sábado, 4 de julio de 2009

EL CAPI MAS "HOT" DE LOS K HE ESCRITO HASTA AHORA ¡¡DISFRÚTENLO!!

Bueno mis pekeñas criaturas, aquí les dejo el que para mí es el capi más hot y el k mas me ha gustado de todos los que llevo escrito.
Espero q les guste.


Besos.

Capítulo 26

“Enfrebrecidos, enloquecidos por el deseo que nos consumía nos dejamos llevar más allá de los sentimientos, nos perdimos en la piel del otro sin pensarlo, regalándonos besos intensamente apasionados, casi violentos, tanto que a veces sentía dolor, pero era un dolor pasajero, un dolor que se adecuaba a la locura de estar juntos, tan cerca, sin hacer caso a nada de lo que había a nuestro alrededor, solo estábamos Lucas y yo, yo y Lucas y nadie más.”

Tras cerrarse la puerta Lucas me cogió en volandas, - ahora era más fuerte, más rápido y no sabía que más cosas de los poderes vampíricos que poseía se habrían desarrollado en él, pero eso no importaba, no en aquel momento, más tarde quizás sería un tema que tratáramos, pero más tarde-, me estrechó contra él y me hizo resbalar hasta el suelo en continuo contacto con él, su cuerpo ardía e hizo que el mío también lo hiciese. Me besó en todas partes de mi cuello, en las mejillas, en la frente, por la mandíbula, en los hombros, la clavícula, en la boca, en cada parte de mi piel que estaba a la vista tras haberme quitado la bata de encima. Primero fueron salvajes, ardientes, violentos, pero luego conforme la respiración de Lucas iba tranquilizándose, haciendo que la mía lo hiciera también, pasaron a ser dulces, suaves, más pausados, pero cargados de mayor pasión e intensidad que los anteriores.Una vez que nuestras respiraciones se acompasaron una a la otra, regulares, aunque jadeantes, Lucas se apartó un poco de mí y me miró.
- ¿Estás segura de esto? – preguntó con ojos encendidos que me dejaron sin aliento.
- Claro que si – y sin más me abalancé de nuevo sobre él.
Mientras me besaba sus manos se perdieron dentro de mi camiseta, rozándome, acariciando cada centímetro de piel al que llegaban, las mías hacían lo mismo bajo la suya. Le arranqué la camisa y los botones salieron disparados hacia todas direcciones, pero no le importó y, si lo hizo, no se quejó, solo se quedó perplejo por mi acción un momento, tras la cual sonrió y siguió besándome.
Sus labios rozaron dulcemente mi cuello, despacio, muy despacio, sintiendo cada trozo de piel bajo ellos, haciéndome sentir cada aliento como una brisa sobre cada célula de piel que rozaban, estremeciéndome bajo su roce, haciéndome jadear y suspirar de placer, mientras que Lucas se deleitaba con cada reacción que mi cuerpo sufría bajo sus caricias. Subió por él hasta llegar a mi oreja, mi sensibilidad estaba disparada por lo que, en este caso, fue mucho más intenso el cosquilleo que me recorrió al lamerme el lóbulo, al sentir su aliento en mi oído, al sentir sus labios sobre mi carne. Entonces susurro mi nombre – “Bianca” – con tanto deseo, con tanta pasión y ternura implícita en la voz, que un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies, me estremecí y mi cuerpo se contorsionó sobre sus brazos que rodeaban mi cintura. Sentí su satisfacción al verme disfrutar, sentí como disfrutaba también con cada reacción, con cada nueva sensación que yo experimentaba, con cada nuevo sentimiento que aparecía en mí. Lucas estaba aún más deseoso de que ocurriera que yo, lo notaba, pero se tomaba las cosas con mucha más calma, produciendo que también yo me las tomara así, pero no replicaba, pues su método funcionaba, lo sentía todo de una forma más intensa que cuando nos habíamos dejado llevar por la locura, era mucho más placentero disfrutar de cada roce, cada caricia, cada beso, de una forma tan lenta, pausada y sosegada. Pero aunque todo ello me estaba poniendo cada vez más y más acalorada, haciendo que mi cuerpo se sintiera como si estallara en llamas con cada toque de sus manos, quería más, quería hacerlo mío, mío por completo, solo para mí y para nadie más, hacer que su cuerpo me perteneciera por completo, que se fundiera con el mío de una forma en que nunca antes lo habían hecho. Mi cuerpo me lo pedía a gritos y me dejé llevar por el deseo que lo consumía. Lucas mordisqueaba juguetona y suavemente mi cuello en ese momento, acariciándome la espalda con sus manos lentamente mientras las mías rozaban