sábado, 4 de julio de 2009

Bueno aki 2 capis mas, mi intencion es subir mñn los 4 k kedan y luego el nuevo, espero no fallaros, besitos.

Capitulo 27

El viento azotaba fuerte contra la Academia Medianoche, de forma que la brisa que rebotaba sobre su fachada creaba remolinos que llegaban hasta donde me encontraba, alborotándome el pelo haciendo que éste se me enredara al cuello. Me quedé congelada mirando estupefacta el aspecto que presentaba Medianoche, tan siniestra y escalofriante como siempre, pero ahora su aspecto tras el incendio era mucho más tétrico si cabe. La torre norte estaba devastada, el techo del edificio central derrumbado - me entró un escalofrío al recordar como me había caído de él y fui a parar encima de la gárgola de piedra que hay justo un poco más abajo – y todas las paredes de la fachada ennegrecidos por el hollín desprendido del fuego devastador que la había consumido la noche anterior.
Un sentimiento extraño me recorrió la espalda, me giré, mi mirada recorrió su superficie sin creérmelo del todo, la flor, la flor roja que tantas veces había aparecido en mis sueños, la que tanto ansiaba tener estaba allí, prendida en una rama como la rosa abierta más hermosa que se pueda imaginar, con su color rojo sangre, sus pétalos tan lánguidos y afilados como siempre, tan maravillosa, exótica y perfecta como en todos los sueños en que la había visto. El viento los rozaba suavemente, no era tan fiero contra ella como lo era contra Medianoche o contra mí, se movía suavemente de un lado a otro, como las olas del mar movidas con la brisa. Intenté acercarme a ella, pero como siempre el seto no me lo iba a poner fácil, "esta vez ella será mía", pensé "él no me lo podrá impedir", no, esta vez la cogería aunque mi piel se rasgara bajo las espinas de las zarzas y enredaderas que la protegían. Pero cuando me agachaba para cogerla un quebrar de ramas me hizo ponerme en guardia y girarme para mirar a mis espaldas. Mientras lo hacía una risa familiar me heló la sangre en mis propias venas. Charity estaba de pie, enfrente mía, riéndose de mí.
- Siempre con la guardia baja, tan confiada, tan inocente ante la malicia del mundo – comenzó a reírse de nuevo. Yo no podía moverme, pues mis ojos se quedaron prendados, no de ella, sino del bulto que yacía a su lado colgado de la rama de un árbol. Ella siguiendo la dirección de mis ojos, me miró aún más penetrante y me sonrió con malicia. - ¿tienes curiosidad por saber a quién llevo aquí?
No me podía creer lo que estaba oyendo, ahí de pie sonriendo me estaba preguntando si quería saber quien era la víctima que tenía colgada a su lado, puesto que eso era en lo que se iba a convertir la pobre y desgraciada persona que yacía colgada. Pero ¿por qué me sonreía con tanta malicia? "¿será alguien que yo conociera, Raquel, Dana o…o….?", no podía pensar en su nombre. No, definitivamente no podía ser Lucas, él era bastante fuerte, quizás no tanto como ella, pero ya le había ganado una vez no sería difícil que lo hubiese vuelto ha hacer, entonces ¿a quién escondía bajo la manta que cubría el cuerpo? No soportaba más la situación, la incógnita, la sensación tan aterradora que se había adueñado de mis entrañas y me las retorcía como si fuesen un alambre flexible al que hubiese que dar forma. Cogí aire lentamente, intentando calmar mi respiración y mi pulso que se habían disparado haciendo que mis nervios afloraran por todo mi cuerpo; me sentía débil, pero conforme el aire fue saliendo de mis pulmones, mis nervios fueron aflojándose de tal forma que me sentí sin fuerzas. Al alzar la vista con los pulmones vacíos, miré a Charity con tanta incredulidad que ella sonrió satisfecha, como si con mis dudas y mis miedos la hubiese hecho la persona más feliz del mundo, y lo estaba haciendo, estaba segura.
- Qué ¿no lo quieres saber o te da miedo ver quien es? – volvió a preguntarme al no decirle nada.- ya veo que tus seres más allegados, a esos a los que dices querer no te importan demasiado sino pones interés a lo que te estoy diciendo – y rió aún más fuerte de lo que lo había hecho hasta ahora.
Llené de nuevo mis pulmones, pero antes de que le replicara ella tiró de la manta y volví a quedarme clavada en el sitio con mis peores temores confirmados y el aire saliendo abruptamente de nuevo de ellos, Lucas yacía colgado del árbol, con aspecto demacrado y varios moratones y rasgaduras en la cara; se habían enfrentado, ella le había golpeado y seguramente él se había defendido brutalmente, pero esta vez, ella había ganado. Un hilillo de sangre caía desde la comisura de su boca hacia su barbilla. Estupefacta aparte la mirada de él y la dirigí hacia Charity tan dolida por la confirmación de mis temores que casi no podía ni respirar; sin embargo, ella se vio tan satisfecha con su obra que adquirió una actitud arrogante y de superioridad cuando me dijo:
- Ummm, es bastante mono la verdad, - ella rozó la mejilla de Lucas con su mano, pero él ni se inmutó - ahora que lo veo de cerca me parece mucho más atractivo que cuando me perseguía. – de repente dejó de mirarme para clavar sus ojos en el rostro de Lucas. Comenzó a dar vueltas a su alrededor - Parece tan apetecible… – dijo con voz melosa. Volvió a mirarme y preguntó - ¿no crees? – estaba tan confusa, tan estupefacta por lo que estaba pasando que hasta que su mano no rozó su boca llenándose el dedo de la sangre de Lucas y metiéndose éste en la boca, no comencé a asimilar las palabras tan perturbadoras que hasta ese momento había pronunciado. – ummmm, apetitoso, muy apetitoso – lamió sus labios con su lengua, relamiéndose con el dulce sabor de la sangre fresca.
- ¡No puedes hacerlo! – le dije con un hilo de voz, las fuerzas aminorando dentro de mí.
- ¿Hacer qué? – me preguntó con ojos tan flamantes y maravillados por lo que mi mente había vislumbrado, pero de lo que aún mi mente no quería ser consciente.
