domingo, 18 de octubre de 2009

EL INFIERNO DE SER ESPECIAL - PAULA

Bueno chic@s lo siento he tenido problemas con internet pero por fin parece q se ha arreglado y aki os dejo el 5ºcapi de pau el mio intentare ponerlo lo antes posible pero tengo un catarro del copon asi q depende de como este y si puedo terminarlo ok? bueno aqui os dejo el capi pa q os entretengais mientras
Besos

Capítulo 5

Nos sentamos en una de las mesas de fuera, en la terraza de la heladería. Me puse a mirar la carta de helado, había varios que me gustaban, pero como iba a compartirlo con él, no sabía cual preferiría.
- ¿Cuál te gusta más? – le pregunté. Esperé por su respuesta, pero no me contestó, lo cual me pareció de lo más extraño. Bajé la carta para encontrarme a un Denzil pensativo y consumido por el dolor, aunque su rostro estaba sereno, en sus ojos se podía palpar claramente todo aquello que Edur me había contado. - ¿Denzil? – le llamé. Levantó la mirada hacia donde me encontraba y me sonrió, pero sus ojos seguían vacíos de alegría.
- Lo siento ¿decías?
- ¿Qué te pasa? – no pude aguantar más, necesitaba que me lo contara por él mismo, no quería admitir que mi hermano me lo había dicho y mucho menos el porqué lo había hecho, pero si debía hacerlo para que me lo contara lo haría. No respondió, pero sus labios se curvaron un poco hacia abajo – Venga Denzil cuéntamelo, por favor – le supliqué.
- No es nada, de verdad, es solo que… .- pero no escuché más, mis tripas se revolvieron en ese momento, pero no por pena o por agonía como me había pasado antes, sino que se habían llenado de mariposas, millones de mariposas me revoloteaban en el estómago de una forma en que mi corazón se inflaba de felicidad y amor por todos lados, notaba como cada poro de mi cuerpo se ensanchaba dejando que penetrara por cada uno de ellos una sensación tan nueva y tan hermosa para mí que no sabría describirla, la felicidad inundó mi cabeza, mi cuerpo y mi alma por completo, estaba tan radiantemente dichosa que mi sonrisa se hizo más que ancha, algo me había agarrado por completo y, tras experimentarlo, era yo la que no quería soltarlo. Miré de nuevo hacia donde se encontraba mi novio, pero lo que vi me desconcertó aunque no aminoró las sensaciones que me embargaban – Maya – dijo preocupado - ¿estás bien? – me preguntó, esa pregunta se estaba convirtiendo en algo habitual aquel día.
- Si ¿por?
- Porque te has puesto…, no sé rara de repente
- ¿Sí? – vacilé, me encontraba bastante normal, muy feliz, pero normal al fin y al cabo - ¿por qué lo dices?
- Porque … – bajó la voz y se puso un poco serio - porque te estaba contando que mi madre ha empeorado y tú vas y comienzas a sonreír y te pones más feliz que unas pascuas – estaba enfado, lo notaba, pero no lo estaba exteriorizando, lo ocultaba muy bien bajo una pequeña máscara de preocupación, aunque su tono lo delataba del todo - ¿se puede saber por qué? – me quedé un momento con cara seria, no sabía cómo explicarle lo que me estaba pasando, solo sabía que me encontraba completamente feliz por todo, pero no por lo que le estaba sucediendo a su madre, eso no era real, pero él pensaba que era por eso, ¡Mierda!.
- No es eso Denzil - ¿por qué no podía borrar aquella estúpida sonrisa de mi cara? – es que no sé explicarte lo que me está pasando, es algo muy raro – vale, si antes pensaba que me estaba burlando de él y de la situación que estaba viviendo ahora pensaba que estaba loca, eso seguro.
- Pues inténtalo – dijo algo brusco. Me retiré de él por la repentina agresividad que emanaba hacia mí, nunca me había imaginado algo así de su parte. nos miramos un buen rato hasta que nuestro contacto visual fue interrumpido, lo cual agradecí, por el mesero de la heladería.
- Buenas tardes ¿qué van a tomar?