la parte delantera de su pecho, aproveché aquello, de forma que comencé a subirle la camiseta poco a poco, saboreando lentamente el placer que me producía poder desnudarle. Me miró fijamente a los ojos con cierto reproche, pero con expectación, le reté a que me detuviera si quería, pero no lo hizo, así que tras temblarme un poco el pulso, conseguí sacarle la camisa por la cabeza ante su mirada penetrante y deseosa. Admiré su cuerpo, estaba un poco más flaco que la última vez que nos habíamos visto, pero su pecho era musculoso, suave, caliente, prácticamente ardía bajo el roce de mis manos, sus abdominales estaban mucho más marcados y había ensanchado un poco más de hombros, lo cual le hizo parecer aún más grande que yo, me recordó a Balthazar y su corpulencia. El recuerdo de Balthasar me golpeó como una bola de metal gigante, pero lo rechacé, ya tendría tiempo más tarde para pensar en él. Mientras admiraba la belleza de su cuerpo, lo acariciaba de arriba abajo y notaba su calor emanando hacia el mío propio, un destello de las imágenes que vi de los recuerdos de Balthazar, me asaltó, era sobre sus sensaciones mientras una muchacha de pelo largo y muy parecida a mí, Jane supongo, le lamía su pecho desnudo, le encantaba y se estremecía al contacto de la boca de ella contra su pecho. No lo pensé, me acerqué poco a poco a Lucas y comencé a besarle el pecho, lentamente con mis labios, al principio dudosa de si lo que hacía lo estaba haciendo bien, pero conforme me movía sobre él, comenzaron a surgir de Lucas sonidos guturales tan excitantes que mi propio cuerpo se excitó ante su sonido. Lo estaba haciendo bien, le gustaba y se estremecía ante mi contacto como yo había hecho bajo el suyo. Seguí lamiendo y besándole, mientras él me acariciaba y entrelazaba sus dedos en mi pelo, hasta llegar a su pezón, entonces sin pensarlo, lo succioné suavemente con mi boca, era extraño, pero sabía como hacerlo sin causar dolor. Lucas prácticamente se contorsionó al notar mi boca succionándole el pezón y no aguantó más. Me agarró la cara atrayéndola hacia él y comenzó a besarme de nuevo de forma febril, apasionada, agarró mi camiseta y la deslizó hasta sacarla por mi cabeza y dejarme desnuda de cintura para arriba como yo le había hecho a él y me estrechó tan fuerte contra su cuerpo que casi me dejó sin respiración. Temblé de pies a cabeza al sentir directamente sobre mi piel la suya, tan ardiente, tan aterciopelada, que no pude parar solo en los besos y en las caricias, al igual que Lucas ya no podía aguantar más. Desabroché el cinturón que llevaba alrededor del pantalón y lo saqué de sus agarres; tras varios segundos forcejeando con él, conseguí al fin desabrochar el botón de su pantalón y bajarle la cremallera con las manos temblorosas por los nervios; tras hacerlo me miró, como si no se hubiese enterado hasta ese momento de lo que estaba haciéndole, sorprendido y un poco avergonzado. Le sonreí para darle fuerzas y le besé fuertemente en los labios, se relajó y yo comencé a besarle bajando lentamente por su pecho hacia su ombligo, mientras lo lamía haciendo círculos con la punta de mi lengua, Lucas jadeando y respirando entrecortadamente mientras seguía acariciando mi pelo con sus manos, mis manos bajaban muy despacio por el lateral de sus muslos, llevándose consigo el pantalón que los ocultaban. Cuando llegué a las rodillas necesitaba agacharme, así que volviendo a los besos, bajé lentamente regalándolos a su piel, hacia abajo. Al llegar al filo de sus calzoncillos marrones y liso, me paré, dudando de si debía o no seguir por ese camino. Mi lengua rozaba el filo de éstos mientras mi mirada buscaba la de Lucas, se encontraron y en cuanto lo hicieron todas las dudas quedaron disueltas, Lucas estaba temblando, nervioso ante lo que estaba pasando, ante mi soltura, me reí de su expresión y continué besándolo por encima de los calzoncillos pausadamente, mientras bajaba los pantalones hasta sus tobillos. Noté como su miembro ardía, pulsátil bajo mi roce, la sensación de notar como se alargaba y engrosaba me pilló desprevenida y me retiré bruscamente de él. Lucas me levantó riéndose, pues me había puesto en cunclillas para llegar mejor al pantalón, pero al separarme me caí y quedé sentada en el suelo;
- Bianca, ¿pero qué voy a hacer contigo? – dijo burlonamente.
