viernes, 10 de julio de 2009

POR FIN EL CAPI JEJEJEJE

¡¡¡¡¡HOLA, POR FIN TERMINE SSSSSSSSIIIIIIIIIIIII!!!!!!, jejejejejeje

Bueno aki les dejo el siguiente capi por fin, espero q les guste.

Capitulo 33

Lucas me miraba atónito, deseoso y aterrado a la vez, no se lo podía reprochar, pues sabía que, aunque la sed lo consumía por completo, su repugnancia en convertirse en un vampiro era más fuerte que ningún otra cosa. Me separé de él lentamente, luchando contra mis ganas de no hacerlo y seguir incitándolo hasta que por fin me mordiera, pero no era eso lo que él quería, lo estaba viendo en su semblante y aunque me doliera, tenía que dejarle libertad para decidir lo que quería hacer.
- Lo siento Lucas, lo siento mucho - le dije bajando la mirada avergonzada y azorada por lo que había hecho – no quería, ha sido solo un impulso, lo siento de verdad.
- No es culpa tuya, - me dijo atrayéndome de nuevo contra su cuerpo ardiente y aún un poco tembloroso – solo es que no puedo Bianca, no puedo hacerlo de nuevo, no otra vez. – me quedé pasmada con sus palabras, el dolor y la rabia se reflejaron en ellas de igual manera. De nuevo el sentimiento de que debería alejarme de él porque era peligroso me inundó por completo.
- ¿A qué te refieres con lo de “otra vez”? – le pregunté un poco histérica por el temor que crecía en mi interior.
- No te preocupes, no volverá a pasar, nunca más te lo juro mi ángel, nunca más. – decía apretando su cara fuertemente contra mi pelo.- ¿Pero el qué Lucas, el qué no va a pasar nunca más? – me retiré de su cuerpo y lo miré a la cara, estaba avergonzado, tanto o más que yo, no lo entendía ¿qué escondían sus palabras? – dímelo Lucas, por favor… – le supliqué mirándolo a los ojos.
- Mi ángel, mi vida, mi niña inocente – me dijo mientras acariciaba mis mejillas una y otra vez con la duda y la preocupación en los ojos y el temblor en sus manos, pero todo ello no era por mi actitud, sino porque, de nuevo, no sabía si contarme o no algo, o de cómo contármelo.
- Otra vez no Lucas, me has prometido contarme la verdad y ¿ahora me quieres engañar de nuevo? – le reproché con la furia creciendo de nuevo en mi interior fundiéndose con el temor que me recorría al comenzar a ser consciente de la verdad.
- Bianca no es eso, es… es que anoche, cuando tú y yo…, yo…, yo lo siento tanto mi ángel, cuando terminé no supe lo que estaba pasando hasta que te vi inconsciente, con el cuello lleno de sangre y su sabor en mi boca, yo creí…, creí… - paró de hablar, estaba atorado, abochornado por lo que hizo, por haberme hecho daño.
- ¡Me mordiste! – le dije casi en shock al comprender que por lo que estaba así era porque ya había probado la sangre, mi sangre, por eso estaba así, la deseaba de nuevo tanto o más como yo había deseado y deseaba la suya. No me lo podía creer, esto debía ser un sueño, uno en el que todo lo que pasaba era irreal, no me podía creer que Lucas lo hubiese hecho, que me hubiese hecho eso a mí aunque en realidad la felicidad crecía en mi interior cuanto más lo asimilaba, pero lo que más me dolía era que no me lo hubiese dicho, que no me hubiese contado lo que había hecho - ¿por qué no me lo dijiste? ¿por qué no me has contado lo que has hecho? ¿tanta repulsión te dio el hacerlo, el haberte comportado como un vampiro, como alguien como yo, que has preferido hacerme daño y ocultármelo?
- ¡¡NO!! ¡eso nunca!
- Entonces…
- Es solo que…, que…, - no pudo seguir o no quiso simplemente, y ahí estaba yo, en shock completamente, no lo aguantaba más, tenía que alejarme de él, esta vez su traición había llegado demasiado lejos y ya no podía más, cuanto más confiaba en él, más daño me hacía literalmente y menos confiaba en mí.
