, preparándose para la lucha, me escondí un poco más entre los árboles del bosque, pero sin perder de vista la entrada del internado. Por ella salió una chica pelirroja con una chaqueta vaquera y una bandolera sobre el hombro, nada más salir se paró y giró sobre sus pies para mirar hacia la parte alta de la estrambótica construcción, tras lo cual salió andando apresuradamente hacia el bosque por una ruta cercana a donde yo me encontraba, pero conforme se fue adentrando entre los árboles y arbustos sus pasos fueron acelerando hasta convertirse en una carrera casi desesperada. Me miró, no sé como, pero nuestros ojos se encontraron y en los suyos el pánico era algo palpable, huía, estaba huyendo de aquel lugar y, posiblemente, de alguien que estuviera en su interior. No lo pensé dos veces antes de salir tras ella, alcanzarla y protegerla era el único pensamiento que llenaba mi cabeza, pues parecía alguien frágil y débil, su piel blanquecina inducía a pensar justo en eso.
Corrí detrás de ella, mirando a todos lados y atento a cualquier cosa que no fueran nuestros pasos, me vio y comenzó a correr más rápido, “¡Caramba que rápida es!”, pensé mientras aceleraba el paso para darle alcance. No vi a nadie, pero no quería decir que el peligro no acechara, ya que, como bien sabía yo, no siempre se oye al que te está dando caza.
Poco a poco le fui dando alcance, la verdad es que era la chica más rápida que había visto, pero la adrenalina en momentos de tensión al dispararse consigue que la gente lleve a cabo logros superiores a los que pueden llevar a cabo en cualquier momento. Tropezó con una piedra, casi se cae, pero consiguió mantener el equilibrio y seguir huyendo, lo cual me dio ventaja sobre ella. Al fin la alcancé y la plaqué contra el suelo, cubriéndola con mi cuerpo. Cayó de espaldas, soltando un “¡Ah! al hacerlo. Al sentirla bajo éste y saber que estaba segura miré a todos lados, incluidas las copas de los árboles y los matorrales mientras le preguntaba tapándole la boca para que no gritara:
- ¿Has visto quién te perseguía? – le susurré y retiré mi mano de sus labios para que pudiera contestar.
- ¿Te refieres además de ti? – la miré sorprendido “¿No la estaba persiguiendo nadie? ¿Entonces por qué corría de aquella forma?”
- ¿De mí? – no entendía a que se refería, aún así no me fiaba y, solo por si acaso, volví a mirar hacia atrás preparado para un posible ataque.
- Yo solo corría – volví a fijar mi mirada en ella – El único que me perseguía eras tú. – sus palabras me abofetearon en la cara.
- Quieres decir que creías que… - me retiré de inmediato de ella, pues yo no era un peso pluma exactamente – Ah, vaya, lo siento. No era mi intención… Tía, debo de haberte dado un susto de muerte.
- Entonces, ¿tu intención era ayudarme? – me preguntó atónita aún recuperando el aliento tras la frenética carrera. Asentí con determinación.
- Sé que debo de haberte asustado y lo siento muchísimo. Creía que…
Pero no me dejó terminar. Estaba conmocionado, era la primera vez que le pegaba un susto como ese a alguien y sin razón, podía ver en la cara de la chica el miedo y la confusión aún reflejados. Levantó un dedo en mi dirección y lo puso cerca de mis labios, pero sin tocarlos, me pareció de lo más extraño, pero creí sentir corrientes eléctricas saliendo desde ella hacia mí. Entonces articuló las palabras que confirmaron su casi estado de shock, jadeando y entrecortadamente dijo.
- ¿Te… quieres… callar? – dejé de hablar y me quedé solo observándola sin atreverme a moverme siquiera, no quería que se asustase de nuevo y comenzara a gritar, no era seguro.
Apoyó su cabeza en el suelo, suspirando, la había asustado más de lo que parecía. Se frotó los ojos fuertemente, tanto que me dio miedo que se hiciera daño, sin embargo, poco a poco comenzó a respirar hondamente. Hasta ese momento no me había fijado en ella exactamente, la verdad era que era bastante guapa aunque tenía un aspecto desmadejado y tembloroso. Se incorporó lentamente y sin apartar la mirada de mí me dijo:
- ¿Por qué me has tirado al suelo? – estaba un poco enfadada.