- Muy divertido – le dije ante su burla – me ha pillado por sorpresa.
- Mi inocente ángel – dijo moviendo la cabeza sin apartar su ardiente mirada de la mía, mientras me levantaba casi en volandas del suelo.
- Claro como tú eres todo un experto no te sorprendes de nada ¿a qué no? – le repliqué sonriendo, intentando sonar burlona.
- Claro que no preciosa – me rozó la mejilla con el dedo gordo y se acercó a mi oreja susurrándome -, no negaré que he besado a otras chicas, pero ésta es la primera vez que me encuentro de esta forma con una y, sinceramente, me alegro de que seas tú.
Esto me pilló desprevenida, vale que temblaba cuando le rocé por encima del calzoncillo, pero su manera de rozarme, de besarme, de controlar cada reacción que desataba la locura, era imposible que fuese su primera vez.
- ¿Seguro que no has hecho esto con nadie? – le pregunté indecisa.
- Seguro, pero dime ¿a qué vienen ahora todas esas dudas? – me preguntó mientras su boca volvía a la carga sobre mi cuello.
- Solo es…, es que…, - dije tartamudeando y jadeando de nuevo ante el roce de sus labios.
- Dímelo Bianca ¿qué es? – preguntó con una risa sofocada mientras sus labios mordisqueaban la base de mi cuello.
- Solo es que parece como, como si…., - no quería seguir, se separó de mí y fijó su vista en mí; nerviosa y muerta de vergüenza por lo que se estaba pasando por mi cabeza; respiré hondo y solté el aire despacio bajo su mirada penetrante, cuando conseguí que mis nervios cedieran y se aflojara un poco el nudo de mi garganta, le dije muy azorada, - solo es que pareces dominar perfectamente todo esto y…. – no pude seguir, bajé la vista hacia el suelo.
Me levantó la barbilla mientras intentaba amagar la risa que se le escapa cuando le miré.
- Mi dulce Bianca, mi precioso ángel, siempre tan inocente – dijo sonriendo de oreja a oreja. Lo miré estupefacta y comencé a ruborizarme mientras continuó – ¿sabes el tiempo que he esperado para estar así contigo? ¿cuántas noches te he deseado tanto imaginándote a mi lado que he sido incapaz de conciliar el sueño a causa del deseo que me embargaba?¿sabes cuántas horas he pasado imaginando todo esto, tus reacciones, tus gestos, tus caricias, tu forma de comportarte, …?. Todo, me lo he estado imaginando todo de cabo a rabo, de mil formas diferentes, por ello me comporto así, porque lo he hecho tantas veces que me sale natural ahora que de verdad te tengo conmigo.