Me levanté de sopetón, alejándome lo más posible que pude de Lucas, pero él hizo lo mismo y antes de que pudiese separarme siquiera una cuarta me agarró suavemente de los hombros obligándome a mirarlo.
- ¿Qué te pasa Bianca?
- ¡¡Qué estoy harta de ti y de tus mentiras!! ¡Eso es lo que me pasa! – le gruñí, lo más bajo que pude para que no me oyeran los demás, pero lo suficientemente alto como para que Lucas viera mi frustración y el dolor que su actitud estaba formando en mí.
- Lo siento Bianca, no sabes cuánto.
- Si de verdad lo sientes cuéntame la verdad, toda, sin excepciones ¡ahora mismo! – me lanzó una mirada crítica, pero no me contestó. Me zafé de él, no quería estar siquiera a su lado, lo empujé y abrí la puerta de un tirón, tan fuerte que las bisagras resonaron, pero los brazos de Lucas me hicieron su presa rápidamente.
- Bianca por favor no te vayas, no tiene nada que ver contigo, de verdad mi ángel – me suplicó en mi oreja.
- Cuéntame entonces lo que quiero saber.
- No puedo. – dijo en un leve susurro.
- Pues si es así suéltame, me voy.
- Bianca por favor…
- Suéltame Lucas ¡YA!, - me volví y comprendí que no lo iba a hacer, que no me soltaría por las buenas, entonces levanté mi mano y la estampé contra su cara lo más fuerte que pude, sé que le hice daño pero en ese instante no me preocupó, pues con ello conseguí lo que quería, que me soltase. Salí de la habitación mientras me daba la vuelta y le espetaba – cuando te decidas a contarme la verdad, entonces búscame y hablamos ¿ok?, si no te puedes quedar con la habitación tú solito.
No dijo nada, solo me miró arrepentido y deseoso de hacerlo, pero no intentó detenerme ¿por qué? ¿por qué le costaba tanto decirme la verdad? ¿tan difícil era? En ese momento me acordé de Adam, no sé exactamente porqué, pero sabía a ciencia cierta que seguro que él me hubiese contado todo lo que le hubiese preguntado. Estaba cabreada, no, más que eso, estaba furiosa, furiosa con él, furiosa conmigo misma, con el destino, con todo lo que me rodeaba. Vagué por el almacén mientras pensaba en todo lo que había ocurrido en esos días, solo habían pasado cuatro días desde que llegamos al almacén después del incidente en el internado, solo cuatro días, pero en ellos habían pasado tantas cosas extrañas, que no sabía porqué, pero tenía la extraña sensación de que todavía no se habían acabado.
Sin darme cuenta llegué hasta la puerta del patio exterior, estaba enojada, cabreada al máximo de mi existencia, tenía que desahogarme, pero ¿cómo? No podía ponerme a chillar aunque fuese lo que deseaba, liberar mis pulmones a todo gas soltando una por una las palabras que me ahogaban. Al salir fuera encontré la solución, el saco de boxeo fue quien recibió los golpes que desataron la furia que me reconcomía por dentro. Golpeé, pateé y empujé al saco miles de veces hasta que el cansancio se hizo paso ganando a la ira que tenía dentro, mientras gritaba, jadeaba y me decía una vez frustrada y con el enojo saliendo por mis labios “Estúpida, más que estúpida, creer en él, en alguien que no conoces, en alguien que te ha mentido y aún así sigues aquí exponiéndote a ser descubierta y a que te maten. Estúpida, más que estúpida”, me decía a mí misma mientras mis puños golpeaban con fuerza, casi arrancando del suelo al que se mantenía sujeto, el saco de boxeo y las lágrimas brotaban sin descanso de mis ojos rojos e hinchados.
Era verdad que no conocía a Lucas, no sabía nada de su pasado, de su presente, de su familia o de su vida. Nada, no lo conocía de nada, sólo sabía aquello que me habían contado entre él y los demás cruces negras, pero ya no podía asegurar que fuese verdad, ya nada lo parecía; por el contrario él lo sabía todo de mí, no le había ocultado nada, nada en absoluto, pero él no podía responder a mis preguntas, a ni una sola ¿por qué?.