- Nuestras leyes le protegen. No puedes cazar la presa de otro vampiro. – las palabras salieron de mi garganta a borbotones, como un leve suspiro tomando forma.
- ¿A no? – clavó sus ojos sobre los míos, atrayéndome hacia ellos como si quisiera hipnotizarme y hacer su voluntad sobre mí, mientras proseguía. – Bianca, Bianca, la verdad es que no sé como puedes seguir siendo tan inocente con todo lo que sabes y obra en tu poder - "¿en mi poder, a qué se referirá?" me pregunté, pero no tuve la fuerza de interrumpirla para que me respondiera - . Yo no soy amiga de las reglas como ya habrás comprobado, pues éstas son solo para los débiles ¿no crees? Y yo no soy para nada débil ¿verdad? – y antes de que pudiera replicar sus colmillos se hundieron fuertemente en la garganta de Lucas, el cual inconsciente, se retorció ante el cortante tacto de los dientes.
Al principio no soltó sonido alguno, pero unos segundos después de que Charity le hincara el diente, abrió los ojos de golpe, aterrorizado, sin poder enfocarlos, pero cuando lo hizo fijo su mirada en mí, despavorida y horrorizada por lo que la vampiro había hecho, sin poder moverme de pura conmoción, le sostuve la mirada con dolor. Lucas me miró con reproche, con el que me merecía por no estar ayudándolo, lo intenté, pero en el momento en que mis pies se pusieron en movimiento para ir hacia ellos, el seto se cercó más sobre mí, apretándome tan fuertemente entre sus ramas que los pinchos de las zarzas se hincaban en cada palmo de mi piel. Intenté soltarme por todos los medios, pero su abrazo era tal que cuanto más intentaba liberarme más se cercioraban sus ramas sobre mi cuerpo hasta el punto de que casi me asfixiaban. Luché una y otra vez, mi mirada desesperada fijada en la de Lucas conforme se apagaba la vida en ella, pero no pude liberarme, mientras Lucas moría ante mis ojos.
Tras unos minutos su cuerpo cayó como un trapo viejo sobre las hojas y la hierba del bosque, sin vida en sus entrañas, sin nada por lo que luchar, dejé de hacerlo. El aire se volvió más frío y gélido de lo que lo había sido, Charity había cortado la cuerda que lo sujetaba a la rama dejando que su cuerpo yaciera vació a sus pies, redimiéndolo, mostrando así su superioridad sobre la propia humanidad de Lucas, como si ésta no importara y, para ella, ésta no tenía importancia. Sus ojos estaban coloreados del rojo más intenso, tanto como el de la flor que tanto ansiaba; era el rojo de la sangre de Lucas, el rojo de la vida que había apagado, el rojo del amor que tanto quería. Su boca contorsionada en una cruel y satisfecha sonrisa, su mirada aún fija en la mía; la aparté y miré a otro lado para no seguir leyendo el regocijo en sus ojos mientras Lucas yacía muerto.
Frías lágrimas brotaron de mis ojos, danzando por mis mejillas hasta llegar a mi cuello donde se congelaban a causa del frío creando una especie de cadena, con la que me hubiese gustado ahorcarme en ese momento, alrededor de mi cuello. Dolorida hasta lo más profundo del alma, rota por dentro a causa de la pérdida de la persona a la que más amaba, miré de nuevo hacia el lugar en donde debería haberse encontrado Charity, pero ya no estaba, se había ido. Mi cuerpo perdió la poca fuerza que le quedaba a causa del torbellino de emociones que me inundaban: el dolor por la pérdida, la impotencia por no haber podido hacer nada, el sufrimiento de saber que ya nada sería lo mismo y el deseo de que la muerte también me llegara. Con ese último sentimiento me rendí ante el destino, no quería vivir, no si Lucas no iba a formar nunca más parte de mi vida ¿Para qué vivir una eternidad si no hay con quien compartirla?
Aún sintiendo el dolor de las espinas clavándose por mi cuerpo, me abandoné sobre el seto, mi cuerpo flojo se hundió en su superficie, haciendo que mi piel sangrara, pero no me importaba, ya nada lo hacía. Mi espalda se curvó tanto que pude contemplar la flor mientras esperaba a que la muerte se cerniera sobre mí, no me importaba si era en breve o tardaba, si la espera era larga me lo merecía por no haber luchado, por no haber hecho nada para salvarlo; no sabía si alguien como yo podría ir al cielo de los humanos, pero no me importaba estar en él o no, solo quería volver a estar con Lucas, con mi amado, donde fuese, aún consumiéndonos en las llamas del infierno se estaría mejor si estaba con él. Me abandoné en los recuerdos de cuando habíamos estado juntos, a las horas en “nuestra habitación” mientras contemplaba como la exótica flor iba marchitándose "¿Por qué lo hacía? ¿Por qué se moría?¿Qué la hacía marchitarse?", no le encontraba sentido a lo que veía, pero ya no era importante, el deseo de que fuera mía se había desvanecido, ya sólo existía el dolor y las ansias porque la muerte se cerniera pronto sobre mí. Me sobresalté viendo como la flor que se estaba ennegreciendo al marchitarse era consumida por las llamas "¿Quién la habrá prendido?", pero mi pensamiento fue contestado de la manera más ardua en la que se pueda pensar.
Oí pasos frente a mí, me incorporé lo más rápido que mi cuerpo pudo, lo que ví me sobrecogió por completo: Lucas estaba de pie mirándome con un deseo impropio en él - ¿cómo podía ser? Charity lo había matado, lo había visto y lo había llorado; "Mordido varias veces", pensé, a Lucas lo había mordido yo en dos ocasiones, la de Charity era la tercera mordedura, mi amor se había convertido en un vampiro - , a su lado, surgió una figura de la que parecía no tener consciencia portando una antorcha en la mano, acechante, Charity, lo miraba con malicia.
- ¡Lucas! – intenté gritar, pero la voz apenas sonó en el viento y él no pareció oírme; sin embargo Charity me miró y me sonrió de nuevo mientras acercaba la antorcha al cuerpo de Lucas.