- Pensé que teníamos que ponernos a cubierto y escondernos de quien estuviera persiguiéndote, de ese que al final ha resultado ser, esto… nadie. – La vergüenza se apoderó de mí al igual que le cansancio acumulado, la carrera había consumido todas mis fuerzas. Agaché la cabeza mirando al suelo sobre el que estábamos echados. No sabía qué decir ni qué hacer, no me habían entrenado para aquel tipo de situación. Pero el silencio fue interrumpido por la voz de la chica.
- Eres alumno de la escuela – afirmó.
- Bueno, voy a serlo – mi voz era casi un susurro y no levanté la mirada por miedo a su reacción - ¿Y tú? – le pregunté, la curiosidad había reemplazado un poco a la vergüenza que sentía. La miré de reojo a tiempo para ver como asentía mientras soltaba su pelo y volvía a recogérselo de nuevo en un moño.
- Es mi primer año. Mis padres encontraron trabajo de profesores, así que… me toca pasar por el aro – su respuesta me pilló por sorpresa, no me hizo nada de gracia.
Fruncí el ceño, no entendía como iba a ser posible eso. Había sentido el latir de su corazón bajo mi peso, pero sus palabras me descuadraron un poco ¿Cómo serían sus padres? Otro misterio que se me planteaba y que de seguro resolvería al verlos, sin duda. Esto cada vez se complicaba más y solo acababa de comenzar. Ya no me sentía tan seguro como antes, ¿A cuántas cosas más sin planear me tendría que enfrentar? Y eso que me habían dicho que no sería tan difícil, pero de seguro que no sería la primera vez que tuviera que enfrentarme a ello y menos en este sitio.
La inquietud me golpeó ante esa pequeña revelación, por lo visto había cosas que no nos habíamos planteado antes de mi llegada aquí. Me fijé en que la chica me seguía mirando expectante. Me costó muy poco reponerme y fingir que no era nada del otro mundo lo que me acababa de decir. Me senté y le tendí la mano para ayudarla a incorporarse de la tierra húmeda.
- Lucas Ross – me presenté, después de todo era lo más correcto.
- Hola – me respondió aún conmocionada y extrañada seguramente por mi comportamiento – Bianca Oliver.
- El corazón te va a mil por hora – le dije al escuchar el golpeteó de su corazón contra sus propias costillas. Le miré de nuevo a los ojos preguntándome porqué habría salido de allí corriendo de aquella forma si nadie la perseguía, con aquel miedo en los ojos. – Vale, - mi curiosidad de nuevo ganó en aquel caso – si no corrías porque te persiguiera alguien, entonces ¿por qué corrías de esa manera? Porque a mí no me pareció que estuvieras haciendo footing precisamente.
- He madrugado para… bueno, para escaparme – me dijo bajando la voz, ahora era ella la que se encontraba azorada. Su mejillas tomaron un ligero color rosado sobre su piel blanquecina, lo que la hizo verse un poco mejor.
- ¿Tus padres no te tratan bien? ¿Te pegan? – necesitaba saber el porqué de su actuar, no era lo normal, aunque como yo ya bien sabía, en aquel lugar nada era normal.
- ¡No! – casi me chilló – No es eso – dijo bajando de nuevo la voz – Es que no quiero ir a esa escuela. Me gustaba la de mi pueblo y, además, la Academia Medianoche es… es tan…
- Pone los pelos de punta – terminé por ella.
- Eso – confirmó.
- ¿Adónde ibas? ¿Has encontrado trabajo en alguna parte o algo así? – el color de sus mejillas se tornó aún más rojas de lo que estaban anteriormente.
- Ah, no. En realidad no me escapaba de verdad, solo estaba llevando a cabo una… declaración de principios. O algo así. Pensé que si hacía una cosa por el estilo, mis padres por fin comprenderían lo mucho que detesto estar aquí y tal vez nos iríamos. – la miré incrédulo ¿de verdad creía que sus padres le iban a hacer caso porque ella se escapara? O esta chica estaba loca o sus padres siempre le daban lo que quería porque sino… no se podía contemplar que pensara de aquella forma a su edad, pues supuse que tendría más o menos los mismos años que yo. Pero su descripción me hizo recordar una de tantas travesuras que había llevado a cabo contra las intransigencias que, a veces, me imponían mis padres. Sonreí.
- Como yo con el tirachinas
- ¿Qué? – vaya parecía que lo había dicho en voz alta. En fin, intenté explicarme.