Entonces, cuando estaba al borde de mis fuerzas, a punto de caerme sobre el mismo saco de boxeo, un sonido me puso a alerta. Primero oí el susurrar del viento como si alguien se levantara del suelo en el que estaba sentado, la oscuridad no me dejaba ver nada, pues solo unos leves rayos de luna se colaban al interior del pequeño patio y mi vista nocturna estaba empañada por el agua de mis lágrimas.
- Ummmmmm, no sabes lo sexy que te ves de esa manera. Me he tenido que contener para no ponerme en el lugar de ese saco, uff no sabes lo difícil que me ha resultado contenerme. – la voz de Adam llegó hasta mí.
- ¿Adam? – pregunté indecisa, no me podía creer que la suerte hoy me diera la espalda.
- Veo que ahora si te acuerdas de mi nombre, mi reina - ¡Mierda! ¿por qué tenía que ser siempre tan vocazas?
- Se lo he oído decir a Lucas mientras os peleabais ¿se te ha olvidado?
- No, pero no es por eso por lo que me recuerdas ¿a qué no? – dijo burlonamente. No sabía que contestarle, no podía desmentirle, pero tampoco revelarle que en verdad si lo conocía, me había entregado a él y eso no se olvida. Poco a poco se fue acercando hasta donde me encontraba, me apoyé en el saco tanteándolo, buscando una salida, no quería volver a tenerlo tan cerca que mis sentidos se nublaran, no ahora, no tal y como estaba, pues sabía que entonces mis deseos podían ceder ante su simple roce. – ummmmmmmm, de verdad que el sudor y la adrenalina le dan un olor especial a tu piel, es tan embriagador que me cuesta resistirme a él y el rojo de tus mejillas es más intenso que el de las amapolas, estás absolutamente radiante mi amor – estaba prácticamente encima mía, de nuevo, su cuerpo quemando sobre mi piel, su corazón palpitando en mi pecho como si fuese el mío propio. Puso sus manos una a cada lado de mi cabeza sobre el saco, acercándose peligrosamente a mí, su nariz comenzó a recorrer suavemente mi cuello, acariciando cada célula que lo componía, inhalando su olor, mi olor. Estaba petrificada, no podía moverme, mi cuerpo me pedía dejarme llevar ¿por qué no? ¿por qué no hacerlo? Adam al menos no se reprimía como Lucas, él era maestro en lo que hacía y sobre todo en despertar mi cuerpo. Sus manos agarraron de nuevo mi cintura como había hecho en el sueño, acercándome más a él hasta estrecharme contra su pecho. Quise escapar, pero en vez de eso me dejé llevar, no supe el porqué, pero no me parecía que estuviese haciendo nada malo, por el contrario era algo que necesitaba, era algo con lo que mi mente consiguiera evadirse por completo de todo lo que estaba pasando, era como un sueño, como el sueño de la noche anterior – sabía que eras tú, que no podía ser tan sumamente desgraciado después de tanto tiempo, no era posible que te encontrara y que te perdiera en el mismo momento de hacerlo, ohh Bianca, no sabes lo que he estado esperando por esto, porque fuese verdad, por amarte en la noche pero no solo en sueños. – los susurros de Adam acariciaban mi oreja como la brisa del mar, su olor,… la llamarada que crecía dentro de mí con su cercanía, todo me invitaba hacia él.
Pero mi ser no estaba dispuesto a desperdiciar una ocasión como esa de saciar algo que tanto tiempo llevaba sin saciarse. Adam estaba cerca, muy cerca de mí, sus venas y arterias palpitaban en su cuello junto a mis labios que se acercaban peligrosamente a ellas “no puedes hacerlo” me dije, “¿por qué no? ¿Quién me lo impide?” me contesté a mí misma. Tenía un dilema entre manos, podía simplemente dejarme llevar por la lujuria que embargaba a Adam o por la locura de la sed que me quemaba la garganta, él no se acordaría siquiera de lo que le había pasado, pero no conocía si ya lo habían mordido antes, pero ese no era tema de