- ¡¡¡¡¡¡LUCAS!!!!!! – grité de nuevo tan fuerte que los pulmones me dolieron y la garganta se me desquebrajó al hacerlo, me levanté e incorporé agitada, temblorosa, aterrorizada y desorientada, con el corazón y la respiración a mil por hora, con la imagen de Lucas consumiéndose bajo el yugo de las llamas, tan reciente en mi mente que aún podía sentir el calor que éstas desprendían sobre mi cara.
Me eché a llorar, las lágrimas brotaban como puntas de lanzas desde mis ojos, me hacían daño sobre la piel, estaba helada y éstas se congelaban al tacto con el aire clavándoseme en el cuerpo como las espinas de mi sueño. Noté como alguien me agarraba por la espalda, me giré de golpe con los dientes saliendo para defenderme y morder si era necesario, pero cuando levanté la vista, lista para atravesar el cuello de la persona que me intentaba mantener entre sus brazos, "Charity" pensé, me quedé sin aliento al ver el rostro de Lucas colmado de preocupación.
- ¿Qué sucede preciosa? – me preguntó mientras miraba estupefacto hacia mis colmillos preparados para atacar a la mínima de cambio y separando sus brazos de mí al mismo tiempo un poco aterrorizado - ¿quizás un mal sueño?. No pude contener el alivio al verlo a mi lado. Comencé a respirar más lentamente, intentando tranquilizarme. Estaba vivo y a mi lado, sano y salvo. Me abalancé sobre él, abrazándolo fuertemente. - Calma, calma – me repetía una y otra vez, mientras me acariciaba la espalda con su mano – solo ha sido una pesadilla.
"Una pesadilla, sí solo hasido eso", me repetía una y otra vez mientras las lágrimas brotaban sin descanso de mis ojos y una sensación extraña, pero familiar, se instauraba dentro de mí, haciendo que la duda creciera en mis adentros ¿De verdad había sido solo un sueño?. Después de un rato Lucas me separó de su cuerpo, a lo que intenté oponerme, me miró con desconsuelo en los ojos al verme sufrir tanto. Me dolió tanto ver esa expresión en ellos que, enterrando de nuevo el rostro en su pecho le dije: - Lo siento – con hilillo de voz demasiado azorada y avergonzada para decir nada más.
Bajé la mirada, los nervios agarrados en la garganta reseca tras haber gritado. Me separé un poco para verle, pero su expresión no había cambiado. Me abalancé de nuevo tan fuerte sobre él que lo plaqué contra el colchón. Levanté la mirada mientras los colmillos terminaban de retraerse hacia su lugar normal, esperando algún reproche por su parte, sin embargo, en su semblante no había ni rastro de éste, por el contrario una sonrisita aparecía en su boca, pero la preocupación crecía en su mirada mientras mi silencio se prolongaba sin decir ni una palabra.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó alguien desde la puerta. Lucas y yo pegamos un respingo al oír a Dana abriendo la puerta; se quedó parada en ella con cara de preocupación, mirando a todos los rincones de la habitación y lista con una estaca en la mano para defenderse de lo que fuese que me hubiese alterado. Sin embargo, cuando nos miró una sonrisa pícara apareció en su rostro. – Lucas, hazme el favor de no hacer gritar a Bianca mientras intimáis, te recuerdo que los nervios no están muy asentados de momento por aquí – y comenzó a reírse mientras se giraba y cerraba un poco la puerta tras de sí.
- Sólo ha sido que Bianca a tenido una pesadilla – respondió Lucas en forma de reproche mientras nos tapaba a ambos con la manta. - nada más.
Nos miré, nuestros cuerpos desnudos estaban uno contra el otro, encontrándome encima de Lucas. Entonces lo entendí, Dana me había oído gritar y había venido a socorrernos al creer que nos atacaban por el terror que destilaba mi voz al gritar, pero al vernos así se estaba imaginando que mi grito había sido provocado por alguna caricia de Lucas. Me sonrojé, tanto que podía notar el calor rebotando en la piel desnuda del pecho de Lucas, donde mis mejillas descasaban.
- ¿A no? – dijo Dana riéndose más fuerte. – Kate dice que cuando estéis despiertos y visibles, por favor bajéis, tenemos reunión en un rato.
- Ok. – respondió Lucas resoplando y mirándome ceñudo. Le hacía tan poca gracia como a mí tener que salir de nuestra pequeña burbuja privada. Dana cerró la puerta tras de sí, nos quedamos callados hasta escuchar el sonido de sus zapatillas topándose con el último escalón de la escalera que daba acceso a la parte baja del almacén, mientras comentaba lo sucedido con la gente que ya estaba abajo. Comencé a levantarme, preparada para vestirme y bajar a la reunión que nos había anunciado Dana, pero entonces Lucas me agarró y me volvió a aferrar fuertemente contra su pecho.
- ¿A dónde te crees que vas, mi ángel? – en su mirada ardía la picardía por doquier, lo cual me hizo sonrojar de nuevo. Se rió por lo bajo mientras me cogía de las mejillas y me besaba fuertemente en los labios. – te he hecho una pregunta ¿no me piensas responder? – dijo mientras sus labios bajaban lentamente por mi cara hacia el cuello.
- Pues a… abajo…Dana… - pero no pude seguir más, mis sentidos se habían concentrado solo en una cosa, el roce de sus labios sobre mi piel, despertándola, acariciándola. Lucas se rió de nuevo, haciéndome cosquillas en la base del cuello, provocando que mi cuerpo se estremeciera bajo su aliento. Me giró sobre mi espalda, haciendo que ésta se apoyara contra el colchón suavemente. Su lengua había concentrado todos sus movimientos en el lóbulo de mi oreja en ese momento. Jadeando, con la respiración entrecortada y a mil por hora como los latidos de mi corazón, pude replicarle:
- Lucas, … la reunión…Dana … Kate…. – pero él no cesaba en sus caricias, en sus besos, en el toque de sus manos sobre mi piel aún desnuda. – Lucas…– repliqué de nuevo, pero sonó tan gutural, tan susurrante, que más que una réplica parecía un incitante a que siguiera, y él así se lo tomó.