- Cuando tenía cinco años, pensaba que mis padres estaban siendo injustos conmigo y decidí irme de casa. Me llevé el tirachinas porque ya era todo un machote, ya me entiendes, y podía cuidar de mí mismo – además, pensé para mis adentros, debía estar preparado para un posible ataque – Creo que también me llevé una linterna y un paquete de Oreos.
- Creo que ibas mejor preparado que yo – me dijo con una sonrisa en los labios, parecía estar recuperada casi del todo. Le conté como me había resistido pegado a la valla del patio trasero y como, tras empaparme bajo la lluvia y coger un empacho tras comerme las Oreos volví a entrar a mi casa y mi madre hizo como si no hubiese ocurrido nada.
- Lo mismo harán tus padres. Lo sabes, ¿no? – le pregunté mirándola de reojo. Parecía muy abatida al darse cuenta de la triste realidad, lo cual me hizo pensar que, a lo mejor, aquella chica tenía un sexto sentido y había averiguado que en aquel sitio pasaba algo horrendo por lo que no quería quedarse allí. - ¿Quieres irte de aquí de verdad? – le pregunté seriamente, si ella quería salir de aquí, a lo mejor podía darle una vía de escape.
- ¿Te refieres a… huir? ¿A escaparme de verdad? – estaba sorprendida ante mi pregunta. El horror se marcó en sus ojos haciéndose patente ¿qué era lo que le asustaba? – No, no quiero – me contestó tras tranquilizarse un poco – Volveré y me prepararé para ir al cole como una niña buena. – su cara de mártir me hizo sonreír sin poder evitarlo.
- Nadie te obliga a comportarte como una niña buena – le dije con la sonrisa aún en los labios preparado para una posible retracción de su decisión. Sin embargo, sus palabras me hicieron cabrearme un poco.
- Es que… la Academia Medianoche… No sé si voy a saber encajar en este lugar - ¿quién querría hacerlo? Yo no desde luego, además ella no tenía porqué quedarse si no quería, había miles de lugares mejores que éste la verdad. Pero al mirarla para recriminarle todo ello me di cuenta de que me estaba preocupando demasiado por aquella chica ¿pero qué narices me estaba pasando? Era una completa desconocida y, sin embargo, ya me sentía en la obligación de cuidar de ella, desde el mismo instante que la tuve debajo de mía. De repente se levantó, tan de sopetón que no pude evitar ponerme en tensión y agudizar el oído ante cualquier cosa rara.
- ¿Y qué hacías tú cuando me viste? – me preguntó mientras me levantaba también atento a cualquier cosa, aunque pareció no darse cuenta de mi tensión. Me relajé un poco, no sabía exactamente porqué, pero cada vez me sentía más a gusto con aquella desconocida.
- Ya te lo he dicho, creía que necesitabas ayuda. Por aquí corre gente un poco chunga. No todo el mundo sabe controlarse – le contesté escudriñando a nuestro alrededor y sacudiéndome las hojas que se habían quedado enganchadas en mi jersey - No debería haberme precipitado en sacar conclusiones, pero me pudo el instinto. Lo siento. – el arrepentirme no era mi estilo, pero algo me impulsó a decirle aquello.
- No pasa nada, de verdad. Ya sé que querías ayudarme. – dijo bastante más tranquila de lo que lo había estado antes. Me fijé en un brillo que estaba apareciendo en sus ojos, me gustó aunque todo mi ser me llamaba a ser cauto, no quería volver a asustarla - Me refería a que qué hacías antes de verme. La presentación no empieza hasta dentro de unas horas y es muy temprano. Les dijeron a los alumnos que llegaran sobre las diez.
- Nunca se me ha dado bien seguir las normas. – sonreí, el hecho de que los “alumnos” aún no llegaran era ventajoso para mí.
- Entonces... ¿Eres una persona madrugadora, de esas que se levantan de un salto por las mañanas?
- Ni por asomo, todavía no me he acostado. - Me di cuenta de que al decir aquello las pupilas de Bianca comenzaron a brillar con más intensidad ¿atracción? Resultaba un poco raro, pero por si acaso quise darle buena impresión, ensanché mi sonrisa un poco más, como si quisiera ligar con ella. - . De todos modos, mi madre no podía acompañarme. Está fuera, podríamos decir que de viaje de negocios. Cogí el tren nocturno y decidí llegar a pie, para saber qué terreno pisaba y... – “y poder saber exactamente por donde escapar si las cosas no salen bien” quise añadir, pero eso era demasiada información para una desconocida, así que mirándola directamente a los ojos añadí - … rescatar damiselas en apuros.