conversación, aun suponiendo que así fuera. Mi cuerpo reaccionó por mí dejándose llevar por el impulso de la pasión que antes había sentido en los brazos de Lucas y que ahora culminaban en los de Adam, no estaba segura de lo que hacía, pero ya no quería pensar ni ser interrumpida ante el deseo que clamaba por ser saciado, necesitaba que alguien me quisiera, que se entregara por completo a mí al igual que yo me entregaba a él, sin tapujos, sin barreras, Lucas me lo había negado una y otra vez, pero Adam, Adam estaba dispuesto a dármelo todo sin pensar en nada más.
Aun así mi consciencia me pedía calma, mis manos ya se habían perdido dentro de su camiseta tanto como las suyas me acariciaban por debajo de la mía, pero aún así, aún con el calor recorriéndome de arriba a abajo la columna, mi boca se abrió expulsando las preguntas que mi mente necesita resolver de una vez.
- Adam, - le dije jadeando entre susurros
- Dime mi reina
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Todo lo que quieras mi amor – ese era la gran diferencia entre Adam y Lucas, mientras el primero siempre quería complacerme, hacerme saber todo lo que pudiera de su vida, que lo conociera enteramente, Lucas me daba información solo cuando le apetecía, con tapujos y codificada.
- Bueno, son varias en realidad
- No pasa nada, todo lo que quiera mi reina le será dado
- De acuerdo, - temblé al sentir sus dientes mordiendo mi cuello despacio, con pequeños, pero ardientes espacios entre ellos. Un gemido salió de mi garganta, lo cual le dio pie a seguir centrándose en él más a fondo, dejándome sin palabras.
- Seguro que quieres que conteste ahora a tus preguntas – dijo socarronamente mientras lamía mi oreja con su húmeda lengua.
- Si, - conseguí decir tras varios segundos sin razocinio en mi cabeza.
- Dispara – pero su boca no se alejó de mi garganta en ningún momento.
- ¿Cómo resolvéis vosotros los problemas? Lo que dijo Dana me dejó confusa – le dije jadeando, no era la pregunta que más me interesaba despejar de dudas, pero me vino a la cabeza y salió sin pensarla para nada.
- Ya lo veras mañana
- No, dímelo por favor, no seas tú al igual que Lucas – la simple mención de su nombre puso rígido a Adam, no le había gustado que lo pronunciara y menos tal y como estábamos en ese momento, entrelazando nuestros cuerpos sobre el saco de boxeo, fundiéndose el uno en el otro.
- Vale – suspiró, dejando salir la frustración que lo había embargado en un instante – cuando surgen problemas entre nosotros entrenamos, pero no es un entrenamiento normal – me interrumpió viendo mis labios despegarse para hacer la obvia pregunta – nos enfrentamos prácticamente a muerte, pero no te preocupes, - continuo viendo la alarma en mis ojos – no es así exactamente, a lo que me refería es a que no tomamos precauciones, no tenemos cuidado, mas bien nos empleamos a fondo, solucionando así nuestros problemas, a golpes, dicho vulgarmente.
- ¿Eso quiere decir que mañana Lucas y tú os emparejaréis y os daréis de leches hasta que uno se rinda ante el otro y pida perdón? – deducí.
- Exactamente, muy lista – se rió mientras revolvía mi pelo con sus dedos.
- Pero ¿por qué? Tampoco a sido para tanto lo que ha pasado, ninguno de los dos tiene la culpa, si hay una culpable aquí de todo esto soy yo – era la verdad, aunque hasta ese momento no me había dado del todo cuenta.
- De eso nada, la rivalidad entre mi hermano y yo viene de antes, tú solo has sido otra gota más que ha colmado el vaso, preciosa.
- ¿Tu hermano? – pregunté atónita ante tal revelación - ¿Lucas es tu hermano?
- Hermanastro para ser exacto
- ¿Eres hijo de Eduardo entonces? – asintió