Comenzó a bajar por mi pecho rozando con sus labios y su lengua cada palmo de mi piel. Mi cuerpo se contorsionaba ante su toque, su roce, el calor que emanaba de su propio cuerpo, era tan cálido, tan suave. Las sensaciones de las horas anteriores comenzaron a recorrerme de nuevo, el éxtasis afloraba en mi interior tan ardiente como si nunca se hubiese ido. Aún con todo lo que habíamos vivido hacía unas horas y lo que acababa de suceder, él estaba tan ansioso y deseoso como yo, la fuerza que nos empujaba el uno contra el otro comenzaba a surgir de nuevo, arrastrándonos en ella.
- ¡Mierda! – Lucas se separó de mí bruscamente.
- ¿Qué pasa? – le pregunté aún jadeosa y temblando de pies a cabeza.
- Dana les ha dicho que estábamos en “asuntos privados” y Eduardo está subiendo para interrumpirnos, como ya ha conseguido hacer – al decir aquello mi oído capto lo que por la excitación no había hecho, los pasos de Eduardo retumbaban pesarosos sobre los escalones de la escalera.
Me fastidia reconocerlo, pero Lucas era mejor que yo en percibir los sonidos, en estar alerta mientras disfrutaba de mí tanto como yo de él, la diferencia estaba en que, mientras yo me abandonaba por completo a mis sensaciones, Lucas siempre esta atento a cualquier cosa, por pequeña que fuera, a alerta, protegiéndonos, protegiéndome como siempre había dicho que haría. En ese momento me sentí la persona más afortunada de las que habitaban aquel lugar. Sin duda Lucas cuidaba y cuidaría siempre de mí al igual que yo de él, pero eso no quitaba que siguiera siendo mucho mejor que yo. Se levantó veloz cuando escuchamos el último escalón crujir bajo las botas de Eduardo, cogió sus pantalones y se los puso rápidamente.
- Será mejor que te tapes y no te levantes hasta que se haya ido – me dijo a la vez que abrochaba el botón y subía la cremallera de los pantalones que le había quitado anteriormente. Recordarlo me hizo sentir aún más fastidiada por la visita tan inoportuna del padrastro de Lucas. – ese cabronazo no estará a gusto hasta que nos haya pillado con las manos en la masa y me haya ridiculizado delante de todo el mundo. Eso es lo que le gusta.
Estaba furioso, nervioso, en cualquier momento Eduardo irrumpiría en nuestro cuarto y Lucas, lejos de calmarse, se ponía más furioso con nuestro visitante. Cuando la puerta se abrió, tan de golpe que apenas me dio tiempo a taparme para que Eduardo no me viera desnuda, Lucas parecía querer abalanzarse sobre él como si se tratase de un intruso indeseado, como si Eduardo no fuese su padrastro, sino un vampiro al que matar. Intenté llamar su atención, pero no lo conseguí.
- ¿Qué coño haces aquí? ¿A qué has subido? – le espetó ferozmente nada más asomar por la puerta.
- Creo que ya lo sabes – le respondió sutilmente Eduardo, pero su voz destilaba tanto odio por Lucas como éste le había espetado a él.
- Dana ya nos lo ha dicho, no hacía falta que subieras a repetírnoslo – le respondió Lucas.
- Ya veo – dijo con mofa, mientras sus ojos se centraban en los míos, divertidos, mientras yo me ruborizaba hasta ponerme roja como un tomate. Lucas lo miraba fieramente, con un destello atroz en su mirada. Eduardo se volvió hacia él y mirándole con igual repugnancia le espetó
– Ya sabes que a tu madre no le gusta esperar, así que más vale que no lo hagas.
- Lo que haya entre mi madre y yo es cosa nuestra, - su voz estaba cargada del más puro odio, aún más del que nunca había oído o visto en él – y ahora, si no te importa, ¡lárgate! – casi le rugió.
- Tenéis dos minutos. – tras lo cual cerró la puerta y volvió por donde había venido.
Lucas se quedó mirando la puerta con los puños cerrados, el cuerpo rígido y el deseo de matar a alguien en los ojos. Me levanté, pero mi movimiento no atrapó para nada su atención; sigilosa y lentamente me acerqué a él, abrazándolo suavemente con mis brazos cuando llegué a su lado. Se puso aún más rígido ante mi contacto, pero poco a poco fue cediendo hasta quedarse flojo, como sin fuerzas, mientras resoplaba una y otra vez para tranquilizarse. Volteé mi cuerpo sobre el suyo hasta ponerme delante de él sin dejar de abrazarlo.
- Mejor – dije sonriéndole dulcemente.
- No sabes cuanto – su sonrisa me confirmó que ya estaba más calmado, aunque no del todo, pero lo peor ya había pasado.
- Bueno a ver…, ummmm, donde estábamos – mientras mis dedos recorrían su pecho aun desnudo, mi mirada se posaba en la suya, pícara, deseosa de más, pero en sus ojos se vislumbraba aún el disgusto y la rabia; los cerró y tras unos segundos volvió a abrirlos y me miró.
- Mejor lo dejamos para más tarde – pero su mirada recorrió todo mi cuerpo de nuevo de arriba a abajo y viceversa, mientras sus manos acariciaban suavemente mi espalda haciendo que volviera a recorrerme una corriente eléctrica tan placentera que me hacía derretir por dentro.
- ¿Estás seguro? – le pregunté con cara de pena fingida.
- Sip, o eso creo. - sus ojos volvieron a recorrer mi cuerpo desnudo una vez más - Aunque más vale que te vistas si no quieres que cambie de opinión – nos reímos, pero estaba segura de que no iba a pasar nada más.
- De acuerdo, más tarde entonces.
- Más tarde. – convino él.
Tras vestirnos y adecentarnos un poco - aunque más que adecentarnos lo único que hicimos fue ponerme de nuevo el pijama y sobre él la bata con los que había huido de Medianoche hacía solo unas horas y Lucas, volver a ponerse sus pantalones y la camiseta manchados, la camisa se quedó en la silla donde la había colocado-, me besó fuertemente en los labios estrechándome contra su pecho, me cogió de la mano y me arrastró fuera de la habitación para enfrentarnos a su madre y, de nuevo, a Eduardo en la reunión que comenzaba en la planta baja.