- ¿Por qué vienes a Medianoche? A mí me toca pringar por mis padres, pero seguramente tú podrías ir a cualquier otro sitio. A uno mejor. Como... no sé, cualquiera. – preguntó con un poco de indignación como si no pudiera creer que alguien como yo viniese a un sitio como éste por devoción, la entendía muy bien, pero aún así no sabía cómo explicarle o qué explicarle “No mira es que soy un miembro de una organización que va detrás del tipo de “alumnos normales” que suelen venir por aquí, pero como ahora están aceptando otra clase de alumnos nos preguntábamos porqué sería y yo vengo a investigarlo”. No, creo que no sería una buena respuesta para esa pregunta aún siendo la verdad. Dejé de mirarla directamente aunque mis ojos seguían enfocados en su dirección, caminamos hacia la aterradora Academia mientras pensaba una respuesta coherente apartando las ramas a nuestro paso para que no le dieran en la cara, una costumbre aprendida del señor Watanabe, ser siempre caballeroso con las mujeres.
- Es una historia muy larga. – contesté al fin.
- No tengo prisa por volver. Además, aún quedan cuatro horas hasta la presentación. – centré de nuevo mi mirada por completo en ella, mirándola más intensamente, parecía que mis sospechas se estaban confirmando ya que se mostraba ansiosa ante la idea de que la dejara y volver dentro del internado.
- Es que también es una especie de secreto – uno que pesaba como una losa para mi desgracia, pero que por mi seguridad tenía que ser así si no quería encontrar la muerte entre las paredes de Medianoche.
- Sé guardar secretos. – me dijo medio suplicante, medio avergonzada - Es decir, tú vas a mantener en secreto este asunto por mí, ¿no? Me refiero a lo de salir corriendo y morirme de miedo...
- No se lo contaré a nadie. — le dije. Tras pensármelo un momento decidí que mostrarle un poco de la verdad no era tan malo, parecía de confianza y, al menos, no se había puesto a gritar ni entrado en shock así que ¿por qué no? - Hace unos ciento cincuenta años un antepasado mío intentó entrar en el internado. Podría decirse que suspendió – no pude evitar reírme, era otro miembro de la organización que vino también en una misión, lo pillaron y escapó por los pelos dejando un bonito recuerdo en la cristalera de la entrada - . Por eso depende de mí «limpiar el honor de la familia».
- No es justo. No deberías tener que tomar todas tus decisiones en función de lo que él hiciera o dejara de hacer. – me hizo gracia su manera de tomarse mi inusual historia.
- No todas, me dejan elegir los calcetines – me levanté el pantalón para poder enseñárselos. Cuando lo vio su cara se iluminó con una amplia sonrisa, algo en mi interior se removió al verla, casi estuve a punto de levantar la mano y acariciarle la cara cuando me interrumpió.
- ¿Por qué suspendieron a tu retatara lo que sea? – aquella pregunta me bajó el ánimo por un momento, sacudí mi cabeza, no quería hablar de ello, pero ya había empezado así que …
- Se batió en duelo la primera semana.
- ¿Un duelo? Venga, ¿alguien insultó su honor? ¿O fue por una chica? – sus ojos se desenfocaron un momento como si intentara recordar algo
- Pues tendría que haber aprovechado muy bien el tiempo para conocer a una chica en los primeros días de escuela. – me quedé parado en seco mirándola, me di cuenta de que hoy era mi primer día en aquel sitio y ya había conocido a una chica por lo que su pregunta no parecía tan descabellada ahora. Mientras contemplaba sus ojos de un color marrón tierra algo dentro de mí me impulsaba hacia ella, quería acercarme más, lo necesitaba, pero la presencia del internado era muy fuerte. Volví la cabeza para verla, allí omnipresente se alzaba Medianoche, me enervé, odiaba todo aquello que representaba y todos los secretos que guarda, la odiaba con toda mi alma. Aún así seguí hablándole algo más secamente de lo que lo había hecho antes - Pudo haber sido por cualquier cosa. Entonces se batían en duelo a la mínima de cambio. Según la leyenda familiar, empezó el otro tipo, aunque la verdad es que da igual. Lo que importa es que sobrevivió, pero no sin antes romper una de las vidrieras del vestíbulo.
- Ah, claro, hay una con cristales transparentes y no sabía por qué.
- Ahora ya lo sabes. Desde entonces, Medianoche le cerró las puertas a mí familia.
- Hasta ahora.