Mis mejillas se encendieron tanto que parecía que iban a salir ardiendo en cualquier momento. Lo agarré de los hombros mientras le sostenía la mirada y le hice girar hasta tirarlo contra el colchón; se tropezó con los pantalones que aún tenía alrededor de los tobillos y calló de golpe sobre éste. Nos reímos de ello mientras me echaba encima de él rápidamente, antes de que tuviera siquiera ocasión de levantarse, pero cuando me tumbé sobre su cuerpo, él ya se había quitado a patadas los pantalones, me cogió al vuelo y, tan rápido que no pude ni reaccionar, me encontré tumbada boca arriba sobre el colchón con Lucas sobre mi cuerpo medio desnudo tocándonos piel con piel, pero sin que yo sintiera ni un gramo de más de su peso. Me miró sonriendo pícaramente, como si fuera un niño que va a cometer una travesura, con el deseo destellando en sus ojos. Al mirarlo lo entendí, iba a hacer algo con lo que disfrutaríamos los dos, pero sabiendo que la que acabaría al borde del éxtasis sería yo. Y como si de nuevo me hubiera leído el pensamiento, me besó fuertemente en los labios mientras acariciaba mi pecho con sus dedos, rozando suavemente mis pezones a la vez con sus dedos gordos, desplazó sus labios por mis mejillas hasta llegar otra vez a mi cuello, al hacerlo y tras varias succiones suaves sobre mi piel, me mordió un poco más fuerte de lo que anteriormente lo había hecho mientras, simultáneamente pellizcaba con sus dedos mis pezones suavemente moviéndolos muy despacio en círculos. El estremecimiento que surgió de mí me recorrió entera, haciendo que me convulsionara de placer entre sus brazos, le clavé las uñas en la espalda, pero no salió queja alguna de sus labios que siguieron recorriendo mi cuerpo hacia abajo, muy lentamente, disfrutando del contacto de mi piel a su paso.
Cuando besaba la parte superior de mis senos, el hormigueo que recorría cada centímetro de mi anatomía aumentó en intensidad, aún más conforme su lengua fue haciendo círculos alrededor de éstos, lamiendo cada parte de ellos y, al igual que yo, cuando llegó a los pezones, lamió suavemente trazando círculos por la aureola y succionando poco a poco cada uno de ellos con su boca. El frenesí que sentí me dio fuerzas para levantarlo en vilo, haciéndole caer bruscamente contra el colchón, pasando a ser yo la que estuviera encima de él con mis rodillas una a cada lado de su cintura, la parte central de mi pubis sobre su miembro, más duro y pulsátil que antes, mi cuerpo aplastándose fuertemente contra el suyo mientras mis labios se apretaban fuertemente contra los de él. Lucas me abrazó fuertemente, haciendo que mi placaje fuese aún de mayor intensidad, abrió un poco su boca y su lengua fue buscando su camino hasta introducirse en la mía. Me quedé atónita, no sabía lo que quería con aquello, pero no tardé en seguir el ritmo del movimiento que Lucas había comenzado, de amoldarme al baile de su lengua con la mía, a los movimientos que éstas hacían juntas al compás de los jadeos y el aire que se escapaba de nuestras respiraciones ante el ritmo que se inflingían una a la otra. Mis manos agarraban su cabello fuertemente, atrayendo aún más su cabeza contra la mía, por su lado, Lucas trazaba rectas sobre mi espalda con sus dedos haciendo que corrientes eléctricas me recorrieran una y otra vez la columna. Nuestros cuerpos se movían ante la intensidad de la pasión que se había establecido entre ellos, como si bailaran ante la música marcada por nuestras respiraciones y nuestros jadeos constantes. Deslizó de nuevo sus dedos sobre mi espalda, pero esta vez no volvió a subir por ella, por el contrario sus manos se aferraron a mis caderas, aferrándolas contra su cuerpo de manera que el calor y las pulsaciones que sentía en su miembro me rozaron de lleno en mis partes más íntimas, haciéndome sentir tal frenesí que se me nubló la vista. Un jadeo agudo, continuo, suave y sensual escapó de mi interior, como un suspiro sonoro ante la nueva experiencia que me embargaba mientras Lucas hacía que mis caderas se movieran contra él trazando vaivenes de arriba abajo sobre su cuerpo, con ello dejé de percibir todo aquello que no fuera su cuerpo, su calor, su roce sobre mi piel, lo quería en mí de una forma más urgente, más febril de lo que hubiera podido imaginar. Cuando mi cuerpo respondió ante los movimientos llevándolos a cabo por sí mismo sin la necesidad de la dirección de Lucas, éste metió sus manos bajo mis pantalones y, por