Capitulo 28

- ¡Al fin estamos todos! – dijo Kate al vernos a Lucas y a mí terminando de bajar las escaleras del almacén -, por fin podremos empezar la reunión.
Eduardo situado a su lado nos miró divertido. Lucas me apretó la mano fuertemente al ver que me quedaba parada en el sitio y tiró de mí hasta un lugar en la parte posterior del habitáculo que se había preparado para esa ocasión, aunque llamarlo así tampoco era lo correcto.
A la derecha de la escalera, viendo ésta de frente, habían colocado unas patas de hierro con una larga tabla encima que hacía de mesa de cabecera donde estaban situados Eduardo y Kate. Delante de ésta habían colocado varias cajas de las que estaban repartidas por todo el almacén en forma de asientos para el resto del grupo. Lucas y yo nos sentamos al final, junto a Dana y a Raquel. Nos saludaron con un gesto de la cabeza, pues Kate comenzaba a hablar en ese momento, aunque no le presté nada de atención, ya que ésta se había centrado en Raquel. Estaba junto a Dana, a su derecha, por lo que ésta quedaba entre nosotras, la maldije por ello en mis adentros pues me hubiese gustado haber estado al lado de Raquel y no de ella, puesto que mi compañera de habitación por todo este curso estaba cabizbaja, retraída y no es que esto no fuese normal en ella, pero de nuevo tuve la sensación, al igual que la había tenido en el sótano del almacén la noche anterior, que le pasaba algo, algo que no me iba a contar, de momento no, hasta que no estuviese preparada, pero me dolió mucho verla así. Me quedé mirándola, pensando, estaba de nuevo triste, llena de un miedo que solo yo parecía reconocer en ella, pero era lógico, había compartido con ella dos años y, en el último, nuestra relación había crecido gracias a que vivíamos dentro de la misma habitación. Recordé entonces que me había prometido a mí misma la noche anterior que hablaría con ella o, al menos, intentaría hacer que ese terror que la inundaba desapareciera una vez que hubiese solucionado los problemas con Lucas, lo había olvidado, pero como ya todo estaba bien con él, ahora necesitaba un plan para ayudarla a ella como ella me había ayudado a mí.
Justo cuando pensaba en ello, su mirada se encontró con la mía dejándome aún más preocupada por lo que le estuviera pasando. Sus ojos estaban humedecidos, su cara demacrada, ojerosa y pálida, de seguro no había dormido nada después de haberla dejado esta mañana. Al verla así un instinto maternal, o eso creo, creció dentro de mí. No pude resistirlo más, me levanté, Lucas intentó agarrarme del brazo pero no le dejé, mis pensamientos y mi atención se concentraban solo en una cosa, Raquel.
- ¿Te pasa algo Bianca? – la voz de Kate me devolvió de nuevo a la realidad.
- No nada.
- Entonces ¿por qué te has levantado? – la miré, no sabía que responderle exactamente. Comprendí que todo el mundo estaba pendiente de mí en ese momento, me sonrojé, pero cuando mi mirada se encontró de nuevo con la de Raquel todos mis bochornos quedaron a un lado. Su mirada era de reproche, pero no podía esconder la súplica al entender que mi intención era sentarme a su lado.
- Solo quería ponerme al lado de Raquel – le contesté llanamente, no había razones para mentir. - De acuerdo – respondió de forma cortante, brusca y ofendida -, pero la próxima no molestes.
Acto seguido me dirigí a Dana para pedirle permiso en cambiar nuestros asientos, ella me lo permitió y me senté al lado de Raquel. No le dije nada, no hacía falta, ella ya sabía lo que estaba pensando, así que, aunque sabía que las muestras de afecto y cariño no le gustaban, la cogí de la mano. Tal y como esperaba me miró recelosa, incluso un poco mosqueada, pero no retiró su mano, sabía que necesitaba consuelo y ella se dejaba consolar. "Algo gordo le pasa, pero ¿el qué?" me pregunté, era cierto que los acontecimientos hasta la noche pasada no habían sido muy gratos, pero se le veía tan contenta por noche al descubrir que no estaba loca, que sus miedos e impresiones en Medianoche no eran infundados ni imaginados sino ciertos, experimentó tanto alivio que no encontraba razones para que estuviese así, no las había encontrado desde que me la encontré en el sótano con la misma derrotada actitud. No me gustaba el hecho de que le perturbara algo, porque eso significaba que había algo turbio detrás de ello, con Raquel siempre lo había. La seguí mirando fijamente, no pareció molestarse, así que no dejé de hacerlo, quería analizar cada gesto, cada mirada, cada expresión de su cara mientras pudiera tenerla cerca sin que nadie nos molestara. Nada en ella cambió, seguía igual, quizás un poco más tranquila desde que mi mano estaba alrededor de la suya, pero nada más. De nuevo las lágrimas comenzaron silenciosamente a abnegarle los ojos y a correr libres por sus mejillas sin descanso, le apreté aún más la mano, me miró y atisbé el agradecimiento de tenerme junto a ella, a su lado, pues en ese momento supe que yo era la única conexión con su anterior mundo, aquél en el que ella solo era una incomprendida, una rechazada por todos, incluso por sus padres, por lo que estaba sufriendo a causa de todo lo sobrenatural que le rodeaba sin saber que era cierto todo lo que imaginaba. Para mi sorpresa me devolvió el apretón como si fuese capaz de leerme el pensamiento y supiese exactamente lo que estaba pensando; perpleja miré nuestras manos entrelazadas y sonreí "como dos hermanas, nuestro entendimiento es como el de dos hermanas" pensé, la verdad es que Raquel era para mí lo más parecido ha tener una hermana, la quería muchísimo y todo lo que le sucedía ahondaba tanto dentro de mí como si lo estuviera sufriendo en mis propias carnes al igual que ella, me preocupaba y le deseaba solo lo mejor, era más que una amiga eso era seguro. Al mirar hacia nuestras manos, me llamó la atención algo que ya lo había hecho antes, algo que, no sabía muy bien porqué me preocupaba y, a la vez, me era familiar, tanto que me ponía los pelos