- ¿No lo sabías? – negué enérgicamente con la cabeza mientras bajaba mi mirada al suelo para mirarme los pies y que no pudiera ver la decepción ante mi indeseada ignorancia – ya veo que mi hermano pequeño no sabe aún tratar como es debido a una dama
- ¿Cuántos años tienes?
- Acabo de cumplir veintiuno y Lucas cumplirá los veinte dentro de 3 días
- ¿De 3 días?
- Sip, ¿tampoco sabías eso? – volví a negar – vaya , ahora entiendo porque prefieres estar conmigo a estar con él – soltó una carcajada ante mi cara de asombro, revolviéndose el pelo haciéndose el interesante, arrogante y superior. No sabía que decirle, si contestarle o no, pues la información que me estaba dando era nueva para mí. La desdicha se apoderó de mi estado de ánimo, dejando éste por el suelo, cuanto más sabía de Lucas, más lejana me sentía de él, no lo conocía, y él no estaba por la labor, al parecer, porque lo hiciera. - ¿por qué no nos olvidamos del incordio de mi hermano y seguimos por donde íbamos? – dijo pero sus labios comenzaron de nuevo a moverse por mi cuello antes de que le diera una respuesta.
Seguí los impulsos de mi cuerpo y me perdí dentro de los deseos de Adam, entregándome de nuevo a sus caricias, a sus besos, completamente a él, pero mi mente vagaba entre las brumas de la tragedia de sentirme desdichada por todo lo que Lucas me había ocultado, me perdí en esos pensamientos mientras mi ser se dejaba llevar por sus propios impulsos.
No lo vi venir, estaba tan absorta por descubrir lo que escondía Lucas, qué era eso que le daba tanta vergüenza que conociera, que no me di cuenta de lo que estaba pasando hasta que no sentí el sabor, el dulzor del manjar mas exquisito que se me podía presentar en aquel momento, mi mente no reaccionó hasta que no hube sentido el sabor del hierro y la sal rozando mis labios, mi lengua, mi boca, hasta que la sangre de Adam no me recorrió la garganta completamente entera, calentándome, dándome vida, saciando la sed que hasta ese momento me invadía. Al darme cuenta, mi mente se desconectó de mi cuerpo para no sentir la culpa, el odio y la repugnancia que contra mi persona sentía, no me podía creer que hubiese sido tan estúpida de dejar que pasara eso, de que mis labios y con ellos mis colmillos rozaran siquiera la piel de Adam, pero su sangre era tan dulce, tan caliente, tan exquisita… “¡¡¡¡NOOOOOOOOOO!!!!” me grité a mi misma cuando fui plenamente consciente de lo que estaba ocurriendo en realidad. Me separé de su cuerpo, de su cuello, Adam cayó inconsciente al suelo, como yo sabía que sucedería.
El miedo ya no era solo un sentimiento que me llenaba por completo, era un fantasma que se hacía de carne y hueso y me acechaba cara a cara ¿Qué iba a hacer? Cualquiera de los que se encontraban dentro del almacén, incluso el mismo Adam, sabrían que había pasado nada mas ver el pequeño corte que mis dientes habían dejado en su bronceada piel. Estaba al borde del colapso, ¿Cómo había sido tan imprudente? ¿Cómo me había dejado dominar de esa manera por el monstruo que habita en mí? Le había dejado el camino libre al abandonarme de esa manera, ya no era estúpida, no, era una inconsciente como me había dicho mi madre, una irresponsable que no sabe parar a tiempo para no hacer daño, era un monstruo, si eso era, un horrible, irresponsable y cruel monstruo al que le gustaba causar daño a las personas que tenia alrededor. Ahora comprendía porque Lucas no quería ser como yo, el porqué de su comportamiento, de las mentiras, del odio y de la frustración, él no quería ser una vil y despiadada máquina de matar a todo el que se le ponía por delante ¿y yo que creía poder controlarme? ¿Qué iba a hacer ahora?
Mi alma se quedó congelada cuando oí que alguien se acercaba, no me podía mover, ni un ápice, de donde me encontraba, nada, mis piernas no respondían a mi deseo de salir de allí corriendo. Agarré a Adam y lo apoyé contra la pared en el mismo momento en que Lucas aparecía por la puerta de la cocina.