los laterales, comenzó a tirar de ellos hacia abajo; sentí como lo hacía, pero no lo detuve, lo esperaba, lo deseaba, quería que lo hiciera, pues ello anunciaba que el ansiado momento de tenerlo dentro de mí estaba mucho más cerca, mucho más próximo que antes; pero mi posición sobre él no lo dejó avanzar lo suficiente, me giró de nuevo hasta quedar otra vez tendida sobre el colchón, su mirada ardía como un fuego recién encendido y el placer de cada cosa que llevaba a cabo se reflejaba en su rostro como la luz de una estrella. Juntó mis piernas y comenzó a bajármelos mientras me besaba la tripa y me lamía el ombligo, cuando el juego con éste concluyó, sus labios siguieron la línea de mis braguitas, haciendo que miles de cosquillas pusieran mi piel de gallina; mis pantalones aún seguían sobre mis pantorrillas mientas sus dedos rozaban y estudiaban cada palmo de mis muslos. Lucas me lanzó una mirada traviesa, pícara hasta rayar la pasión, mi respiración se cortó como si un cuchillo hubiese acertado sobre ella, Lucas me besaba por encima de las braquitas, sus manos bajaban más los pantalones conforme él iba bajando y, cuando por fin me desprendió de ellos, separó mis piernas, colocándose entre ellas de rodillas, rozando con sus labios toda la superficie de mis bragas sin descanso, de un lado a otro, de arriba a bajo, mientras mi cuerpo se contorsionaba ante cada movimiento, con cada roce, con cada aliento. Cuando comenzó a bajar aún más y llegó a la zona interior de mis muslos, mi cuerpo se arqueó por el placer que sentí, el estremecimiento que se dispersó desde allí por todo mi ser me llevó al más excitante éxtasis, fue como si una nova explotara en mi interior mientras Lucas me besaba y lamía su interior. La razón que en mi mente quedaba desapareció por completo y solo quedó el más absoluto de los placeres que nadie nunca pueda experimentar.
Entonces sucedió, sentí el dolor, un dolor agudo y punzante, un dolor que rajaba la piel dentro de mí, un dolor tan familiar y tantas veces sentido que mi cuerpo, contorsionado y doblado sobre sí mismo por la intensidad experimentada, se puso de golpe rígido, se enderezó y calló por su propio peso sobre el colchón, la razón que me había abandonado volvió como si la hubiesen disparado de nuevo dentro de mí, la pasión y el éxtasis que experimentaba se transformaron en algo nuevo, en la llamada más intensa que mi lado más siniestro realizó jamás. Mis colmillos estaban asomando dentro de mi boca, clamando sangre, la sangre de Lucas al igual que todo mi cuerpo lo hacía en ese momento. Tenerlo dentro se convirtió de querer que mi virginidad se esfumara a que su sangre recorriera torrencialmente mis arterias y venas, que su cuello yaciera bajo mi boca mientras el líquido de su vida entraba dentro de mí, el vampiro que en mi habitaba pedía ser alimentado de inmediato, sin demora y lo quería a él sobre cualquier cosa. Miré a Lucas quien había cesado en el toque de su boca y me miraba estupefacto y suplicante, como si hubiese hecho algo que no debía y me pidiera perdón. Fue entonces cuando me miró a los ojos y todo se volvió confuso y borroso, era Lucas, mi amor, la persona a la que más quería, el único con el que quería pasar la eternidad y ésta era la ocasión perfecta para que eso se hiciese de una vez por todas realidad. Pero en mi interior una voz rogaba que no lo hiciera, me repetía una y otra vez que eso no era lo correcto, que no era lo que en realidad queríamos ninguno de los dos << ¿No se había negado Lucas a convertirse en vampiro antes? ¿No me había dejado claro una y otra vez que nunca se convertiría en lo que yo? ¿No me había negado yo misma a convertirme en un vampiro completo tras saber la verdad sobre mi procedencia y nacimiento? >>, las preguntas se agolparon sobre mí como una plancha de acero engrosada, <<>> decía mi parte vampiro, << ¿Estás segura de que es eso lo que quiere, o por el contrario, lo que quiere es que nos entreguemos el uno al otro como dos humanos que se quieren por encima de cualquier cosa? >> replicó la otra vocecilla. Estaba hecha un lío, por una parte deseaba con todas mis fuerzas entregarme a Lucas en cuerpo y alma, que me desvirginara como a cualquier otra humana lo haría la persona a la que verdaderamente amara, aunque no fuese así en todos los casos, pero por otro mi deseo como vampiro de hacerlo mío para siempre, para toda la eternidad también era muy fuerte.
- Bianca ¿Qué te pasa mi amor?