de punta, como si el simple hecho de llevarlo a cabo me advirtiera de algo malo, perverso, de algo extraño pero amenazante a la vez, Raquel, al igual que la noche anterior, seguía frotándose compulsivamente el brazo izquierdo una y otra vez, como si le picara sin descanso, haciendo de este movimiento algo repetitivo, sincronizado, como algo automático en ella, pero sabía que no era así, ella nunca solía hacer eso. Algo dentro de mí se encendió de repente, como si hubiera encontrado la cura para alguna enfermedad incurable de repente: ese movimiento continuo y repetitivo tenía que ver con lo que le pasaba, era parte de su misterio, Raquel no exteriorizaba con palabras lo que le sucedía, pero sus acciones la delataban tanto o más que sus explicaciones. Me fijé entonces en el brazo, "¡¡No puede ser!!" me alarmé, retiré mi mano de la suya y junto con la otra agarré su brazo pasando por encima de su mano derecha, la cual frotaba su piel una y otra vez, a la altura del codo, en ella una pequeña línea rosácea, bastante marcada y con la piel que había creciendo sobre ella irregularmente repartida en su superficie, me llamó la atención. Sentí un tirón y casi me caí del cajón, levanté la mirada temblorosa, sorprendida, horrorizada hacia Raquel, ésta estaba de pie junto a mí, su mirada era profunda, asesina, estaba encolerizada hasta la médula, todo su cuerpo temblaba, su semblante se había contraído en una mueca dura, llena de ira, sus puños cerrados sobre sí se apretaban tanto que las venas que corrían por ellos se marcaban de una forma tan exagerada que parecía que iban a explotar en cualquier momento. Le sostuve la mirada, con la preocupación y el miedo creciendo rápidamente en mi interior, pero no era por su actitud, no, eso no me daba miedo, el terror que ahora me recorría hasta el último centímetro de mis venas era el que me había producido la imagen de aquella simple cicatriz, de aquella pequeña, pero tan aterradora cicatriz rosa en el cuerpo de mi mejor amiga, de mi hermana. Me levanté y la enfrenté.
- ¡Oh Raquel! – le dije suplicante.
Intenté abrazarla, pero su rechazo fue categórico. Sentí el dolor, no solo físico, pues uno de sus puños cerrados se había estampado de lleno contra mi cara haciendo que me girara y perdiera el equilibrio por el impulso tan enorme que llevaba, me caí al piso del almacén sobre una de las cajas en las que estábamos, hasta ese momento, sentadas. Quedé aturdida, dolorida, no en la cara, pues ese dolor había sido momentáneo y pasajero, sino en lo más profundo del alma, confusa, asustada, cabreada conmigo misma por no haberlo descubierto antes, por no conocer a Raquel tan bien como creía, por haber fracasado como amiga, como hermana como lo había hecho. No, mi dolor era mucho más que eso, era desesperante, endemoniado, un dolor de los que se instaura en el alma y no te abandona así como así, un dolor de esos que sabes que nunca se irán pues la culpa los alimenta y hacen fermentar. El dolor de saber lo que pasará y no saber como pararlo, como proteger ni como cuidar de la persona desprotegida, porque sí, en ese momento Raquel era más que una víctima anterior, era una víctima en potencia, una víctima a la que había que proteger, pero a la que no sabía como, pues no podía, no sabía que era lo que le iba a suceder, era frustrante y aun más sabiendo que si la noche anterior no hubiese pasado, tendría a alguien, a varias personas con las que comentar y que me sabrían dirigir acerca de cómo actuar en esa situación. Sí, seguro que tanto Balthazar como mis padres me hubiesen podido aconsejar sobre qué hacer con Raquel, sobre qué hacer con alguien que ha sido mordido por un vampiro más de una vez, pues eso era lo que le pasaba, ese era su miedo, el miedo y la incertidumbre de no saber si se convertirá o no en uno, de estar rodeada de asesinos de vampiros y convertirse en uno de ellos sin saber si quiera si ella misma iba a transformarse en aquello contra lo que luchaban, a lo que debería matar. Pensé en Lucas que estaba en la misma situación, No, en la misma no. Lucas eligirá si quiere o no ser un vampiro y cuando lo haga yo estaré con él ayudándolo a hacerlo o moriré a su lado. Pero Raquel.... ¿qué va a hacer ella? ¿quién la cuidará?". Levanté la mirada para mirarla, pero ella me daba la espalda. Todo se volvió muy confuso entonces, vi a Lucas coger a Raquel de los hombros, girarla y pedirle explicaciones mientras que su madre, Eduardo y el resto de los miembros de la cruz negra quedaban en silencio, perplejos y sorprendidos por una reacción que no comprendían, sabía perfectamente lo que se les pasaba por lamente, sobretodo a Kate y a Eduardo, los cuales se habían levantado y se acercaban con paso firme hacia nosotros.
- ¡Pero ¿qué coño ha pasado aquí?! – Kate estaba furiosa, desconcertada, pero sobretodo estaba fuera de sus casillas -. ¡Lucas responde! – fulminó a su hijo con la mirada clavada en sus espaldas, los puños tan apretados sobre sí como segundos antes Raquel los había tenido y mirándola con la necesidad del asesinato de ésta dibujado en la mirada. Lucas no le respondió, miraba a Raquel que me miraba a mí con furia en los ojos, pero con la postura mucho más relajada que antes. Al ver esto Kate se giró hacia mí, me ayudó a incorporarme levantándome del suelo con fuerza, tanta que incluso me hizo daño, me puso frente a ella y me miró con el enojo creciéndole dentro. - ¡Explícate! – exigió. "¿Qué quería que le dijese, que mi mejor amiga, una auténtica desconocida para ellos, alguien que no les importaba, alguien prescindible en ese momento, había sido mordida por un vampiro más de una vez y se estaba convirtiendo en uno de ellos?. Sí vale, se lo decía, nos mataban a las dos (a ella por eso y a mí por defenderla pues no me iba a quedar de brazos cruzados) y a Lucas por ayudarnos. ¡Já! Un buen plan, si señor". La miré desconcertada, pero desafiante. Se irguió ante mi reacción y espetó. - Estoy esperando Bianca.