- Pues… - miré a Denzil de nuevo, el cual tenía puesta su falsa máscara de tranquilidad en el rostro, de nuevo su mirada lo traicionaba profundamente - ¿qué te apetece? – le pregunté un poco compungida por toda aquella situación
- Lo que tú quieras estará bien – me respondió secamente.
- Ummm … a ver… sí, creo…, creo …, - no tenía ni idea de en qué me estaba fijando de lo que había en la carta, lo único de lo que era consciente era de la enorme energía negativa que mi acompañante emanaba hacia mi persona – un helado seven choc con sirope de nata, por favor – pedí, pero cuando me dispuse a mirar al camarero para entregarle la carta, algo en mi interior se desmoronó de nuevo, las mariposas comenzaron a revolotear, no solo por mi estómago, sino por todo mi cuerpo, haciéndome estremecer de un modo que ni el propio Denzil lo había hecho, mi cuerpo respondió de una forma que no había experimentado con nadie, ni siquiera con él, o al menos, no aún. Me puse roja como un tomate, mi respiración se alteró un poco junto con el ritmo de mi corazón, pero conseguí controlarla, mi cuerpo se calentó al igual que lo hacía cuando tomaba el sol en la playa, pero con un nuevo matiz de calor que no conocía, pues la radiación que provenía del chico me inundó hasta alcanzar zonas de mi cuerpo que nadie había explorado todavía, me perdí en un sueño con él aún estando despierta al mirar unos profundos y alegres ojos color arena, mientras una magnífica sonrisa aparecía en su rostro. No sé lo que me detuvo en el sitio, ni porqué me comporté como lo hice, lo único que sé es que al devolverle la carta mi mano rozó la suya y un rayo recorrió mi cuerpo de una manera bastante violenta haciendo que mi interior se derritiera como la mantequilla encima de un fuego. El camarero se sorprendió ante mi roce y me miró confundido, pero sonriente, miró entonces a Denzil y automáticamente mi mirada se desvió en su dirección también, pero él no estaba pendiente de lo que estaba pasando, de nuevo se hallaba lejos de la heladería, dentro de su propia casa. Miré de nuevo a los ojos de aquella persona y me derretí con su contacto, no entendía que me estaba pasando, pero la alegría se había convertido en euforia y toda ella emanaba de aquel chico al que ni siquiera conocía ¿qué estaba mal conmigo?
- De acuerdo, lo traeré en unos minutos – dijo el chico y su voz sonó en mis oídos como si fuera música celestial, como si los mismísimos ángeles hubieran venido a darme un concierto gratis y abrirme las puertas del cielo para que entrara por ellas haciendo que su sonido fuera maravilloso. Retiró su mano de la mía, se giró y se marchó al interior de la heladería. Al irse el vacío que dejó me llenó de penuria y de un vacío que no supe identificar.
- Maya – me llamo Denzil
- ¿Sí? – le dije girándome hacia él con una expresión que no era muy alegre en aquellos instantes.
- Lo siento
- ¿Por qué?
- Por haberte acusado injustamente, sé que no debía haberlo hecho, pero tu repentina alegría me enfadó y supuse…. que…, que….
- Me estaba riendo de ti y de la situación de tu familia – terminé por él. Asintió agachando la cabeza al mismo tiempo. Su pena me traspasó de una forma que su dolor se acopló al vacío que sentía tras la marcha del camarero. – De verdad que no lo estaba haciendo es solo que, no sé porque, de pronto me he sentido muy feliz de encontrarme en este lugar y… - yo también bajé la mirada hacia mis pies – y la verdad es que te dejé de escuchar por unos momentos, lo siento mucho – sentí como sus manos se deslizaban por mi cara haciendo que le mirara a los ojos, los cuales estaban llenos de una profunda conmoción, por lo que supuse, le habían causado mis palabras, pero no pude hablarle, ni decirle nada más, pues sus labios se estrecharon contra los