La pregunta desesperada de Lucas me sacó de mi ensimismamiento. Lo miré a los ojos que habían pasado de la ardiente pasión a la más grande de las preocupaciones. Le aparté de mí bruscamente, retrayéndome sobre mi misma, atrayendo mis piernas sobre mi pecho, abrazándolas con mis brazos, temblando aún por la pasión y la sensación de éxtasis que había experimentado con sus toques.
- ¿He hecho algo mal, algo que no te haya gustado, te he hecho daño? – al decir esto último se quebró su voz ahogándose con la más amarga de las culpas viendo mi reacción.
- No, - dije aún jadeando, intentando tranquilizar mi respiración - no es eso, pero creo que deberíamos parar.
Me miró aún más desconcertado, intentó acercase más a mí, pero lo detuve con un gesto de la mano. Mis dientes casi asomaban en mi boca, mi deseo de abalanzarme de nuevo sobre él y morderle me consumía, pero no le podía hacer eso, no a él, no hasta que me lo pidiera, además me había negado a convertirme en un vampiro completo después de todas las mentiras que me habían contado mis padres sobre mi nacimiento. No quería ser como ellos, no quería matar y mucho menos matar a Lucas, aunque supiese que él no moriría sino que se convertiría en vampiro también tras haberle mordido anteriormente, pero como todo lo demás no sabía a ciencia cierta si era o no mentira. La preocupación de Lucas fue en aumento mientras que cavilaba sobre todo ello, pero no me presionó.
Tras unos minutos debatiéndome con mis pensamientos, alcé la vista y lo miré, mi respiración se había vuelto regular, los jadeos habían desaparecido, mis colmillos volvían a estar en su lugar de siempre y mis ideas estaban más claras que nunca: no iba a morderle, no lo convertiría ni me convertiría a no ser que él me lo pidiera y mucho menos lo mataría si todo lo que me habían contando mis padres y la señora Bethany sobre lo que le podía pasar era mentira. Su mirada atrapó la mía, expectante, nerviosa, con preocupación en su interior, debatiéndose al igual que yo, pero sobre qué era lo que había hecho mal para que hubiese reaccionado como lo había hecho. Lo miré con ternura y le sonreí levemente en señal para tranquilizarlo.
- Estoy bien, no ha sido por tu culpa.
- Pero Bianca yo….
- No te disculpes Lucas, la que debe disculparse soy yo por haber estado a punto de hacer lo que iba a hacer.
Me miró curioso y caviló sobre mis palabras, al hacerlo se dio cuenta de la terrible verdad que se escondía tras ellas y reaccionó como nunca antes lo había hecho. Se abalanzó sobre mí rápidamente, rodeándome con sus brazos, estrechándome contra su cuerpo, haciendo que su calor me envolviera de nuevo.
- Siento no haberme dado cuenta y no haber parado antes – me dijo tan dulcemente que me sentí mal por su culpa.
- No ha sido culpa tuya,- le repetí abrazándolo también – solo es que me dejé llevar demasiado y el vampiro que hay dentro de mí se ha hecho más poderoso de lo que había imaginado.
- Tan duro ha sido.
- Si bastante. – le confesé.
- ¡Mierda! – dijo enfureciéndose y alejándose un poco de mí - ¿Por qué no lo has hecho Bianca?Su pregunta me dejó helada << ¿quería que lo mordiera, ahora, sabiendo como podía acabar todo aquello, sabiendo que los dos podríamos quedar convertidos en vampiros? >>
- Estás de coña ¿verdad? – le pregunté sorprendida porque su expresión denotaba que estaba defraudado. No contestó. - ¿Lucas? – le insistí. Agachó la mirada esquivando mis ojos furiosos << ¿No lo pensará de verdad? >>, me pregunté
- Bianca no es lo que tú piensas – me respondió al fin aún sin mirarme – es solo que…, que he estado pensando cuando te has ido que.., que… - paró de hablar, se le veía azorado, avergonzado de sus propios pensamientos, ridículo al expresarlos.
Le cogí de la barbilla y le obligué a mirarme, al principio desvió la mirada aún así, pero luego me miró. No me lo podía creer, en sus ojos destellaba el deseo de hacer lo que en sus pensamientos divagaba.
- ¿Qué es Lucas? ¡Dímelo, no vuelvas a tener secretos conmigo o me voy! – le grité en un susurro, enfadada, traicionada por su expresión.