- Nada – dije rotundamente.
- Nada no es lo que parece estar sucediendo aquí, por si no os habéis fijado no nos solemos pelear entre nosotros – dijo apretándome tan fuerte entre sus manos que me hacía un tremendo daño, ante el que no repliqué -, y cuando eso sucede debemos saber el porqué, así que o me lo dices o… - ¿O qué mamá? – intervino Lucas -, ¿hacemos lo que le hicimos a Melisa sin saber si son ciertos o no los rumores que todo eso conlleva?
- ¡Eso es irrelevante Lucas!
- Irrelevante ¡Já y una mierda Kate!, ¡en aquella ocasión todos os equivocasteis y ahora quieres cometer el mismo error sin saber siquiera que es lo que en verdad está pasando! – replicó Lucas tan duramente que en su semblante se marcaban tantas arrugas como en el de su madre que lo fulminaba con un odio indescriptible en ese momento.
No sabía que hacer, nadie parecía saberlo. Miré obnubilada alrededor intentando comprender qué era lo que había pasado. Todos los miembros de la cruz negra se habían quedado tan atónitos como yo, parados, clavados en el sitio, mirando a Kate y a Lucas sin poder moverse y sin saber que decir; pero el que más me sorprendió era Eduardo, estaba detrás de Kate, mirándose las zapatillas como si algo en ellas le diera tanta pena y le doliera tanto que las lágrimas brotaban de sus ojos silenciosamente. Me giré hacia el lugar donde se encontraban Dana y Raquel, una al lado de la otra, su expresión era la misma que la de los demás, perplejidad y asombro. Dana me miró, en sus ojos también había cierta pena al igual que en la de Eduardo.
- ¿Quién es Melisa? – le pregunté con un susurro. Dana dio un respingo y me miró sorprendida, miró hacia donde estaban Kate y Lucas y, finalmente, miró a Eduardo, el cual me miró ceñudo, cabreado y herido. No entendía nada de aquello, pero no hubo respuesta y no quise preguntar más. Entonces miré a Raquel, sus ojos estaban muy abiertos, atónitos, horrorizados por las palabras de Lucas, supuse, al igual que yo. Retrocedía lentamente hacia atrás, tan lento que sus movimientos parecían estar viéndose a cámara lenta, quería llegar a la puerta y escapar de allí.
- ¿A dónde crees que vas Raquel? – preguntó Eduardo desafiante, enojado, mirándola.
- Yo…, yo… - comenzó a balbucear parada como una estatua en el sitio.
- No te muevas de donde estás ¿entendido? – le dijo fulminándola con mirada -. ¡Lucas! – espetó -, no creo que ese tema deba tocarse en este momento pues no viene al caso.
- ¿A no?, pues la actitud que habéis tomado todos es la misma que aquella vez y todo…
- ¡¡BASTA!! – gritó a voz en grito Kate - ¡Ya basta! No quiero que se siga con este tema y nunca, nunca más volverá a ser sacado. – respiró hondo mientras fulminaba con la mirada a su marido y a su hijo quienes no dijeron nada más. Tras varios segundos en el más absoluto silencio, donde solo el entrar y salir del aire a los pulmones y el latir sobresaltado de los corazones de todos los presentes como único sonido audible, levantó la mirada que había dirigido a sus pies para tranquilizarse, miró a Eduardo, a Lucas, a Raquel y, finalmente a mí que estaba tirada de nuevo en el suelo tras haberme caído como consecuencia del empujón que Lucas me había dado para separarme del abrazo al que su madre me tenía sometida. – Bianca, por favor, - dijo en tono tranquilizador, pero aún con dureza en la voz – necesito…, necesitamos – añadió mirando a su alrededor – que nos digáis que ha pasado y por qué de la reacción de Raquel y la tuya – dijo mirándome y trasladando su mirada también a Raquel, la cual se irguió y se puso seria, a la defensiva, volviéndome a mirar ceñuda y con la furia aún en los ojos.
- Nada Kate, no ha pasado nada de verdad – mentí – solo ha sido una discusión entre hermanas. – miré a Raquel, la cual se quedó un poco sorprendida por el énfasis que había puesto en la última palabra.
- ¿Una pelea entre hermanas? – preguntó con la duda en los ojos mirándonos alternativamente a ambas.
- Sí – respondí.
- ¿Y se puede saber por qué ha surgido esa discusión? – me miró y parando mi réplica con un movimiento de su manos añadió -, y no se te ocurra decirme que ha sido por una tontería porque no me lo creo.
Me quedé parada, sabía que no podía decir la verdad, pero tampoco era una gran mentirosa, aunque estaba mejorando en ello últimamente, no podría mentir delante de todas aquellas personas sin que me descubrieran. Miré a Raquel que estaba expectante, al igual que todos, sobre mi explicación, temblando de miedo. Me levanté muy despacio del suelo, me erguí y con vergüenza fingida, esperando que colara y no ser descubierta, dibujada en el rostro, miré a Kate y le dije:
- Le he dicho a Raquel que el chico que le gustaba era un vampiro, ella no me ha creído y cuando le he dicho que lo sabía a ciencia cierta se ha cabreado conmigo por no haberle contado nada de lo que estaba pasando en el internado y, sobre todo, por no advertirle sobre él sabiendo que era un vampiro con el cual ella había estado intentando intimar varias veces, - me detuve para coger aire y miré de reojo a Raquel, la cual se estaba quedando boquiabierta con mi mentira, le hice una señal casi imperceptible intentando que solo ella la viera para que cambiara la expresión pues sabía que todo el mundo estaba tan pendiente de ella como de mí y, aunque pensara que podían tomar su expresión por perplejidad al contar aquello y faltar a nuestra amistad, también era consciente de que el reflejo de su semblante podría echar por tierra toda mi historia. Cerró la boca como asentimiento ante mi señal, suspiré y continué. – yo le he dicho que no era malo, entonces se ha enojado conmigo por ver aún algo bueno en ellos con todo lo que ha pasado, se ha levantado y me ha pegado, eso es todo. – volví a suspirar intentando enfatizar mi pena por lo ocurrido y dando a entender que mi mentira era lo que había sucedido de verdad.