- Bianca yo… - estaba arrepentido y por su expresión sabía que había venido a disculparse e, incluso, a contarme aquello que le había pedido, pero al verme junto a Adam paró en seco sobre sus talones, tras mirarme y, seguramente, ver correr la sangre aún fresca por mi boca y mi cara, pues sentía que aún tenía restos en ellas. Me miró aterrado, con desconsuelo y con desilusión a los ojos, - ¿Qué has hecho? – me preguntó acercándose a donde me encontraba. Agarró mis hombros fuertemente y la ira se reflejó en su mirada mientras añadía - ¿te has vuelto loca? ¿por qué, por qué lo has hecho? ¿no habrá sido por venganza, por vengarte de mi, verdad? - me soltó bruscamente y se volvió, dándome la espalda y apretando los puños fuertemente. Resopló varias veces y entonces se dio la vuelta, sus ojos se notaban arrepentidos, suplicantes y dolidos – todo esto es por mi culpa, por mi maldita estupidez, todo es culpa mía – bajó su mirada, llevándose la mano a la cara, tapándosela y moviendo negativamente la cabeza de un lado a otro, desesperado y deshecho ante lo sucedido.
- No – le dije con un hilo de voz, compungida, odiándome a mi misma y prefiriendo la muerte a aquella situación.
- ¿Entonces por qué, por qué lo has hecho Bianca? – no supe responderle, ni yo misma sabía como había sucedido todo aquello de verdad. Lucas respiró hondo y acercándose al oído de su hermano le dijo – lo siento mucho Adam, pero es tu vida o la de Bianca y la elección está tomada – sus palabras me ataron en el suelo dejándome de piedra.
- ¿Qué… qué vas a hacer Lucas? – mi voz era solo un susurro de horror casi imperceptible para el oído.
- No quiero hacerlo mi vida, - su voz estaba pastosa por la conmoción que le provocaba todo aquello, miraba a su hermano con los ojos brillantes, como cuando una persona va a comenzar a llorar - pero si no lo hago serás tú la que pierda la vida y no pienso permitirlo de ninguna manera. – entonces separó sus labios y sus colmillos aparecieron debajo de ellos.
- ¿No iras…., no puedes…., no a tu hermano? – mi perplejidad era enorme, Lucas estaba actuando como un verdadero vampiro, como aquello en lo que no quería convertirse, aquello que repudiaba hasta el límite de su cordura, ¿se habría vuelto loco tras dejarlo solo en la habitación? Eso era lo que parecía.
- Es la única solución – pasó por mi lado sin mirarme a la cara, sabía que aquello le estaba doliendo en el alma, pero no podía permitirle hacer aquello. Tomo un hacha del estante de armas que había en el pequeño patio y se dirigió al cuerpo yaciente de Adam, mientras lo miraba con el dolor reflejado en la cara.
- ¡Mátame a mí, yo soy la culpable! – le dije interponiéndome entre ellos con los brazos abiertos.

Fin del capitulo

Bueno por fin, espero de verdad q les guste.
Ahora vienen las malas noticias :( : 1ª - desde el lunes no tendre internet asi k no podre conectarme y 2ª - es q el miercoles me voy de vacaciones, por lo q estare fuera 3 semanas, intentare conectarme si puedo pero no lo aseguro, asi k cuidense en mi ausencia y disculpen la intriga q espero haberles dejado tras el capi, ademas cuando venga ademas de tener un capi nuevo espero sinceramente poder traerles ya el 1er capi de angel caido.
Un besito a tod@s y gracias por estar siempre ahi apoyandome.
Q lo pasen bien.

1 comentario:

  1. ¡¡¡ Hola !!! No se como he dado con tu blog, pero me encanta!!! En serio, escribes genial!!! (tngo un gran vicio con leer y escribir fics xD )

    De verdad ^^ sigues muy bien el libro de adicción ^^ tienes más fics o de otra cosa?? Bueno, nos leemos ^^ un beso!

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