míos de una forma febril y apasionada, pero el beso me supo amargo, doloroso, insípido por alguna extraña razón, un beso que hubiera disfrutado en todo su aplomo ahora lo sentía vacío y sin sentimiento, aunque notaba como Denzil ponía toda su ternura en él. Entonces lo sentí de nuevo, la euforia, la alegría sin límites, la libertad para expresarla, todo, de un modo aún más intenso que antes. Me aferré a los labios que me besaban de una forma enloquecida y apremiante, los besé con ternura, con deseo, agradeciendo cada toque, cada movimiento, cada deslizarse sobre los míos. Estaba soñando de nuevo como lo estaba hacía unos momentos.
- Disculpen, aquí tienen – la voz del camarero nos sacó de nuestro momento íntimo y a mí de mi trance, de mi sueño, con él, pero al separarme y darme cuenta de con quién realmente había pasado todo aquello, me encogí por dentro, estaba besando a Denzil, mientras pensaba en que se lo hacía a otra persona ¿en qué me convierte eso? En una persona despreciable, así me sentía.
- Gracias – articulé un poco jadeante y sintiendo el ardor en mis mejillas. El camarero asintió y se marcho instaurando de nuevo aquella horrible sensación en mi pecho ¿sería posible que alguien a quien no conocía me hiciera sentir de esa manera solo con su presencia? Algo estaba cambiando en mí, lo notaba, pero no reconocía el qué aún, no estaba preparada para ello y mi mente aún no lo aceptaba.
Cuando hubimos terminado el helado en un silencio un poco incómodo, pero que nadie rompió, me alegré de alejarme de la heladería y de aquel chico que me hacía sentir tan desmesuradamente contenta sin saber porqué. Denzil siguió muy callado hasta que nos encontramos en la puerta de mi casa.
- Esto…, bueno hasta mañana – le dije un poco dudosa de cómo comportarme en aquellos momentos. Levantó la mirada, estaba triste de nuevo. – Denzil de verdad cuéntame que te pasa, por favor – le volvía suplicar. Su mirada me atravesó, como si quisiera decirme algo muy profundo y quisiera encontrar mi respuesta en el interior de mis ojos.
- Te quiero – me soltó susurrándomelo al oído mientras me atrapaba con sus brazos y me acercaba a su cuerpo peligrosamente – te quiero mucho Maya, no sabes hasta que punto estás siendo mi salvación en estos duros momentos para mí, pero espero algún día saber explicarte y que me perdones por todo lo que te estoy haciendo – me quedé petrificada con sus palabras ¿qué le podía responder? Nada coherente por lo que decidí abrazarle fuertemente para consolarlo. Después de unos minutos abrazados el uno junto al otro, se separó de mí, - Gracias por todo, buenas noches – se despidió dándome otro pequeño, pero intenso beso en los labios.
- Buenas noches Denzil, intenta descansar ¿ok? – asintió y con una sonrisa se alejó por mi calle hacia su casa.
Me quedé parada en el porche unos minutos viendo como se alejaba de mi vista, pero, aunque mis ojos seguían su figura, mi mente estaba completamente absorta en otra persona, el camarero de la heladería.

Fin del capítulo


Bueno pues aki teneis, tanto Pau como yo os pedimos q nos comenteis q os parece ok? muchas gracias por estar ahi siguiendo nuestras historias, gracias
besos

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. mmm paula, paula, paula....
    niña me encanta para donde esta tirando la historia,
    es como aire fresco despues de tanto vampiro...
    ¿acaso ese camarero tiene alguna clase de DON?
    ¿sera que la tonta realmente le gusto el camarero?
    ¿sera que el camarero la obligo a sentir lo que sintio?

    por que si es haci pido a Denzil para MI ok
    la primera de la lista...

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  3. pau kiero massssssssssssssss
    besos

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