Miré a Kate que me miraba a su vez ceñuda, preguntándose si creerme o no.
- Y bien Raquel – dijo dirigiendo su mirada entonces hacia ella -, ¿es eso lo que ha pasado?
Mi estómago se encogió y comenzó a revolverse, la respuesta y la actitud de Raquel sería lo que le daría la pista a Kate y al resto para saber si yo mentía o no. Levantó la mirada, orgullosa y aún con el enfado en los ojos, pero yo sabía que ya no era la furia que antes la consumía, y dijo con tono de réplica:
- ¿Te parece poco? Imagina que intentas hacerte novia de un chico y cuando por fin parece que todo marcha por buen camino pasa lo de anoche , encima te enteras de que es un vampiro el cual podría haberte matado y, por si fuera poco, te dicen que tu mejor amiga, tu compañera, tu hermana, - al decirlo me miró con una fingida mirada de desaprobación, pero realmente ésta me dijo que estaba agradecida por haberle sacado del apuro y que lo peor ya había pasado – lo sabía todo y no te lo dice y cuando le reclamas te dice que ¡el puto vampiro de los cojones era un buen chico y que no me hubiese hecho daño, já! – terminó diciendo aquello con verdadera frustración en las palabras, subiendo el tono para enfatizarlo y se cruzó de brazos.
Al oír su respuesta Kate pareció más convencida, aunque no del todo. Me volvió a mirar y añadió con preocupación, moviendo la cabeza negativamente: - De verdad Bianca, no sé lo que vamos a hacer contigo. Sé que aún crees que no todos los vampiros son malvados y crueles porque a ti nunca te han hecho daño ni te han dado razones para hacerlo, de igual forma sé que sientes cariño seguramente por algunos, pero eso no quita que te equivoques. – quería replicarle, pero me callé al sentir la mano de Lucas rozándome el brazo levemente para que me mantuviera callada, así que solo la miré, me devolvió la mirada y continuo. – Reconozco que tú experiencia con ellos ha sido anómala y diferente a la que nosotros conocemos, de igual forma no te niego que no todos ellos pueden ser crueles y habrá quien sea incluso agradable cuando lo conoces – sin querer hizo un gesto de burla, pero me resultó raro por la forma en que lo hizo, dolida, como si hubiera pasado alguna vez por aquello ¿lo habría hecho? -, pero eso no quita que son peligrosos y que matan a gente pues ese es su estilo y forma de vivir. Lo que pienses o sientas antes ellos no nos incumbe, pero debes entender que si quieres quedarte con nosotros deberás enfrentarte a ellos, e incluso, matarlos ¿estarás dispuesta a ello de verdad?
- Sí lo haré – dije con un convencimiento absoluto pues esta vez me había prometido hacer todo lo que fuera posible por estar con Lucas, incluso matar a aquellos que eran como yo si fuese necesario, aunque, por otro lado, me resultaría extraño y doloroso de eso estaba segura. "¿Lo podré hacer de verdad?" Me pregunté a mí misma, pensé entonces en Charity, "Sí, seguro que lo haré", los vampiros como ella existían aunque mis padres habían intentado ocultármelo y yo siempre me lo había negado.
- De acuerdo, entonces la reunión se da por terminada. Acordaos todos de que mañana viene el otro grupo y volveremos a reunirnos cuando lo hagan ¿ok?
Hubo un asentimiento grupal ante sus palabras tan fuera de lugar para mí. Me dirigí hacia Raquel que estaba con Dana, pero Lucas se interpuso, me miró y comenzó a pasarme un dedo por la mejilla.
- ¡Ay! – gemí.
Hasta ese momento no me había dado cuenta del dolor que se había instaurado en mi cara a consecuencia del golpe de Raquel.
- Lo siento, no ha sido mi intención.
- No pasa nada Lucas – le dije acariciándolo también – es que no me había dado cuenta de que me dolía tanto hasta ahora, pero ya se me pasará. – en su cara se reflejó la duda, sonreí - ¿Tan mal está?
- Bueno…, - dudó mirándome con detenimiento mientras cogía mi cara entre sus dedos con delicado cuidado y la observaba desde varios ángulos para verla mejor– no es muy grave, pero será mejor que te pongamos hielo sino queremos que se te desfigure tu preciosa cara – dijo riéndose.
- Si será mejor que lo hagamos antes de que me convierta en un monstruo – le respondí uniéndome a sus risas.
Me cogió de la mano y me atrajo hacia sí, me dio un beso suave en los labios, acercó los suyos a mi oído y con el más leve de los susurros añadió: - Más tarde me tendrás que decir que es lo que ha pasado de verdad ¿vale preciosa? – y dicho esto me volvió a besar. Le miré perpleja, nunca creí que le engañaría con aquella historia, pero tampoco esperé que fuese tan poco convincente para él, me conocía demasiado. Sonrió ante mi expresión - ¿No creeríais ninguna de las dos que me tragaría esa historia, verdad? – preguntó divertido de nuevo en un susurro.
- La verdad es que no. – respondí avergonzada por haber creído siquiera lo contrario aunque hubiese sido por unos instantes.
- Ok. Entonces vamos antes de que eso se ponga más oscuro, pues ya está color café.
- Pero necesito hablar con Raquel – le dije, mirando por encima de su hombro, intentando localizarla. Estaba hablando con Dana en ese momento, sonriendo pero avergonzada, estaba segura de que Dana la había regañado por lo sucedido, eso no me gustó. Deseé que me mirara para tener una excusa para hacerlo pues Lucas me miraba ceñudo y con la desaprobación en la cara, pero no me miró, "quizás no está preparada para ello" pensé, "quizás ninguna lo esté", me resigné. Miré a Lucas, el cual se dio cuenta de mi derrota y sonrió. – Si, ya sé, ya sé. Vamos. – y sin más entrelacé su mano con la mía y nos fuimos a ponerme hielo en la cara.

Mañana más.
Q disfruteis.
besos.

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