- No te enfades preciosa – me dijo con ternura en los ojos, rozando mi mejilla con sus manos y acercándose a mi oído mientras susurraba suavemente – no es que la idea de hacerme vampiro me seduzca, pero mientras estabas abajo he estado pensando que quizás la única forma de que estemos juntos y nos olvidemos de todo para estar tú y yo solos, es que nos convirtamos en vampiro los dos, como tú querías el día que estuvimos en el observatorio ¿recuerdas? Ser el uno del otro para siempre.
- ¿Tú deliras verdad? – le dije atónita ante sus palabras - ¿Te has vuelto loco? – << ¿De verdad había pensado eso, en nuestra situación, cuando estábamos rodeados por casi 20 miembros de la cruz negra?. No, definitivamente se había vuelto loco. >>
- ¿Por qué? Escucha Bianca es la mejor solución que encuentro para todo lo que está sucediendo.
- No, definitivamente no, Lucas, pero ¿te estás oyendo? En serio, estás loco si pretendes que te muerda para que al final los dos quedemos convertidos en vampiros con todo lo que hemos pasado, con todas las veces que me has dejado claro que no lo harías. Además ahora sería imposible, estamos en aislamiento rodeados por miembros de la cruz negra ¿se te ha olvidado o qué?
- No, no se me ha olvidado
- ¿Entonces?
- Bianca, mi ángel, todo eso ya lo he pensado, pero si…..
- ¿Pero qué? – lo interrumpí – se te ha olvidado lo que te conté, lo que te dije sobre mi procedencia – negó con la cabeza – entonces también te acordarás que te he dicho que no quiero convertirme en un vampiro completo, no ahora – estaba furiosa, no podía creerme lo que estaba pasando, él no podía estar haciendo esto, no, no ahora.
Sus ojos buscaron los míos, me miró intensamente como si estuviese leyendo en mi propia alma para ver que era lo que en realidad quería. Se la sostuve, meditando lentamente sobre su petición y sobre lo que yo realmente quería, no hacía más de diez minutos que me debatía si morderle o no, me había prometido que no lo haría hasta que él no me lo pidiera y ahí estaba prácticamente rogándome que lo hiciera ¿por qué?, no lo entendía.
Tras varios minutos en silencio y tras darle muchas vueltas a todas las conversaciones que habíamos mantenido sobre todo ello hasta ahora, decidí que, en última instancia, era yo la que debía decidir si hacerlo o no, ya que sería yo la que llevara a cabo el acto más cruel y despreciable, MATAR, mientras que él simplemente sería la víctima a la que atacaría y la que, si todo lo que nos habían contado era cierto, se levantaría convertido en vampiro.
- No, no lo haré - le dije mientras le seguía sosteniendo la mirada – aunque me lo pidas no lo haré, no hasta que yo no esté completamente segura y preparada.
- De acuerdo – dijo tras unos segundo de reflexión – cuando lo estés lo hablaremos más despacio y haremos aquello que sea mejor para los dos – y acto seguido me estrechó entre sus brazos y me besó en el pelo.
Nos quedamos así unos instantes, tras los cuales nos volvimos a mirar y la pasión volvía a arder en nuestras miradas y en nuestro interior, pero sabíamos que no nos podíamos arriesgar a seguir donde lo habiamos dejado, pues al otro lado de la puerta comenzamos a oír ruidos del movimiento de la gente tras despertarse.
- Creo que deberíamos dormir un rato – me dijo con la decepción en sus ojos.
- Si, creo que si.
Y sin más nos tumbamos el uno al lado del otro. Me puse de lado mirando hacia la puerta de la habitación, Lucas se acercó a mí y me estrechó contra su cuerpo mientras sus brazos se cerraban sobre mí, me dio un beso en el cuello al que respondí con uno en sus manos, y juntos nos abandonamos al dulce placer de yacer en la misma cama.


Bueno espero q os haya gustado a los q no lo habíais leido jejejejeje, luego subiré otro u otros pq mñn o pasado cm muy tardar estará el nuevo capi y me gustaría subir los anteriores antes.

besitos y gracias por estar ahí.

1 comentario:

  1. Anónimo5/7/09, 1:17

    ala es ta biien suave esa historia me gusto mucho la verdad soy yo ivan o mejor diicho lukas jejeje la verdad es una historia muy bonita m gustoo enserio

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