- Hasta ahora – convine - . Y no me importa. Creo que aquí aprenderé muchas cosas, pero eso no significa que me tenga que gustar lo que veo.
- Pues yo no estoy segura de que me guste nada – su forma de decirlo me hizo darme la vuelta, era como si ella supiera más de lo que parecía, como si conociera lo que aquí se escondía, no pude evitar mirarla de una forma un poco feroz, en ese momento me sentí como cuando estaba delante de un enemigo
- Me gustan las gárgolas, la montaña y el aire puro. Eso es todo. – le dije mirando de reojo hacia la Academia y suavizando mi tono.
- ¿Te gustan las gárgolas? – lo preguntó como si no creyera lo que le estaba diciendo, como si las temiera, ¡qué ironía!
- Me gusta que los monstruos sean más pequeños que yo. – le contesté sonriendo para infundirle valor.
- No me lo había planteado nunca de ese modo. – habíamos llegado a la linde del bosque, nos paramos donde comenzaban los prados que rodeaban el internado. - Le tengo pavor – me confesó como si aún estuviera pensando en escapar de allí mientras miraba fijamente la edificación.
- Todavía no es demasiado tarde para salir corriendo, Bianca – le dije tranquilamente.
- No quiero salir corriendo, pero tampoco quiero estar rodeada de extraños. Cuando estoy con gente que no conozco soy incapaz de hablar, de actuar con normalidad o de ser yo misma... ¿Por qué sonríes? – la había mirado un segundo extrañado para luego contener sonriendo una carcajada.
- Pues a mí me parece que no has tenido muchos problemas para hablar conmigo. – le confesé intentando no soltar la risotada que me inundaba la garganta por la cara de sufrimiento y sorpresa que estaba apareciendo en su rostro. Parecía tan indefensa.
- Contigo... Supongo que... Creo que me asustaste tanto que se me pasó el miedo de golpe - balbució parpadeando nerviosamente.
- Eh, pues si funciona. – me burlé de ella.
- Sí. – su mirada me penetró, tuve una sensación extraña como si fuese un dejavú, de alguna manera aquella chica que era una completa desconocida se había vuelto familiar, como si la conociera desde hacía tiempo y solo nos hubiésemos reencontrado. - Debo volver antes de que mis padres se den cuenta de que no estoy. – dijo afligida, no quería volver allí, pero se resignaba a hacerlo.
- No dejes que te sermoneen.
- No lo harán. – no estaba muy seguro de ello, pero aún así asentí ante su completa seguridad
- Nos vemos por aquí. – me despedí penetrando de nuevo en la penumbra del bosque, sin volverme a mirarla, desplazándome rápido antes de que alguien indeseado me viera.
Me desplacé hasta donde había dejado mis cosas tiradas en el intento fallido de salvarle la vida a aquella chica. En mi cuerpo una sensación de desazón se había instaurado sin saber el motivo justo tras dejarla allí sola, pero supuse que simplemente era el instinto protector que me había impulsado a correr tras ella.
Cogí rápidamente una de las dos bolsas grandes que llevaba y mi mochila de donde las tenía desde la madrugada pasada. Las había escondido antes de hacer la ronda buscando un lugar seguro, ahora tenía que esconder mi material de trabajo en un sitio donde nadie lo descubriera el cual había localizado en lo alto de la torre norte, en un cuarto de almacenamiento al que, al parecer, no subía nadie desde hacía tiempo. Subí sigilosamente las escaleras, escuchando como en el interior de la Academia había gente moviéndose de un lado para otro, por suerte para mí, estaban tan enfrascados en la preparación para la llegada de los alumnos que nadie me vio. Abrí la puerta muy despacio, chirrió levemente por lo que me quedé parado un minuto antes de adentrarme en la pequeña sala llena de polvo. Encontré justo lo que necesitaba nada más traspasar la puerta, un baúl donde descargué mi pesado petate.

Fin del capitulo

bueno espero q lo hayan disfrutado jejejeje, si no me lo dicen y vere lo q puedo hacer, de verdad q agradezco sugerencias.
ahora dos peticiones: 1ª necesito ayuda para hacer una portada para este libro, he echo una la q hay al principio, pero eso es lo maximo q puedo hacer jjjjejejejeje no soy nada buena con programas de dibujo y diseño asi q si alguien tiene una idea la agradezco; y 2ª se q sonare repetitiva pero les pido paciencia a
tod@s, me he dado cuenta de q este proyecto me va a traer de cabeza pero no se preocupen no l@s dejare colgad@s.
besos